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José luis Piñero, Ideal, Periodismo

De Ryanair a Hispania Airways

Era como una espinita. No es que sea gran cosa pero ahí está, jorobando bien jorobado y, hasta que uno no se la saca, parece como que no ha hecho nada. Sebastián Pérez, guante de seda y puño de hierro, le escribía Antonio Cambril, se la ha sacado exactamente así.

Mis amigos del Partido Popular me dijeron que la presentación de este lunes de Hispania Airways era un secreto a voces. Todo el mundo lo sabía, de hecho. El propio Sebastián Pérez no sabía ni cómo contenerse, por lo que significa para él de victoria política y le da aire para comenzar este curso con potencia, nunca mejor dicho, de vuelo; y autonomía de combustible. El curso será duro, durísimo. Y hay que dosificar el éxito de esta gran noticia para Granada, que sin duda lo es.

Fue en el último pleno de la Diputación. Se le escuchó a Sebastián Pérez decirlo claro y alto. «No seré yo el que se saque una foto con ése». ‘Ese’ es el dueño de Ryanair, Michael O´Leary, el que sonríe y levanta el dedo entre -¡qué tiempos!- Antonio Martínez Caler y Gabriel Cañavate en la escalerilla del primer Ryanair que aterrizó por estos pagos de la Alhambra.

Es así como uno recuerda el pulso que mantuvieron Diputación cuando era del PSOE con el Ayuntamiento del PP, ahora y siempre, secula seculorum, parece de momento, por las subvenciones que imponía Ryanair para operar en Granada y que fueron la causa última para dejarnos plantados.

Por eso, ayer, tanto el alcalde Torres Hurtado como el presidente de la Diputación dejaron claro que el presidente de Hispania Airways «es un empresario», «viene a lograr beneficios», «no nos ha pedido dinero». Por tanto, pudieron confirmar ayer que «a los granadinos no les costará dinero en subvenciones», con lo que la espinita terminó de salir.

El PP tiene así desde el 6 de diciembre que saldrá el primer vuelo de Hispania Airways a Roma, su dosis de aeropuerto internacional y además, dicen, sin subvenciones. Las lenguas de doble filo, que las hay y largas me dicen mis amigos del PP, es que una cosa es que no haya subvenciones y otra que no nos cueste dinero, «porque la promoción que se le va a hacer a Hispania Airways va a ser generosa».

Puede que sí, puede que no. Pero que se venda Granada en los destinos turísticos me parece una idea que siempre es buena. Lo que se pide, con esto de la crisis que no cesa, es que se racionalice la inversión, se hagan públicos los objetivos y, al final, viva la transparencia, podamos juzgar los resultados.

Por lo demás, enhorabuena al alcalde y al presidente de la Diputación y un reconocimiento explícito al empresario que es Luis Araque por convertir de nuevo Granada en una puerta internacional.

El cabo del miedo

Más allá del argumento, el caso de Rosa Cobo Román, supuestamente asesinada a hachazos por un antiguo cliente, Policía Local en excedencia, recuerda con demasiada proximidad a la película en la que Robert de Niro y Nick Nolte dan vida a un ex convicto y un abogado en una película tenebrosa, procaz y completamente desasosegante.

En la cinta, al final, el abogado encarnado por Nick Nolte, aterrado, trata de huir perseguido por Robert de Niro, que pretende tomarse la justicia por su mano. Más allá del final de la película y del caso que es noticia estos días en Granada por su tremendismo, la protagonista que fue enterrada ayer, Rosa Cobo Román, también tenía miedo al fin y al cabo.

La violencia de género, machista, acoso, o como queramos definirla se ha vuelto a cobrar una víctima en un episodio más que logra hacernos temer las profundidades oscuras que anidan en el interior del ser humano.

La pregunta es si el sistema judicial y social puede evitar que un solo caso más de este género vuelva a repetirse. Los propios compañeros de la fallecida tienen dudas. El Foro Independiente de Abogados de Granada es un clamor al respecto.

Por poner un ejemplo, una compañera de Rosa Cobo Román ha escrito: «Como todos vosotros, ¡ Estoy indignada!. No puede ser que en menos de un año hayan muerto dos compañeros asesinados por sus clientes. Y todos conocemos casos de compañeros acosados, Así que yo propongo que entre todos hagamos llegar a nuestros respectivos colegios, una solución y que se eleve a propuesta de nuestros colegios una modificación del C.P. que castigue el acoso al letrado como Delito y que inmediatamente se conceda órden de alejamiento».

Otro compañero más, opina: «Indignación, rabia, repulsa y odio es lo que siento. Esto es una verguënza. Para qué están los Colegio de Abogados? Compañeros hay que hacer algo, la pasividad no lleva a ninguna parte!!!. Te queremos Rosa.Te envío un abrazo muy fuerte allá donde estés».

Por destacar una opinión más: «Hago mío vuestro dolor, compañeros. Me concedieron un Auto de Alejamiento respecto de un cliente y viví meses aterrorizada.
Debemos reclamar más apoyo de nuestros Colegios Profesionales cuando nos persiguen y acosan por ejercer nuestra profesión».

¿Crees que los abogados están suficientemente protegidos para ejercer sus competencias profesionales?

 

El verano es una calle vacía

Granada

El gran Joaquín Vidal, maestro de las palabras, del Periodismo y de los gajes de este oficio, dejó escrito en EL País crónicas taurinas inconmensurables y una columna de opinión que leímos durante años. Una de ellas se publicó en agosto y hablaba de Madrid y del gustazo que le daba a Joaquín Vidal cruzar por La Cibeles sin que ningún vehículo le molestara.

El verano es una calle vacía, fantasmal y soleada, como esta Gran Vía de mediodía de Granada plantada, sin sus coches, sin sus motos y sin sus autobuses, dueña de sí misma y nosotros, que la sabemos mirar.

Os dejo con La Banda de la Calle E, The E Street Band, atacando Born to Run y no queda ya mucho más que decir:

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.-El proyecto ‘Un verano, 50 posts’ se publicará en este blog del diario Ideal, Cableados
.-La etiqueta propuesta en Twitter es #50posts

El verano es la metáfora de la vida.

Ayúdame a recoger en 50 posts, uno al día, que son los que me quedan para pillarme mis vacaciones, medio centenar de ideas, de aromas, de sensaciones, de libros, de tebeos, de canciones, de novelas, de películas, de resta urantes, de ciudades, de personajes que sirvan, entre todos, para documentar un verano pluscuamperfecto.

.-Nº1: El verano son besos
Empezamos con un beso.
Pero qué beso. Mándame tu beso favorito en forma de canción, frase, foto o vídeo y te lo publico.

.-Nº2: El verano es sal y azúcar

.-Nº3: El verano es aquel concierto de tu vida

.-Nº4: El verano es depertarse tarde

.-Nº5: El verano es un novelón

.-Nº6: El verano es un superpoder

.-Nº7: El verano es un lugar imposible

.-Nº8: El verano es un Frigopié

.-Nº9: El verano es piel

.-Nº10: El verano es un misterio

.-Nº11: El verano es Jedi

.-Nº12: El verano es Océano Mar

.-Nº13: El verano es sexi

.-Nº14: El verano es chocolate

.-Nº15: El verano es una sonrisa

.-Nº16: El verano es Makoki

.-Nº17: El verano es bailar bajo la luna

.-Nº18: El verano es San Sebastián

.-Nº19: El verano es la chica de ayer

.-Nº20: El verano es Etnosur

.-Nº21: El verano es poesía

.-Nº 22: El verano es Batman

.-Nº 23: El verano es Nada

.-Nº24: El verano es un Cuaderno Rubio

.-Nº 25: El verano es una tormenta

.-Nº 26: El verano es sorprenderse

.-Nº 27: El verano es el bar de Joe

.-Nº 28: El verano es el Candela

.-Nº29: El verano es saltar

.-Nº30: El verano es toplés

.-Nº31: El verano es soñar

.- Nº32: El verano es una ventana

.-Nº33: El verano es Lens

.-Nº34: El verano es Ñam Ñam

.-Nº35: El verano es un gin and tonic

.-Nº36: El verano es un bikini

.-Nº37: El verano es una guiri

.-Nº38: El verano es Miss España

.-Nº 39: El verano es un café

.-Nº 40: El verano es fulgor

.-Nº 41: El verano es una de sardinas

.-Nº 42: El verano es Rumble Fish

.-Nº 43: El verano es Alien

.-Nº 44: El verano es un amigo

.-Nº 45: El verano es un tatuaje

Miguel Ángel Blanco
Cuando dejamos de tener miedo
Cuatro noches en las que nos ganamos la paz

Calibre 38

Mi tío Enrique me dijo: «Me podrán matar. Pero no me dan miedo». Enrique Lartundo, Lartuondo a veces le escribían, era así, un tipo de los de siempre, un vasco de los de verdad y, además, un visionario.


«Me podrán matar. Pero no me dan miedo», me dijo desde el fondo del alma que terminaba en unos ojos verdes que habían visto todos los mundos. 


Una vez comprendida la frase, una estocada de florete, pensé que si los escalofríos tienen color no debe ser otro que el azul helado, pálido y ennegrecido. El que te marca el sendero de la muerte. 


De su mano brotó una flor negra con una cacha de madera noble y lustrada. Era un revólver del 38 corto, mortal en las distancias cortas como lo es la mujer que tú amas y ella te desprecia. 


Disimimulaba en su mano su peso de cristal oscuro de sombra y fuego, brillante e inmaculadamente asesino. Corrían los noventa y llovían balas, plomo y esperanza sobre mi Euskadi del alma herida y helada.


Fue toda una lección de vida, una de las muchas que tuve el honor de aprender de él. Mi tío Enrique me enseñó que a los que imponen la violencia se responde con valor. 


Esa lección que aprendí una noche larga de verano en su casa es la que recuperé durante las cinco intensos días que median entre el viernes 11 de julio y el martes 15 de julio de 1997, cuando ETA secuestró y después asesinó a Miguel Ángel Blanco. 


Se generó entonces la reacción de ira y dolor que unió a los demócratas para perder el miedo a ETA y avanzar juntos hacia la paz. Una paz que hoy, gracias al esfuerzo de todos, se ha conseguido.


Han pasado 15 años y todavía tengo presentes, calientes, humeantes, las escenas que viví durante esos días, y que hoy, pese a la inmensa tragedia de todas las víctimas del terrorismo, ha terminado en una paz que ahora hay que trabajar para que sea estable, duradera y para nuestros hijos. Son las siguientes.



01-Viernes 11 de julio de 1997


1.-Viernes tarde: La palabra ‘chantaje’ a cinco columnas en la portada y con el cuerpo 120  


El viernes teníamos prisa porque habíamos comprometido nuestra presencia el sábado en Rentería para la boda de un gran amigo en el día más feliz de su vida. El destino iba a convertir este matrimonio que hoy en día se ha convertido en una familia maravillosa, en una de las experiencias personales más contrapuestas de mi vida. Recuerdo que Eduardo Peralta, entonces director adjunto de Ideal (ahora ya es director des hace más de diez años), peleaba el titular. Justo antes de arrancar el coche para partir de Granada hacia San Sebastián, vi perfectamente como escribía la palabra «chantaje» en la portada. Era la palabra perfecta para definir lo que trataba de hacer ETA con los demócratas.


02-sábado 12 de julio de 1997



2.-Viernes noche: «Viva la Guardia Civil en el peaje de Vitoria-Gazteiz»  


El coche, por supuesto, no tenía aire acondicionado. Viajábamos con las ventanas abiertas, el loro a tope y fumábamos como condenados. Era maravilloso. Llegamos al peaje de la autopista en Vitoria-Gazteiz para seguir hacia Donosti. Era verano. Mucho tráfico y colas en el peaje. Aparecieron a toda pastilla media docena de jeeps de la Guardia Civil, de los oscuros, con cristales ahumados, blindados. Se bajaron los guardias con sus uniformes verdes oscuros, sus metralletas y subfusiles, sus boinas ladeadas. Tensión. Yeya y Marina, motrileñas que viajaban a la boda con nosotros, sacaron las cabezas por el cristal del coche y gritaron: «Viva la Guardia Civil». Y les lanzaron unos besos. Los guardias se volvieron, emocionados. Esos tipos iban a buscar a Miguel Ángel Blanco.


03-Domingo 13 de julio de 1997
  

3.-Sábado por la tarde: «Está vivo. Está vivo Ha aparecido vivo»  


Media docena de compañeros de facultad de Periodismo hacemos lo de siempre: fumamos, tomamos café y escuchamos la radio. La diferencia es que esta vez estamos todos en silencio. Está el novio, Jose, Soro, Juanpi, Antxon… La radio dice que ha aparecido Miguel Ángel Blanco, que está vivo, que si en Lasarte… Todo cambia al segundo cuando dicen que lleva dos balazos en la nuca, que está en coma… Muere a las horas…. Menudo banquete de bodas en Oiartzun…



04-Lunes 14 de julio de 1997

4.-Domingo por la tarde: En la sede de HB en San Sebastián, los ertzainas se quitan los pasamontañas  


Conozco bien la sede de Herri Batasuna en la calle Urbieta de San Sebastián. Mis abuelos paternos vivieron toda su vida en esa calle, en el número 36, y fueron maestros nacionales de las escuelas públicas de esa misma calle. La sede de HB estaba en el número uno, justo donde el centro comienza a mutar en el barrio de Amara. 


En la sede de HB estuve en el verano de 1989 cuando Txikito de Amorebieta le mandó un regalo a José Luis Barbería, entonces corresponsal de El País, y le espetó: «A ver qué publicas».  


En esa sede, anocheciendo, se congregó un montón de donostiarras, llenos de indignación y dolor. La ertzaina se desplegó y, en un momento sublime que aprecio haber vivido, se quitaron los pasamontañas y se quedaron a cara descubierta. Estaba allí y los escalofríos también pueden ser verdes, del color de la esperanza. 


Ese gesto era valiente. Y anunciaba el porvenir: sangre, lucha y dureza, asesinatos. Pero al final, la paz.


05-lunes 15 de julio de 1997


5.-Lunes a primera hora de la mañana: La esperanza se llama Ermua. Nace el Espíritu de Ermua 



Teníamos que volver al Sur. Pero paramos en Ermua. Allí se fraguaba el Espíritu de Ermua. No eran las siete de la mañana y las puertas del Ayuntamiento estaban abiertas. Mucha gente había hecho vigilia, nosotros le decimos ‘gau pasa’, pero tiene un significado de fiesta.

El Ayuntamiento olía a dolor como nunca antes lo había percibido. Subimos las escaleronas y allí estaba el féretro. Dentro no estaba Miguel Ángel Blanco, que vive desde entonces como tantos otros entre nosotros, en nuestros corazones. Dentro estaba el fin de ETA. Fueron los días en los que perdimos el miedo.


Hoy nos toca construir la paz.


Reportajes de Carlos Morán y Chapu Apaolaza

Textos de dos reportajes magistrales.
Uno de Carlos Morán titulado ‘El Testamento de Lilly’ y otro de Chapu Apaolaza: ‘Mujeres en las astas’
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Reportajes en Ideal de Granada

‘El Testamento de Lilly’
Dona sus órganos la joven de Guatemala que fue operada en Málaga de un tumor cerebral después de haber sido expulsada de España porque llegó sin dinero

CARLOS MORÁN / GRANADA

Lilly Cuá –San Juan La Laguna (Guatemala) 1989-Málaga 2012– quería ser médico. No consiguió el diploma, pero murió curando. Su enfermedad, un tumor cerebral que empezó a manifestarse cuando apenas tenía doce años y la asedió hasta su fallecimiento con solo 23, no le permitió luchar por lograr el título de galeno con la perseverancia necesaria. Tenía otra batalla que librar. Le iba la existencia en ello. Para alguien como Lilly, las operaciones a vida o muerte se habían convertido casi en una rutina. Siempre estuvo en el guión la posibilidad de que alguna vez podía quedarse en el quirófano.

Ella lo sabía. Y María, su madre y compañera infatigable, también. El 18 de junio, en el Hospital Carlos Haya de Málaga, se puso en manos de los neurocirujanos por quinta vez en menos de una década. El Cordoma de Civus, la neoplasia que se reproducía con desmoralizadora insistencia en el interior de su cráneo, quedó reducido a su mínima expresión. Parecía que la fortuna había vuelto a aliarse con Lilly. Incluso llegó a abandonar la UCI y a tomar un caldo y un yogur. Fue un espejismo.

La suerte le dio la espalda. Sufrió varias complicaciones y el pasado domingo, día 1 de julio, justo cuando la selección de Vicente del Bosque levantaba en Kiev su tercera Eurocopa y España estallaba de alegría, Lilly expiró en el Carlos Haya de Málaga. Pero antes, sumergida ya en un coma irreversible, cumplió su sueño de sanar a otros. María aceptó donar el hígado y los riñones de su hija.

Poco después, un helicóptero sanitario sobrevolaba la fiesta por la hazaña futbolística con una medicina llamada Lilly.

Un corazón que late

En Guatemala, su país natal, los trasplantes son prácticamente ciencia ficción. «Ahora se están empezado a hacer los primeros de riñón», relata la pediatra Mercedes Alonso, coordinadora de la ONG granadina Senderos de Maíz, que trabaja desde hace años en el país centroamericano y que fue la que propició que Lilly pudiera ser tratada en hospitales de Andalucía.

Era la primera vez que María escuchaba hablar de ese tipo de intervenciones y tenía que tomar una decisión. No era fácil. Dudaba. Y el reloj corría. «Pero doctora –le dijo a Mercedes Alonso– no ve que todavía su corazón late caliente». Era verdad. Las máquinas mantenían vivo el cuerpo de Lilly –en su cerebro no había ninguna activad desde hacía horas– para preservar el hígado y los riñones de la joven por si, finalmente, su madre autorizaba la extracción.

Si hubiera dicho que no, nadie le hubiera reprochado nada. Se le pedía que comprendiera algo que, hasta ese momento para ella, era una quimera y un tabú. Mercedes Alonso le habló entonces de Anita y de Keyla, dos niñas a las que María conocía porque vivían cerca de su aldea, que se llama Palestina y está cerca del inmenso lago Atitlán. Ambas, gracias a Senderos de Maíz, fueron trasplantadas en España –el caso de Keyla fue especialmente llamativo, porque, siendo apenas un bebé, recibió cuatro hígados, una auténtica proeza médica– y ahora están perfectamente. «María lo entendió al instante y dio su aprobación», recuerda la pediatra granadina.

En menos de una hora, una modesta campesina guatemalteca –que, además de la fallecida, tiene otros once hijos, varios de los cuales ya se han independizado– dio su consentimiento para que Lilly salvara tres vidas. Ni más ni menos. «Luego nos despedimos de ella. Le di un beso y le dije: ‘Buen viaje, Lilly’. Es que la he visto tantas veces entrar y salir de quirófanos, entrar y salir de aeropuertos… que sentí que estábamos de nuevo en esa situación. En realidad, era un poco así. La muerte es un viaje, un misterio…», reflexiona Mercedes Alonso.

«Pasaron miedo»

Contrasta la velocidad a la que se mueve la solidaridad con la lentitud de la burocracia, esa maquinaria tan proclive al fárrago que casi impidió que Lilly tuviese la que, a la postre, fue su última oportunidad en España. El 20 de abril, María y y Lilly, aterrizaban en Barajas tras atravesar el Atlántico. Tenían una nueva cita con los cirujanos del Hospital Carlos Haya de Málaga –anteriormente ya había sido intervenida en esa ciudad y también en Granada–. El tumor cerebral había vuelto a crecer hasta alcanzar unas dimensiones que amenazaban de nuevo la vida de Lilly. Pero la paciente y su madre no lograron cruzar la frontera. Las autoridades españolas las mandaron de vuelta a Guatemala. La razón: no tenían el dinero –la familia vive con unos 120 euros mensuales y ese no es un mal sueldo en Guatemala– que el protocolo de extranjería exige.

Sobran las palabras. 24 horas más tarde, llegaban a Guatemala. Tendrían que esperar un mes para intentarlo otra vez. «No creo que ese contratiempo fuera significativo en el agravamiento de su enfermedad. El tumor pudo aumentar mínimamente. Pero pienso que a Lilly sí le afectó psicológicamente lo que les sucedió en Barajas. Pasaron miedo».

«¡Tengo que operarme!»

Cuando volvieron, esta vez sí, con efectivo, también fueron ‘escrutadas’ con lupa en el aeropuerto de Barajas. De hecho, Lilly, que era el sosiego personificado, llegó a enfadarse con los agentes de aduanas. «¡Oiga, he traído un montón de papeles y tengo que operarme cuanto antes de la cabeza! Tienen que dejarnos volar a Granada», dijo la joven. Eso ocurrió el día 23 de mayo y, afortunadamente, las barreras se abrieron para que Lilly pudiera seguir luchando por su vida. Y lo hizo, pero, en esta ocasión, el guión se abrió por la última página: esa en la que pone ‘Fin’.

Hay una entrañable película de Frank Capra, ‘¡Qué bello es vivir!’, en la que el personaje que encarna James Stewart, un buenazo que se deja la piel para ayudar a todos sus vecinos, tiene la oportunidad de ver qué habría pasado en su pueblo, en su comunidad, si él nunca hubiese existido. Y lo que observó era malo. El mundo era mejor con él dentro.

¿Qué habría ocurrido si Lilly no hubiese regresado a España tras ser deportada 24 horas después de llegar a Madrid aquel ingrato 20 de abril? Que ella hubiese fallecido igualmente, pero tres personas muy enfermas no hubieran estrenado una vida nueva.

Ese es el testamento de Lilly Cuá.

Para colaborar: Mail: senderosdemaiz@yahoo.es Dirección: C/Andrea Navagiero 1, 3 A, 18006 Granada. www.senderosdemaiz.org

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Reportajes en Ideal de Granada

‘Mujeres en las astas’
Son una minoría, pero ellas también se la juegan en los encierros

CHAPU APAOLAZA / MADRID

De camino al trabajo, se echó a llorar. Después, al llegar a su mesa en el hospital, no dijo nada de lo que había hecho. Se calló la noche en vela que pasó dando vueltas en la cama, ni dijo cómo se le había cortado la respiración en la calle, ni cómo quiso salir corriendo al escuchar el cohete y alguien le susurró «Quieta, respira, todo va a ir bien», ni cómo suenan las pezuñas de los toros sobre la Estafeta como un tranvía recién descarrilado, ni que resoplan al pasar como bestias venidas del infierno, ni lo ricos que saben los abrazos de después y la vida reestrenada. Estefanía Laita echó todo eso a llorar y supo en ese momento que «San Fermín estaba ahí, presente» con su capote, pero después no dijo ni Pamplona. Hasta después de las fiestas, su marido no supo que ella, una administrativa de 34 años de la capital navarra, había sido una de las muy contadas mujeres que han corrido el encierro. Estefanía es parte de un colectivo que sigue siendo minoría a pesar de que las barreras legislativas cayeron hace 38 años. Hoy es el chupinazo y éstas son algunas de sus historias.

En enero del año pasado, Carmelo Butini, librero pamplonés y una de las primeras espaldas que se encuentran los toros en la Cuesta de Santo Domingo, le dijo que alguien no podía sentir así a San Fermín por los adentros y no haber corrido, fuera hombre o mujer. A Estefanía le picó el bicho y el eco le fue retumbando hasta las cinco y media de la mañana del 11 de julio de 2001, cuando se puso en pie y se vistió pese al SMS de Carmelo: «No vengas, hay mucha gente». Fue y se quedó en la calle, tragándose los minutos como cristales rotos, escuchando los consejos y mirando el vallado de la Estafeta al que tenía que llegar sí o sí, aprendiendo a no salir espantada. Cuando le dijeron «Ya, ¡corre!», se extrañó de las zancadas larguísimas. Con el corazón saliéndosele por la boca, no sintió ni el cuerpo a cuerpo de la carrera, cuando el río urge y estrecha sus ondas de tumulto, que escribió Gerardo Diego. Lo hizo. Ni mejor, ni peor que cualquier hombre en su primer encierro, pero se calló. «No lo sabe ni mi madre y no lo quise decir a la gente porque me iban a echar la bronca», explica.

¿Por loca? ¿Por inconsciente? Estefanía no estaba haciendo nada malo. En 1974, el bando municipal que regula el encierro de Pamplona dejó de prohibir la carrera «a niños y mujeres». El único requisito para entrar en los 865 metros de calle que van desde los corrales hasta el callejón es ser mayor de edad (esto no siempre se cumple) y estar en condiciones de correr (esto tampoco se cumple siempre). La norma tardó en aplicarse. El corredor, ex comentarista de Televisión Española y experto en el encierro Javier Solano recuerda cómo pese a estar permitido, la Policía sacaba a las corredoras del recorrido.

Un secreto

Una de aquellas era Belén (prefiere no dar su apellido), comerciante de Pamplona. En 1979 y con los sanfermines galopándole por las venas de sus 18 años como una manada de ‘Cebadas’, se adentró en el túnel del miedo de la calle Estafeta. No duró. «Me insultaron y me sacaron de allí», recuerda. «Creo que lo hacían por protegerme, por una especie de machismo paternalista». Al segundo día, se caló un gorro sanferminero, escondió dentro la melena, eligió ropa holgada y se la manchó a propósito. «Qué, chaval ¿es tu primer encierro?», le preguntaban los mismos que la habían echado, y le ayudaban a aguantar el vacío helador de las ocho menos cinco. Ella hablaba lo mínimo. Corrió muchas más veces, pero tampoco dijo nada, ni a su marido, ni a su madre, ni a sus hermanos. «Me valía con demostrármelo a mí misma». Con el tiempo, vinieron dos hijos que no saben nada, y las amigas de Belén, que nunca conocieron su cósmico secreto, se extrañaban de que su marido siguiera en las astas. «Me decían que no sabían cómo podía dejarle seguir corriendo. ¡Mientras tanto pensaba que lo que me fastidiaba de verdad era no poder correr yo!».

En los 80 cayeron muchas barreras. Entre los muros de caliza de la Cuesta de Santo Domingo ya se movían con zancada prometedora Eva y Edurne, hijas de Fermín Etxeberría, ‘Etxebe’, una familia que vivió el toro como pocas y que terminó como no debía. En 1990, ellas morían en un accidente y a ‘Etxebe’, decano de la Cuesta y una leyenda sobre los adoquines, le partió la cabeza un toro en 2003. Nunca despertó.

A Asun Apesteguía (Pamplona, 1951), ex concejala socialista del Ayuntamiento de Pamplona le hirvió la sangre en un debate municipal acerca del papel de la mujer en la carrera. Había caído la prohibición, pero no la costumbre. Año 87. Para entonces, Asun llevaba marcado en el ADN el trozo de calle que iba desde el final de Santo Domingo hasta Estafeta, así que se plantó allí «con las manos tan frías… Con todo el cuerpo frío» y esperó en esa soledad en compañía de cientos el momento de la verdad. Hasta hace cinco años volvió a repetir ese rito y esa manera de tirarse a ciegas al contraluz de Mercaderes, de cara al sol de la mañana. «Te lo cuento y todavía se me ponen los pelos de punta». Apesteguía asegura que nadie la miró mal. «Al contrario. Me ayudaron y me respetaron. Al fin y al cabo ¿Por qué no va a correr una mujer? ¿Por el físico? Yo me veía mejor físicamente que muchos hombres», explica. Todavía nada dos kilómetros a diario.

«A finales de los ochenta llegaron las extranjeras y las primeras corneadas», recuerda Javier Solano. Una de las primeras en caer fue Anne Karlin, noruega de 24 años. que pensó que los toros habían pasado, saltó al recorrido en la zona de Telefónica y un toro de Salvador Guardiola la corneó mientras que a pocos metros, otro se colgaba de un pitón a Torly Urban, un sueco atravesado por el muslo.

Padre e hija

Casi 20 años después, Isabel Solè (La Gornal, Barcelona) sabe lo que hace. Tiene voz de niña y 31 años. Es ingeniera y profesora en la Universidad de Barcelona y no tuvo dudas en correr la cuesta de Santo Domingo el pasado año. «Estaba muy asustada y corrí muy poco». Esa apuesta crecía dentro de ella desde que con diez años veía a su padre, Joan, meterse en la Estafeta. Cuando se enteró de lo que quería hacer su hija, dijo que no. Y ella –1,70 de altura, 50 kilos de peso– que sí. Dos años pasó por el callejón con su hermana y al tercero fue de cabeza a la íntima y fría soledad del inicio del recorrido, donde los toros pueden abrir manada a la velocidad de una moto de pizzero pilotada por un lunático. Allí aguardó sobre la acera izquierda entre esas dos paredes bajo un cielo surcado por pájaros ajenos al miedo y le rezó al Santo: «A San Fermín pedimos…».

Los demás la miraron sin decirle nada. Curiosos. A esas alturas, el corazón no está para luchas de géneros. «Vi esas caras tan blancas de esos tíos tan grandes antes de que sonara el cohete y me dije: ‘Joder’». Todo fue muy rápido. Dos latidos después del paso de la manada, entre alivio y sofoco, buscó con la mirada las anchísimas espaldas de su padre. Lo vio y le abrazó. «Creo que él estaba más asustado que yo. ¿Sabes?, nadie me hizo sentirme como una chica». Estos sanfermines volverá el domingo a la calle. Con los Miuras.