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Y ahora, ¿dónde aparco en el Albaicín?

Cierran el aparcamiento ilegal del Albaicin. Foto: Ramón L. Pérez

Atención. Tomen nota: «El efecto mariposa es un concepto de la teoría del caos. La idea es que, dadas unas circunstancias peculiares del tiempo y condiciones iniciales de un determinado sistema dinámico caótico (más concretamente con dependencia sensitiva a las condiciones iniciales) cualquier pequeña discrepancia entre dos situaciones con una variación pequeña en los datos iniciales, cabe resaltar que sin duda alguna y sin explicación científica, acabará dando lugar a situaciones donde ambos sistemas evolucionan en ciertos aspectos de forma completamente diferente. Eso implica que si en un sistema se produce una pequeña perturbación inicial, mediante un proceso de amplificación, podrá generar un efecto considerablemente grande a corto o medio plazo».

El efecto mariposa es algo que ocurre en el Albaicín. ¿Que el Ayuntamiento traslada los servicios sociales al callejón del Gallo?. Pues cinco años después de ahí pasarán como por mutación mágica al Ave María de la Carretera de Murcia para volver como si no hubiera pasado nada a la Plaza Aliatar. ¿Que el Ayuntamiento decide peatonalizar la Carrera del Darro y el Paseo de los Tristes? Pues un par de años después tiene que meter marcha atrás, recular, y dejar todo como estaba, incluido el cambio de sentido al tráfico de la calle San Juan de los Reyes. Hay mil y un ejemplos más.

Es lo que sucede en el Albaicín, un lugar mágico en el que todos y cada uno de los vecinos tienen una opinión razonada sobre todos y cada uno de los asuntos que afectan al barrio. Y es también lo que ha sucedido ahora. El Ayuntamiento, con todos los permisos, bendiciones y consensos, acaba de cerrar el ‘parking’ pirata que había en el entorno de la muralla de la Alberzana. La Policía Local se personó en el solar y colocó unas vallas provisionales. Tal y como estaba anunciado, los vehículos estacionados fueron retirados por la grúa municipal. A lo largo del día -martes 17 de octubre-, se instaló una red de malla que ya será permanente mientras duran los trabajos de urbanización y adecentamiento del solar. El Albaicín se queda así sin el único lugar de aparcamiento que existía.

¿Qué ha pasado al aplicarse el efecto mariposa? La medida ha vuelto a destapar los problemas de movilidad de un barrio Patrimonio de la Humanidad. Durante toda la mañana de ayer se acercaron los conductores con idea de estacionar su vehículo y los agentes les informaban de que ya estaba prohibido. Ya no hay sitio para aparcar en el Albaicín, o como es en este caso, en su límite más cercano junto a la Carretera de Murcia. Tampoco se puede acceder al barrio por la calle Pagés, ya que hay pilonas; ni tampoco por el Paseo de los Tristes, donde hay cámaras de vigilancia que multan a quien no tiene la debida autorización.

Resulta que el aparcamiento de la Alberzana, que era pirata, peligroso y con unas condiciones lamentables de suciedad y operatividad, impedía la correcta conservación de las murallas, que tienen por derecho todas las protecciones que marca la ley por ser parte de nuestro patrimonio histórico. Pero, otro más, al fin y al cabo el viejo solar desvencijado y sucio cumplía una función que ahora ha dejado a todos sin la única opción para acceder a coche al Albaicín.

Algunos vecinos aplauden la medida, otros la critican, muchos se preguntan qué pasa con un barrio en el que no hay forma de ponerse nunca de acuerdo. Otros quieren saber por qué no se protege la muralla y se habilita parte del solar como aparcamiento. Otros recuerdan viejos tiempos. Otros dicen que no hay un buen servicio de autobuses. Otros más se encienden un pitillo y se van tarareando un soniquete camino del depósito de la grúa: «Me he quedado dormido y se me ha llevado el coche la grúa». Como muchos otros desde hoy, entre soniquete y soniquete se preguntará: Y ahora, ¿dónde aparco en el Albaicín?

El extraño caso del parking de pago que es más barato que cuando era gratis

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«Pero si ahora resulta que es más barato». La frase es cierta y es del padre de un compañero de la redacción, que esta misma semana fue a la estación de autobuses de Granada en coche a recoger a un familiar y comprobó que el aparcamiento que antes era gratis ahora es de pago.

Son las cosas de Granada y es el extraño caso del parking de pago que es más barato que cuando era gratis. La explicación es la que maneja la empresa concesionaria, que defiende que se evitan los gorrillas, se ofrece un servicio seguro y se mejora la imagen de la ciudad de cara al viajero.

En efecto, el aparcamiento en superficie de la estación de autobuses siempre estaba plagado de gorrillas que pedían la voluntad que costaba un euro. Sin embargo, ahora, al ser de pago, cuesta dos céntimos el minuto más IVA, ergo, es más barato. Contradicción o curiosidad, el caso es que ahora es así.

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El aparcamiento se acaba de estrenar y son 85 plazas, dos de ellas para minusválidos, que se reparten en el mismo lugar en el que antes se aparcaba de forma gratuita. Este aparcamiento en superficie en la ele que forma la esquina de la manzana de la estación de autobuses desde su frontal hacia la calle Polibio funciona desde hace cuatro semanas y «forma parte de la concesión de la estación de autobuses».

«Estaba previsto al igual que hay locales comerciales o un puesto de venta de lotería», explica el gerente de la empresa concesionaria, Aegra Gestión de Servicios, Ignacio Salcedo. De hecho, «la concesión contemplaba extender el aparcamiento por la calle Minerva, en la trasera de la estación, pero se ha desistido de momento».

El resultado, en este estreno, es muy satisfactorio, señala. «La imagen de Granada sale ganando al haberse dotado de un aparcamiento seguro que está a la altura de las prestaciones de la ciudad, siempre mirando al turista y que no tenga ningún tipo de resquemor para dejar su vehículo un día completo. Es un servicio más que le faltaba a la estación de autobuses».

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Cabe pensar, sin embargo, que si el deterioro en la prestación de servicios por parte del Ayuntamiento de Granada lleva a aplaudir estas decisiones. Es decir, privatizar servicios públicos hasta ahora gratuitos porque al permitir, dejar o no impedir la presencia de gorrillas se logra que la mejor solución sea privatizar el servicio, de forma que así el ciudadano paga por algo que debería ser gratis.

Aunque, también es cierto, de esta forma el Ayuntamiento, por medio del concurso y de la concesión del servicio, sacará ingresos extra. En este punto, es exactamente donde la transparencia informativa debería ser precisa y se debe explicar a los granadinos por qué nunca, desde al menos hace tres décadas, se ha logrado erradicar la presencia de gorrillas y, más concretamente, qué beneficios directos en euros entran con el aparcamiento a las arcas municipales, esto es, las de todos los granadinos y las granadinas.

 

 

 

No hay sitio para aparcar los centímetros cúbicos


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La movilidad por la ciudad de Granada es uno de los argumentos informativos y de los temas de conversación más recurrente. El tráfico, el transporte público, los carriles bicis, el nuevo sistema de autobuses, los aparcamientos las multas, los atascos, el metro, ocupan el tiempo de los granadinos y siempre es motivo de debate, cuando no de discusión.

Granada es una ciudad con 272.730 vecinos censados según el padrón municipal que ofrece el Ayuntamiento de Granada es su página web y cuenta con 36.000 vehículos de dos ruedas. Esto supone una ratio de 131 vehículos de dos ruedas por cada mil habitantes, lo que coloca a la ciudad de la Alhambra en uno de los primeros lugares en cuanto a ‘densidad’ de motocicletas de todo el país.

Por establecer las comparaciones y para tener el contexto necesario para comprender el dato en su justa medida, una ciudad como San Sebastián presenta una ratio de 138 motocicletas y ciclomotores por cada mil habitantes. En el caso de la bella ciudad del País Vasco, los datos son los que siguen: tiene 188.000 habitantes y 26.065 vehículos de dos ruedas.

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Si volvemos a la ciudad de la Alhambra, si bien es cierto que no llega a los números de Barcelona, la segunda ciudad por detrás de Roma con más motos por habitante de toda Europa, con 173 por cada 1.000, en Granada la cuestión es que aunque no se llega a estos niveles, las cifras siguen aumentando y la ratio, también.

Ni el impacto de la crisis económica ha conseguido frenar el desarrollo de un medio de transporte más económico que el coche ya que, además del ahorro en combustible, que se ha disparado y los precios de las gasolinas se encuentran literalmente por las nubes, hay que sumar el ahorro en el aparcamiento.

Esta situación se confirma con los datos del impuesto de circulación que maneja el consistorio granadino y con la realidad del día a día en las calles y plazas de la ciudad: cada vez hay más problemas para dar con un hueco si se trata de aparcar en las zonas más concurridas del centro.
Uno de cada siete granadinos tiene moto.

En total hay registradas 36.030 para una población oficial de 272.730 habitantes y el índice es muy alto si se compara con el resto de capitales de la importancia de Granada. Otra característica de la ciudad de Granada es que la moto tiene un uso muy local y que predominan los ciclomotores sobre las grandes cilindradas. Los más jóvenes han aprendido a trasladarse sobre dos ruedas por las calles de la ciudad de la Alhambra sin pensárselo dos veces.

De los 36.030 vehículos de dos ruedas registrados, 21.707 son ciclomotores. Este crecimiento del número de motocicletas viene ya de lejos. De hecho, empezó hace ya una década, cuando, entre otras causas, se cambió la normativa en 2004 que permitió a los conductores con carné B (de coche) y tres años de experiencia al volante, conducir motos de hasta 125 centímetros cúbicos sin necesidad de una nueva licencia.

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El mayor crecimiento en los últimos años, sin embargo, se ha producido en la franja 125-250 centímetros cúbicos. Los datos son los siguientes. Hay 5.902 motocicletas de hasta 125 centímetros cúbicos y 4.887 motocicletas de más de 125 centímetros cúbicos.

En una década las plazas de aparcamiento para motos en Granada han pasado de 775 a 4.046, es decir, que se han multiplicado por seis. La concejala de Movilidad, Telesfora Ruiz, explica cómo se encara el problema de la falta de aparcamiento desde su departamento: «La falta de espacio público en las ciudades imposibilita disponer de todas las plazas que se necesitan en superficie para atender la demanda de coches, motos, carga y descarga o bicis».

Pone un buen ejemplo, al comparar la ciudad con Madrid: «El dato de Granada es muy bueno, si consideramos que en la capital del país hay 6.000 plazas para motos».