La Cuesta de Escoriaza en su meandro de asfalto y tierra alberga un parque, el del Cuartel de Las Palmas, antigua comandancia de la Guardia Civil y actual parque para pasear entre agua fresca que corre jovial y sombra generada por plátanos orgullosos.
Cruzar el torreón que es una antigua garita y que toda Granada conoce es entrar en un lugar muy estudiado, muy cuidado para que combine el rumor de la Acequia Gorda, fresca, cristalina, exquisita, y esa sombra decana que se cuela entre ramas y hojas frondosas de árboles altos, que son monumentos.
La sinfonía del verano que avanza en este lugar que es centro y es periferia de la ciudad se combina en unas notas que se escuchan parque adentro, donde nacen los lugares para sentarse y cavilar, repensar, florecer, fumar, filosofar, besarse y dialogar.
Un parque es como la Universidad de la calle en su hora del recreo, y solo queda que los granadinos se matriculen y pasen al sol del invierno y a la sombra del verano mientras ven crecer la vegetación, pasar la vida. Soñar.
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