El Parlamento de Cataluña votará mañana lunes la resolución secesionista, inmediatamente después el Gobierno la impugnará ante el Tribunal Constitucional y éste la suspenderá cautelarmente hasta que se pronuncie sobre el fondo del asunto. Es la secuencia de los próximos acontecimientos provocados por el rodillo independentista catalán.
Mariano Rajoy señaló este miércoles que estaría dispuesto a utilizar aquellos instrumentos que «nunca hasta ahora» han tenido que emplearse en la historia de la democracia. Jamás antes el desafío había llegado tan lejos. La moción aprobada no tendrá valor jurídico alguno, salvo en lo que supone una violación de la legalidad por la que tendrán que pagar los que la promuevan o permitan, pero la trascendencia política es de gran calado.
La inacción por parte del Gobierno representaría el silencio que otorga, sin embargo cualquier respuesta a esta agresión que cometan los independentistas ellos la interpretarán como otra operación más de acoso y derribo contra su proyecto. El victimismo se hará fuerte y habrá quienes se presenten como mártires de este proceso. Contra ese sentimiento hay que emplearse con inteligencia, sutileza y el mayor número posible de aliados. Al rodillo catalán hay que ponérselo muy cuesta arriba y que vuelva a su casilla de salida.
Cataluña es el fondo de pantalla que tenemos en la carrera a las urnas del 20 de diciembre. El reciente sondeo del CIS revela ya una preocupación por los nacionalismos entre los españoles mientras apunta a un retorno del bipartidismo, mermado por el arraigo de Ciudadanos y una presencia más diluida de Podemos, que ha logrado un buen golpe de efecto con el fichaje del general y máximo jefe militar del anterior gobierno socialista. Nuestro sistema electoral perjudica a las formaciones pequeñas, ya que la falta de proporcionalidad hace más costoso conseguir escaños a Rivera o Iglesias, salvo en la grandes circunscripciones provinciales.
Y acabamos la semana conociendo los cabezas de lista por el PP en las capitales andaluzas. Gran sorpresa la del motrileño Carlos Rojas, portavoz en el Parlamento de Andalucía, que pasa al Congreso y también que Javier Arenas siga como senador. Las tesis renovadoras de Juanma Moreno han encontrado respaldo y no han llegado paracaidistas. Tampoco se podrá compatibilizar un puesto en las Cámaras con una alcaldía, lo que obligará a hacer cambios. Lo que hay que saber es hasta dónde llegarán. ¿No les parece?