Cuaresma política

Tras la no investidura de Pedro Sánchez, el Rey Felipe VI ha decidido no abrir una nueva ronda de consultas, por el momento. Es tiempo de Cuaresma para los cristianos, pero ya saben que la religión es materia sensible para muchos de los que ejercen la política. Unos hacen bandera de sus creencias mientras otros se alejan de cualquier manifestación que les adhiera al catolicismo e incluso llegan a la ofensa o insulto.
La Cuaresma se considera época para la reflexión. Y así parece que se lo han tomado los líderes de nuestros partidos. Acercamiento ninguno. Bloqueos y vetos sobran. Semana perdida y me temo que habrá alguna más, pero me gustaría apelar al mensaje del Papa Francisco –hoy cumple tres años de un pontificado ejemplar– sobre que la misericordia debe estar por encima de los sacrificios. Dejaré a un lado los llamamientos a la penitencia, purificación, arrepentimiento por los pecados e iluminación de cara al futuro, porque sería pedir demasiado. Me conformo con que nuestros representantes tengan esa misericordia con los ciudadanos, con esa mayoría de votantes que han cumplido con su derecho. Ahora les toca a ellos.
Me temo que esta Semana Santa no pasará a la historia de nuestro país, como ocurrió un llamado «sábado rojo» en el que Adolfo Suárez legalizó al Partido Comunista en aquella modélica Transición. Conviene rememorar que Santiago Carrillo respetó y aceptó las instituciones, entre ellas la monarquía.
Podemos ha recogido lo peor de una izquierda rancia, desfasada o bolivariana. El movimiento 15M –este martes hace un lustro de su inicio– ha sido muy bien rentabilizado por un grupo de politólogos al aglutinar a muchos activistas de la ultraizquierda, en una amalgama de difícil control y gobierno. Así lo demuestran las mareas, confluencias o franquicias territoriales y las ansias de poder. Viven una crisis que veremos hasta dónde puede llegar. Hay quien muere de éxito, porque también la factura por el descontento hacia el bipartidismo quizá se haya pagado ya.
Se ha discutido sobre la postura de España a raíz del problema de los pobres refugiados en Turquía y el acuerdo con Europa, pero sobre todo del control de un gobierno en funciones con un Congreso que no parlamenta, que es lo primero que hay que hacer para llegar a acuerdos. Mal vamos.
Por último hay que despedir con respeto a Cándido Méndez, después de 22 años en la UGT, pero me acuerdo de las limitaciones de mandatos también en los sindicatos. ¿No les parece?