Si climatológicamente España ha sufrido el azote de la gota fría, en política Andalucía es víctima de la gota china, con la tortura de precampaña electoral que es en toda regla una campaña. Ayer mismo, Pedro Sánchez en Sevilla y Pablo Casado en Granada. Es evidente que las fuerzas políticas, sin excepción, se juegan mucho en estos comicios que abren ciclo electoral. Difícilmente el debate se centrará en exclusiva sobre esta comunidad autónoma. Lo hemos visto con las declaraciones de la anterior ministra de Agricultura, Isabel García Tejerina, al intentar poner en solfa las diferencias educativas entre un niño andaluz y otro de Castilla y León. Sus palabras provocaron una reacción inmediata y algo inusual, que todos los partidos andaluces, incluido el suyo, el PP, censuraran de manera inmediata esa crítica desafortunada, aunque los rankings que evalúan competencias, que no conocimientos, marcan distancia entre ambas regiones, a pesar del esfuerzo económico de la Junta en la contratación de profesorado. Es curioso que siempre Andalucía está en el punto de mira en estas comparaciones despectivas y no otras comunidades con situaciones similares. Luego, es fácil envolverse en el victimismo. Lo vemos con los separatistas en Cataluña.
En esta carrera se van conociendo las listas de candidatos. Son momentos de máxima tensión en los partidos por estar ‘colocado’ y salir ganador. Llama la atención que en el PP el ex ministro del Interior y ex alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, sea el cabeza de cartel por aquella provincia. Son los nuevos tiempos de Pablo Casado, no exentos de cierta inexperiencia y quizá demasiada exposición. Como los de Pedro Sánchez, embarcado en sacar adelante unos presupuestos que presentan riesgos, según ha advertido Bruselas, mientras Pablo Iglesias ejerce de no sabemos qué, pero va a la prisión a dialogar con un presunto delincuente y deja al presidente al pie de los caballos para que se mueva. La clave es saber hacia dónde y en qué equipo juega el inquilino de la Moncloa.
Menos mal que los máximos representantes del poder legislativo y judicial respaldaron este viernes con su presencia al Rey en los Premios Princesa de Asturias. Don Felipe, hostigado por los independentistas catalanes, defendió la Constitución como «una lección que dignifica la vida política» y es garantía de la «diversidad de orígenes, culturas, lenguas y territorios» de España. En todo este maremágnum, una sección de la Sala Tercera del Supremo ha puesto la guinda con una sentencia que señala que el impuesto a las hipotecas deben pagarlo las entidades bancarias y al día siguiente nos dicen que será el pleno de la Sala el que, ante el «giro radical en el criterio jurisprudencial hasta ahora sustentado y su enorme repercusión económica y social», confirmará o no dicho fallo. De una manera u otra harán falta explicaciones para que la ciudadanía lo entienda, sobre todo que las decisiones judiciales no obedecen a ningún tipo de presiones. La comunicación, junto a la falta de personal y recursos, es otra de las carencias que padece la Justicia que debería corregirse. ¿No les parece?
P. D. No puedo dejar de mencionar a José Manuel Arcos, el guardia civil fallecido por el disparo de un delincuente en Granada. Reciban su familia, amigos y compañeros mis más sinceras condolencias por quien dio su vida en acto de servicio entregado a la protección y seguridad de los ciudadanos. Su trágica y lamentable muerte nos hace sentirnos a todos menos libres.