La distancia entre socialistas

Ya está, ya tenemos fecha para las elecciones a la vista en Andalucía. Susana Díaz firmó este lunes la disolución de la cámara regional y la convocatoria a las urnas el 2 de diciembre. Anticipa unos meses para evitar la proximidad con las municipales y las autonómicas no históricas. Ella siempre ha querido diferenciarse, que el debate esté centrado en Andalucía, pero ahora estos comicios marcarán el paso y tendencia, serán el banco de pruebas para todas las fuerzas políticas. Aquí a los socialistas nunca les ha ido mal, no saben lo que es perder el poder, aunque ahora les pese alguna que otra losa como los casos de corrupción, sangrante el último conocido del directivo de una fundación pública que utilizaba su tarjeta de crédito oficial en burdeles. A la espera de la sentencia sobre los ERE, servirá de artillería para el Partido Popular, aunque también tengan su pasado en esta materia.


Pero la gran diferencia y distancia ha sido ver la que hay dentro del mIsmo socialismo del que forman parte Susana Díaz y Pedro Sánchez. El habitante de la Moncloa lo es fundamentalmente gracias a su victoria en las primarias frente a la andaluza, aunque luego tuvo el mérito de utilizar la moción de censura como tormenta perfecta para derribar a Rajoy, sin que le hiciera falta un programa o un proyecto político. La inestabilidad que va superando Sánchez, episodio a episodio de sus ministros, ha desembocado en un acuerdo con Podemos para sacar adelante los próximos Presupuestos. Pero parece ir más allá, en una coalición para aguantar hasta 2020 y en la que no habría que descartar que alguien cercano a Pablo Iglesias, incluso él mismo, entrara en el gobierno de producirse una crisis. Resulta difícil de digerir para muchos ver que Sánchez tiene unos socios catalanes que proponen una moción para abolir la monarquía, cuando Felipe VI ejerce con absoluta dignidad y ejemplaridad el papel otorgado por la Constitución del 78.

En Andalucía, en cambio, entre Podemos y los socialistas hay un abismo. Es impensable que Susana Díaz y Teresa Rodríguez lleguen a cualquier tipo de pacto, salvo para evitar una improbable mayoría de PP con Ciudadanos. Ambos mantendrán la gran batalla sobre quién será la segunda fuerza. La historia, con un PP con gran implantación territorial, hace difícil el ‘sorpasso’, pero el partido naranja está ahí (el más votado en las últimas elecciones, las catalanas). Su líder andaluz, Juan Marín, también quiere mostrarse distante de los socialistas y rechaza cualquier alianza a priori. Es normal. Luego, en aras de lo mejor para la estabilidad y el gobierno, se pueden utilizar los votos a mejor criterio. Imagino que a gran parte del electorado que apoyó a Sánchez le habrá incomodado verle entregado a Iglesias. ¿No les parece?