Del enroque al gambito de dama

La montaña catalana parió un ratón. Pudo ser peor, incluso afortunadamente no se produjeron incidentes mayores pese a la violencia desatada por los radicales independentistas. Sus ideólogos no apretaron lo suficiente en esta ocasión, pero hicieron una demostración de fuerza, incompatible con cualquier voluntad de diálogo, al cercar a un Consejo de Ministros empeñado en dar una imagen de normalidad y con las manos tendidas.


El encuentro previo entre Sánchez y Torra fue una excelente escenificación en la que hasta el protocolo de Moncloa tuvo que intervenir para no dejar entre ambos unas plantas amarillas y colocó otras rojas. Venía precedido de dos gestos muy significativos ocurridos días antes, el apoyo al Ejecutivo de los dos partidos soberanistas (ERC y PDeCAT) a la senda de déficit y deuda para llegar a la aprobación de los Presupuestos y, por otro lado, el fin de la huelga de hambre de cuatro de los políticos presos (ninguno republicano), una acción que ha pasado con más pena que gloria.

Cambiar la denominación del aeropuerto de Barcelona y consensuar una declaración política en la que se reconoce la existencia de un conflicto sobre el futuro de Cataluña –creado por una élite de dirigentes, con una brecha abierta entre mitad y mitad de catalanes–, en la que ni siquiera se menciona a la Constitución, es un muy pobre resultado aunque los dos quedaran medianamente satisfechos. Torra, que insiste en la celebración de un referéndum sobre la independencia como solución, y Sánchez, persistente en la búsqueda de una salida política, soltaron hilo a sus cometas y se enrocaron en una mala partida de ajedrez, en la que los dos pueden salir como perdedores.

Donde se vislumbra una interesante jugada en el tablero es en Andalucía. Partido Popular y Ciudadanos (segunda y tercera fuerza) han cerrado un acuerdo sobre una veintena de medidas para poner en marcha en los cien primeros días de gobierno. El problema lo tienen por su derecha con Vox y por su izquierda con los socialistas. La presidenta en funciones de la Junta tuvo esta semana ocasión de mantener un encuentro en el mismo palacio de San Telmo con el gran campeón ajedrecista ruso Anatoli Kárpov. Ella misma dijo públicamente que le había enseñado mucho sobre aperturas y el papel de la reina (dama) blanca.

Quedan muchos movimientos y, efectivamente, el gambito de dama es la mejor apertura con el ofrecimiento y sacrificio de un peón a cambio de ventaja y dominar el centro del tablero, que es lo que da fortaleza en el juego. Este próximo jueves se constituye el Parlamento, se eligen a los miembros de la Mesa y a su presidente. ¿Se van a entender o ser compañeros de viaje los de Rivera y los de Abascal? Es la pregunta clave. La estrategia de la dama blanca no debería ser otra que su partido ocupe la presidencia de la cámara autonómica. Tiene en su haber ser el primer partido en votos y escaños y el ejemplo del Congreso de Diputados, en manos del PP con un gobierno del PSOE. Cada movimiento resultará decisivo hasta llegar a la investidura. La dama blanca tiene la experiencia de haber esperado 80 días hasta lograrla en la cuarta votación y ya ha hablado de «mantener la esperanza viva». Hacer tablas es siempre mejor que te den un jaque mate nada más empezar. Y hay otras partidas a la vuelta de la esquina. ¿No les parece?