Hace unos días, la prensa se hacía eco de la experiencia que va a vivir el pueblo cántabro de Suances al no usar sus habitantes dinero efectivo para las compras diarias; solo utilizarán medios de pago electrónicos (tarjeta, móvil o dispositivos “wearables”) durante un mes a partir de la iniciativa que ha impulsado el gobierno regional de Cantabria, con el respaldo del B. Santander, Mastercard y Analistas Financieros Internacionales (AFI).
Una práctica de este tipo no es la primera vez que se pone en marcha, pero fuera de nuestras fronteras. En España otras empresas lo han intentado pero se han encontrado con escaso apoyo de la administración pública hasta que, gracias a la decidida apuesta del alcalde suancino, esta población de menos de 9.000 habitantes se lanza a experimentar la revolución de los pagos digitales. Será durante treinta días y después se volverá a la normalidad, aunque posiblemente algo habrá cambiado en la visión que sus ciudadanos (comercios y consumidores) tienen ahora de este sistema.
Al hilo de esta noticia, recuerdo el estudio recientemente publicado por Visa (Cashless Cities: Realizing the Benefits of Digital Payments) en el que analiza el impacto económico en las ciudades que no usan habitualmente el efectivo para comprar. La investigación independiente realizada en 100 ciudades de distintas partes del mundo apunta como conclusión final que los pagos electrónicos podrían generar un beneficio neto de hasta 470 mil millones de dólares al año en el conjunto de esas 100 ciudades, es decir, el equivalente a una media del 3% del su PIB.
El estudio profundiza en la estimación de los beneficios económicos directos que se obtendrían con un paulatino incremento del uso de los pagos digitales en detrimento del efectivo, cuya dependencia se vería disminuida favoreciendo las relaciones entre empresas, administración pública y consumidores. En concreto:
- Las empresas alcanzarían los 312.000 millones de dólares como consecuencia del enorme ahorro de tiempo de procesamiento y manejo de efectivo, del crecimiento de las ventas por ampliación de las bases de datos de clientes y por la diversificación de las ofertas personalizadas en comercio físico y online.
- Las administraciones públicas lograrían 130.000 millones de dólares anuales a resultas del crecimiento económico y del mayor ingreso de tributos, al tiempo que se produciría un ahorro importante derivado de la mejor eficiencia de los procesos administrativos y una reducción importante de los delitos relacionados con el blanqueo de capitales.
- Los consumidores ganarían 28.000 millones de dólares en concepto del ahorro de tiempo en la realización de transacciones bancarias, de exposición a robos de dinero efectivo y el acceso a mejores precios en ofertas promocionadas por los comercios.
El aumento paulatino de los pagos electrónicos ayuda a obtener, además de los beneficios económicos expuestos, una mayor productividad de los trabajadores, lo que puede redundar en salarios más altos, en un crecimiento general de la economía y en una significativa reducción de la delincuencia. Por lo que el impacto positivo general se extiende más allá del desempeño económico de las ciudades, traducido esto también en una mayor inclusión financiera de la población más desfavorecida, un mejor dominio de las claves que fortalecen la educación financiera de los ciudadanos, un impulso más decidido de la innovación y la escalabilidad de las nuevas tecnologías al servicio de los medios de pago, una mayor seguridad en la interrelación entre diferentes sectores (pensemos en el comercio minorista cercano a los núcleos de transporte urbano) creando ecosistemas confiables en los que el consumidor acceda a una combinación de ofertas pertinentes.
Estas son algunas de las variables recogidas en el estudio de Visa, que finalmente concluye argumentando que “los efectos catalizadores de no usar el dinero en efectivo mejoran la riqueza y la calidad de vida general de los residentes de una ciudad, lo que la hace más atractiva para los visitantes, aumenta el talento creativo de sus habitantes y de las empresas innovadoras que las ciudades necesitan para alcanzar su máximo potencial. Si bien las condiciones locales en cada una de ellas definirán su propio camino hacia un futuro sin efectivo, se demuestra que, independientemente del nivel actual de madurez digital o las circunstancias locales, los consumidores, las empresas y los gobiernos locales en ciudades de todo el mundo se beneficiarían de un mayor uso de los pagos digitales”.
Habrá que estar atentos a qué sucede en Suances porque, aunque algunos de sus habitantes y comerciantes sean reacios a no tocar el dinero físico durante unos días, estoy convencido que finalmente se rendirán a los beneficios que les reportarán. Imagino que al menos AFI se ocupará de analizar los económicos, si bien sería necesario ampliar la experiencia a otras localidades y durante más tiempo para constatar que en España, a pesar de las diferencias culturales y la arraigada “querencia” por el efectivo, se pueden alcanzar cifras proporcionales a las señaladas en el informe de Visa.
Personalmente, estoy convencido de que se lograrían aunque también lo estoy de que muy pocos ediles harían una apuesta decidida por impulsar un modelo cashless en su localidad. Ojalá me equivoque.
José Manuel Navarro Llena
@jmnllena