Granada en la CIMA

Hace unos días hablábamos de la voluntad de estar dispuestos a conquistar las CIMAS. Una apuesta para medirnos contra nosotros mismos, quizá también en relación con otros, en el reto de alcanzar objetivos elevados, aparentemente inalcanzables o ciertamente alcanzables empero con grandes dosis de esfuerzo, recursos y tiempo.

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Pues bien, hoy podemos decir que hemos alcanzado ese punto en el que la luz es más estridente, el aire nos envuelve con arrogancia y todo lo que nos rodea se postra con reverencia dócil a nuestros pies. La CIMA nunca fue el destino sino el lugar en el que reposar un tiempo, breve, el esfuerzo del ascenso para vislumbrar la siguiente cumbre. Esa que se nos vuelve a antojar lejana y tercamente resistente, pero siempre con esa humilde seducción de saber que cuenta con todo el tiempo a su favor, el mismo que trabaja en nuestra contra.

Pero hoy hemos alcanzado la CIMA. Meses de trabajo han dado lugar al que, con seguridad, es el evento más importante a nivel internacional que se ha producido en los últimos años para abordar todas las temáticas referentes a las montañas, desde las ciencias medioambientales a las sociales, desde la aplicación de las nuevas tecnologías a las alternativas empresariales para ser más eficientes en la explotación de los recursos disponibles, desde las humanidades medioambientales a la expresión artística. Durante una semana 150 ponentes han congregado a casi 800 congresistas para exponerles la más extensa variedad de temáticas imaginables en un programa científico y formativo de primer nivel académico y profesional.

Y como no podía ser de otra forma, la empresa ha tenido un papel destacado haciéndose eje vertebrador del triángulo virtuoso que conforman ciencia, gestión y sociedad. Un trinomio cada día más necesario e influyente en los flujos de financiación pública y privada.

Se ha hablado de biodiversidad, de cambio climático, de decaimiento forestal, del futuro de los parques nacionales, de tecnologías de la información, de la nueva industria de la nieve, de cultura y personas, de la gestión del agua, de arquitectura vernácula, de la práctica deportiva, de la problemática de los ungulados, de ecoturismo, de aerosol atmosférico, de derecho del deporte, de montañismo responsable, de escalada sostenible, de la economía de las pruebas deportivas, de marketing y comunicación, de ecosistemas acuáticos, de seguridad, de economía agraria, del futuro del pastoreo, de…

Estimado lector, si ha participado en el I Congreso Internacional de las Montañas, en realidad ha tenido el privilegio de formar parte de una expedición afanada en situar a Granada en el centro del conocimiento más transversal y multidisciplinar del momento. Un compendio renacentista en el que también ha tenido cabida la cultura a través de diversas manifestaciones: la artesanía, la fotografía, el cine, la música… De la misma manera que la naturaleza se muestra diversa en todas sus manifestaciones, este congreso ha querido aunar todo el conocimiento que puede ayudar encontrar, desde diferentes perspectivas, las soluciones a los retos más acuciantes del cambio global.

Los territorios de montaña, en toda su extensión, son nuestro último refugio y nuestra inspiración más ancestral. Por ello, este congreso se ha abierto a todas las perspectivas que podían enriquecer sus conclusiones y que podrán dar fruto a documentos de trabajo específicos para reclamar a la administración actuaciones urgentes para minimizar las causas contaminantes o para desarrollar estrategias diferenciales de desarrollo económico.

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Ser director de un proyecto de este calibre ha sido un reto pero, sobre todo, un ascenso en el que seguir aprendiendo para afrontar otros nuevos. Y como en toda gran expedición a las más altas cumbres, lo determinante es el equipo con el que se cuenta. Para alcanzar ésta he tenido el honor de contar con la sabiduría de Manuel Titos, la perspectiva estratégica de Teodoro Luque, la profesionalidad de Eduardo Valenzuela, la templanza de Jesús Banqueri, el empuje de Mª José López, la generosidad de Susana Aragón, la pulcritud de Javier Sánchez, el sentido empresarial de Raúl Lozano, la paciencia de Eva Fernández, la inquietud de Toñi Quiñones, el realismo de José Antonio Gata, el compromiso de Álvaro Fernández, la experiencia de Juan Antonio G. Lara, la ciencia de Regino Zamora, la inquebrantable voluntad de Justino Cebeira, el detallismo de Roberto Travesí, el arte de José Sánchez Montes, la complicidad y la música de Antonio Arias (y sus amigos), la educación de Iluminada Jiménez…, y el respaldo de tantos profesionales y colaboradores que han creído en esta expedición lo suficiente para no dar pasos titubeantes que comprometieran alcanzar nuestro objetivo.

Hoy domingo hemos alcanzado la CIMA tras una semana iniciada por Carlos Soria, el irreductible alpinista abulense de 79 años, y la hemos cerrado con la última sesión de formación a cargo de Lina Quesada, la primera andaluza en ascender ocho “ochomiles”. Un guiño a la fortaleza e inconformismo de la experiencia y a las capacidades incoercibles de esta tierra cuando se lanza a conseguir un propósito. Hoy hemos puesto de manifiesto que la cooperación entre instituciones y empresas no solo es posible sino exigible. Hoy, Granada ha alcanzado la CIMA.

José Manuel Navarro Llena.

@jmnllena

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