Tres formas de abordar el significado del título que preside este artículo se me antojan ineludibles de explicar para entender el fenómeno que el Dr. Jesús Candel (no es necesario que lo presente, claro) ha suscitado en los últimos meses en esta ciudad. Granada, acostumbrada a escapar de su solipsismo mirando exclusivamente al cielo, a contemplar su futuro en términos que siempre suenan a pasado y a hundir su presente con la esperanza de que nadie llame a su puerta, ha lamido sus heridas y se ha convertido en río de blanca fuerza y anchas orillas. Y ello se lo debe a un “mesías mediático”, que nos recuerda a un “Che” (también médico) combativo con las palabras, armado con las nuevas tecnologías y sin miedos atávicos.
La primera acepción: Spirimanía porque ha levantado de su “confortable conformismo” a seguidores irredentos que le seguirán a cualquier parte, cualquier día. Afición exagerada por su persona y lo que representa, con el riesgo de convertirse en un eslogan, en la imagen de una camiseta, si no mide y dosifica la excesiva personalización que está sufriendo de la demanda colectiva acerca de la solución de la sanidad pública en Granada.
El segundo significado: Spirimanía como representación de una preocupación colosal, con un punto de extravagancia, por una situación real que se está magnificando en los medios sociales, la mayoría de las veces dejándose llevar sus seguidores por la visceralidad de las emociones hasta alcanzar cifras más propias de fans que de ciudadanos afrentados por los responsables de la sanidad granadina.
Y la tercera versión: Spirimanía como preocupación por parte de la administración local y autonómica de la molesta voz que se ha alzado y ha lanzado a su cara el eco de cientos de miles de conciudadanos. El problema es que esa inquietud se está convirtiendo en rencor hacia Jesús Candel y en afianzamiento en unas posiciones de arrogante prepotencia por parte de los responsables políticos, y en indolente mutismo por quienes han participado de las decisiones que han supuesto el fiasco de la fusión hospitalaria.
Si aislamos el fenómeno Spiriman en clave de marketing, de marca personal, observamos una quizá casual estrategia, aunque pareciera seguir un estudiado plan. Me explico: en cuanto a imagen ha creado, a partir de un personaje con historia, un alter ego que le sirve de avatar en redes sociales; le ha asignado una marca que refuerza su valor a través de una simbología familiar que nos recuerda el romanticismo de las revoluciones honestas, y los ha acompañado de un eslogan claro y defendible (#2hospitalescompletos) y un recurso onomatopéyico para subrayar la fuerza de sus objetivos (Yeah!).
En cuanto al discurso, parte de un hecho claro, demostrable y respaldado por la propia experiencia profesional, defensor de unos valores incuestionables a través de formas sinceras y emocionales. Las ideas propias las conjuga en primera persona del plural y las transmite sin filtros a través de su propia voz con la amplificación de miles de ciudadanos. Logra un posicionamiento claro a través de un mensaje relevante y una propuesta diferencial para solucionar el problema sanitario al que se enfrenta la sociedad granadina.
Los teóricos del “personal branding” sugieren seguir el modelo de las seis “P” para tener éxito: partir de una incuestionable Personalidad, tener un Propósito, ofrecer un Producto relevante a un Público demandante, consolidar un fuerte Posicionamiento y saber Promocionar o comunicar con efectividad. De libro…
Contra todo esto es difícil, muy difícil, luchar. Y el partido político en el poder autonómico lo sabe. Pero mira hacia otro lado porque es consciente de que tiene la partida perdida; mientras tanto, trata de ganar tiempo para enmascarar los errores, derivar la responsabilidad hacia terceros y salvar las pocas naves que le quedan para mantener una posición desgastada y falta de ideología real que le sirva para apuntalar las siglas del partido.En la oposición afilan las armas y presentan honores a un nuevo líder uniformado con bata blanca. Pero me temo que él no les va a servir para su causa. Porque su objetivo, que es otro, nace por un motivo que se extinguirá una vez alcanzado.
Soy consciente que no desvelo nada que ya no se sepa. Pero hacerlo me ayuda a remarcar que Goliat sigue siendo torpe y vulnerable, en tanto que David ha transformado la honda en una estrategia que multiplica su poder y eficacia. Aunque me es inevitable recordar parte de la Oda de W. Wordsworth:
“En otros tiempos, prados, bosquecillos y arroyos,
La tierra y las visiones cotidianas
Me parecían nimbados con el celeste resplandor.
La gloria y lozanía de un sueño
Ahora ya no son las mismas que antaño.
Donde quiera que me vuelva,
Así en la noche como en el día,
Ya no me es dado ver lo que antes vi.
[…]
Pero hay un árbol entre muchos. Uno.
Una única pradera que yo había contemplado.
Juntos evocan algo que se ha perdido.
A mis pies, el nomeolvides reitera idéntico recuerdo.
¿A dónde ha huido el resplandor visionario?
¿Dónde están ahora la gloria y el ensueño?”
José Manuel Navarro Llena.
@jmnllena