Juan Carlos García de los Reyes

 Blog de Juan Carlos García de los Reyes

«La Arquitectura Comprometida»

Por Mª José Gámez Portillo. Arquitecta Técnica

La utilización de estos materiales está condicionado por razones evidentes: aprovechamiento de los recursos disponibles (si hay piedras gratis y cercanas, no tiene sentido comprar ladrillos) añadido a las dificultades para su transporte.

Vista panorámica de Ferreira en pleno corazón del Marquesado del Zenete./ M. J. Gámez
Vista panorámica de Ferreira en pleno corazón del Marquesado del Zenete./ M. J. Gámez

La cal es un producto natural que exige muy poco procesado para su utilización, por lo que es un material ecológico, siendo su principal desventaja la necesidad de mantenimiento periódico (prácticamente anual).

Además de ser utilizada como elemento higienizador y embellecedor también le da a los muros la transpiración necesaria, por lo que el encalado es un buen sustituto de pinturas acrílicas o plásticas que son bastante más impermeables. Su color blanco hace que refleje la radiación solar, con lo que los muros absorben menos energía calorífica, obteniendo así interiores más frescos en las viviendas.

Esta técnica del encalado es muy sencilla y económica  y se sigue utilizando en la actualidad en numerosos nucleos de población aunque puntualmente se han modificado los colores  o se han colocado aplacados en fachadas.

El uso de la launa se remonta a la Edad del Cobre-Bronce, en el asentamiento de los Millares. Ha sido el material característico de las cubiertas de la mayor parte de los pueblos del sur de España. Estéticamente se integra perfectamente en su entorno igualándose casi con el terreno que le rodea. En algunos lugares (una minoría considerable) se ha conservado y se sigue utilizando como cubrición de la vivienda, sin embargo en los primeros, está siendo olvidada decantándose por cubiertas de teja curva o de fibrocemento consiguiendo  así una arquitectura contaminada.

Existen núcleos de población en Granada y concretamente en la falda de la sierra donde no se ha fomentado con el paso del tiempo, la utilización de los materiales anteriormente descritos, bien porque los nuevos (teja, o en el peor de los casos placas de fibrocemento,…) eran más fáciles de colocar, bien porque no necesitan mantenimiento. Con lo que en dichas poblaciones nunca se ha tenido conciencia de restauración, de conservación del patrimonio o como poco conservadora de la construcción tradicional haciendo muy al contrario de la realidad alarde de ello.

Buena culpa de ello la tiene una buena, o mala en este caso, redacción de la normativa de cada municipio, que en cada caso debería ser algo más restrictiva con las formas de construir, con los materiales de revestimiento a utilizar, con las alturas permitidas, etc, y con ello, definir más concretamente el aspecto que debería tener nuestro pueblo, así nunca tendríamos una falsa imagen de lo que son pueblos típicos y tradicionales.

La Ciudad Comprometida

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