LA MAGIA DE LA TIERRA DE GUADIX

“Noticias y Actualidad”

 En más de una ocasión os hemos hablado de las maravillas que encierra el paisaje de la comarca de Guadix. Muestra de ello son dos exposiciones fotográficas que nos acercan a lugares de enorme belleza ambiental y natural.

 Dos enamorados de Guadix como Torcuato Fandila y Ramón Sánchez Reyes «Pícaro», unen fotografía y palabra en perfecta simbiosis para ofrecer al visitante una experiencia única: descubrir la dehesa del Camarate en pleno estallido otoñal. “El Bosque Encantado” es una exposición de Torcuato Fandila que ha podido disfrutarse en las últimas semanas en  la Oficina de Turismo de Guadix pero que con carácter itinerante va a recorrer distintas localizaciones de la misma comarca que queda retratada en la muestra. ( Lugros, Polícar, Beas…)

Exposición "El bosque Encantado". FUENTE: ideal.es
Exposición «El bosque Encantado». FUENTE: ideal.es
El bosque Encantado
El bosque Encantado

Las exposiciones suelen ser efímeras, pero tenemos la fortuna de que ésta perdurará en el tiempo gracias a la edición de un catálogo que recoge su esencia para que ser consultado en cualquier momento.

 Y Como el paisaje de Guadix es casi inacabable, podemos disfrutar de otra exposición inaugurada la semana pasada del El fotógrafo accitano Ramón Sánchez Reyes «Pícaro» dedicada al Otoño en la Comarca de Guadix. Se podrá visitar hasta el 25 de Enero en la sala de exposiciones de la Escuela de Arte.

Ramón Sanchez Reyes, "Picaro Digit"
Ramón Sanchez Reyes, «Picaro Digit»

 La exposición versa sobre el otoño en la comarca de Guadix abarcando fotos de diversos lugares de la comarca como son Aldeire, Jérez del Marquesado o Lugros en el Camarate y muestra colores, temas, flora, fauna y paisaje, un compendio de la inabarcable belleza de la comarca.  

 Os invitamos a que si tenéis la oportunidad visitéis estos bellos parajes y si no es posible, al menos podáis disfrutarlos a través de la mirada de estos accitanos enamorados de su tierra.

1 Comentario

  1. No quiero que me encuadren en un romántico granadino, llorón por la lejanía de su cuna, andando sobre un poema sin métrica. ¿Quién no deja sus cariños en las manos de su madre? ¿Quién no salta de alegría con la sonrisa de la autora de sus días? Pues si. Soy un llorón por la lejanía de mi tierra, critico hasta la hiel con mis paisanos y amante eterno por la belleza de sus hembras. De manera, que cuando me acerco a mi Granada, hay algo en mi que canta y subleva, algo que mi irrita y canta, pero mucho que me alegra y algo que apena en la falta de compromiso de mis paisanos en su nostálgico vivir de laureles de nuestros antepasados granadinos, que islámicos, son hermanos nuestros a los que siempre le rendimos un culto de familia y nunca de extraño. Como bien dice nuestro amigo Juan Garrido Clavero, en sus afirmaciones de las que me siento unido, como siempre. Eres grande, Juan.
    Corta visita en Granada. Y por el camino de vuelta, allá está con su blanco velo de fondo en las altas cumbres de su sierra, la esbelta y majestuosa Catedral de sus gentes. Es Accitania. Aquella Wadí Ash. Aquella y esta ciudad de Octavio Augusto en la que Dios hirió con sus dedos en las cuevas de trogloditas. Otro símbolo de la ciudad, en la que cada esquina temo encontrarme con el Cascamorras, con el que apaciguado con mis halagos, nos sentamos en el balcón del Abolengo y recreamos viajando la mirada por los tejadillos de cada barrio de nuestra ciudad, legendaria e histórica, grande en sus gentes y humilde en su blasón y embebidos en ello, descansamos en la plaza de las Palomas, con un templado café. ¿Habéis vivido algo tan sublime? Esta es Guadix. Tierra de nuestro Juan Carlos y de mi padre.
    Tierra querida, Accitania, que es el último pañuelo que me dice “adiós” de nuestra Granada. ADIOS Y FELIZ AÑO.

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