«La Ciudad Comprometida»
El mes pasado en nuestra sección de Comprometidos por la Red, os hablamos del blog Urbe&Orbe, del que hoy por ejemplo os sugerimos la lectura de un acertadísimo artículo.
Jeff Soule, miembro directivo de la American Planning Association, ha publicado: Tres componentes para lograr centros históricos sostenibles en el que realiza una lúcida reflexión sobre la necesidad de vincular la conservación del patrimonio histórico con el desarrollo sostenible, a través del trabajo equilibrado de sus dos componentes esenciales: “la resolución de las tensiones entre los objetivos de conservación del patrimonio, por un lado, y las necesidades de desarrollo socio-económico y las aspiraciones de las comunidades locales, por otro” ya que la conservación física de los inmuebles por sí sola no ayudará a preservar el patrimonio cultural de una comunidad.
Además el autor, realiza una interesante reflexión sobre el papel de guía o de referente de los centros históricos para nuevos y futuros proyectos urbanos, que debieran aprender de sus principales características: “son compactos, de uso mixto, mezclan poblaciones de diferentes los ingresos y ofrecen espacios públicos vibrantes” para replicarlas.
Además, recomienda repasar las recomendaciones que para el paisaje urbano histórico propone la UNESCO (RPUH) que actualmente se están implementando en muchos lugares alrededor del mundo. Esas directrices exponen los fundamentos para hacer que el patrimonio histórico juegue un papel más central en el desarrollo económico, la reducción de la pobreza y la interacción con la comunidad. Y declaran al patrimonio cultural como motor de desarrollo económico inclusivo, motor de la cohesión social y la equidad, y como un medio para mejorar la habitabilidad y la sostenibilidad de una zona urbana. Esas directrices incluyen tres componentes principales.
En primer lugar se destaca la capacidad del patrimonio cultural para fomentar el desarrollo económico inclusivo.
El segundo componente principal es el patrimonio cultural como al facilitador de la cohesión social, la inclusión y la equidad.
Y en tercer lugar, los barrios y centros históricos pueden mejorar la habitabilidad, así como la sostenibilidad de las zonas urbanas. Por ejemplo, las zonas históricas son amigables con los peatones y promueven un ambiente urbano compacto que incentiva las prácticas más adecuadas de manejo de los recursos.
“Nuestra generación está en el camino de generar una nueva agenda urbana. Es un momento importante para recordar la lección de los centros históricos: sitios compactos y lleno de vitalidad cultural”.