«El Territorio Comprometido»
Por Miguel Ángel Sánchez del Árbol. Geógrafo y Urbanista. Colaborador de GRarquitectos
En el contexto geográfico, histórico y etnográfico-cultural glosado en la parte I de esta aproximación a la compleja realidad del lago Titicaca y su entorno, se asiste desde hace pocos años a una nueva situación, a nuevas oportunidades pero también amenazas, a partir del desarrollo turístico, hasta ahora incipiente (en términos relativos) pero en progresivo crecimiento, a lo que se añade la existencia de diversos proyectos de importancia que pretenden potenciar aún más esta actividad socio-económica. Unos proyectos que tienen su radio de acción tanto en el sector peruano del Lago como en el boliviano. No obstante, son asimismo relevantes las rémoras o limitaciones para la expansión de la actividad, como las relacionadas con las comunicaciones. De hecho, en Bolivia son evidentes estas dificultades entre las diferentes partes del país por su extrema topografía y el vacío poblacional de vastas extensiones. Por otro lado, la reducida presión atmosférica, el enrarecimiento del aire y el clima extremo del Altiplano redundan en inconvenientes añadidos, en este caso relacionados con el bienestar fisiológico de la mayoría de la población no habituada a estas condiciones ambientales, lo que también contribuye a ser un destino turístico bastante selectivo (en 2008 se estimó una afluencia próxima a los 200.000 visitantes extranjeros). También son importantes los conflictos latentes entre una población local mayoritariamente dedicada a las actividades primarias que no siempre ve como ventajosa la afluencia de visitantes o, incluso, que en alguna de sus decisiones puede poner en riesgo algunos de los atractivos del lugar, como es el caso de su patrimonio arqueológico (por ejemplo, el conflicto de Cundisa, un cementerio prehispánico ubicado en Copacabana, considerado como uno de los más importantes yacimientos arqueológicos descubiertos recientemente en Bolivia y que las comunidades de Manco Kápac exigen que se construya un mercado sobre él). Problema de distinto digno es el derivado de la contaminación hídrica por residuos urbanos, industriales y sobre todo mineros, que si bien en su mayor parte tienen origen en la zona peruana (especialmente en el río Ramis), sus efectos son o pueden ser potencialmente comunes para el conjunto de la masa acuática. De hecho, también los residuos orgánicos vertidos desde las poblaciones ribereñas de ambos países están causando diversos perjuicios a la flora y fauna naturales del Titicaca debido, entre otros procesos, a la expansión masiva de la lenteja verde (Lemma gibba).
Ahora bien, las ventajas comparativas de este destino y sus oportunidades también son destacables. De un lado, se trata del lago navegable más alto del mundo. De otro lado, debido a la pureza del aire, el agua es particularmente transparente (de 15 a 65 metros de profundidad según zonas) y la calidad de la luz es excepcional; de hecho, aún estando a más de 20 kilómetros de distancia, las montañas, reflejadas en la superficie acuática, parecen cercanas. Así mismo, entre septiembre y enero los días son mayoritariamente soleados, de lluvias escasas y temperaturas diurnas en torno a los 25ºC, por tanto agradables. Tampoco son desdeñables los endemismos florísticos (plantas acuáticas como la totora o Scirpus californicus, la yana llacho o Elodea potamogeton y la purima o Chara sp., así como una flora terrestre ribereña con más de 64 géneros) y faunísticos (por ejemplo, la rana gigante o Telmatobius celeus), como elementos que, además de su valor ecológico como hecho prioritario, también pueden ser, en algunos casos, atractivos añadidos para la curiosidad del visitante, sobre todo en un contexto de turismo de naturaleza. En otro orden de cosas, las reminiscencias incaicas, la cultura y folklore de los habitantes de las orillas, el misticismo representado en la Isla del Sol, Copacabana y otros lugares, la gastronomía, las tradicionales “balsas de totora” (de origen preincaico), entre otros valores etnológicos y culturales, constituyen, junto con los hechos naturales mencionados y su singular paisaje, bases indiscutibles para la consolidación de un turismo tanto cultural como de naturaleza y aventura, que no sólo ha de centrarse en el Titicaca, sus orillas y sus islas, sino también en otros lugares de la grandiosa cuenca endorreica, incluidos precisamente el lago Poopó y los inmensos salares.
Sobre estas condiciones reseñadas, Bolivia ha planteado recientemente una serie de proyectos turísticos de fuerte calado –aunque en menor medida que Perú– y que, como en la mayoría de los casos donde se realizan actuaciones de esta índole, conllevará ventajas e inconvenientes socioeconómicos y ambientales, siendo muy recomendable actuar con las suficientes cautelas, y bajo el prisma del “turismo sostenible”, como para que las ventajas finales sea muy superiores a los inconvenientes. A este respecto, y con la experiencia acumulada de otras regiones y localidades convertidas en destinos turísticos, resulta más que pertinente plantear el desarrollo de esta actividad en un contexto planificador de amplio espectro territorial, donde los estudios y las propuestas abarquen desde las consideraciones medioambientales y paisajísticas, hasta socioeconómicas (incluidas las economías de escala), urbanísticas, de infraestructuras generales, etc., en definitiva, el entronque territorial de los proyectos turísticos. Y todo ello teniendo en cuenta que en el lago Titicaca, como en otras muchas regiones del Mundo, las poblaciones locales tienen el legítimo derecho de participar en las decisiones que incumben a su vida presente y a las perspectivas de futuro.
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