«La Arquitectura Comprometida»
Hace unos días tuvimos nuestros habituales foros de los jueves, donde recibimos la visita de los compañeros arqueólogos que están colaborando con GRarquitectos en las obras derivadas del Plan Director del Conjunto Conventual de San Antón de Granada. Compartimos la reflexión que nos han enviado acerca de dicho foro y la relación entre arquitectura y arqueología.
Son pocos los profesionales de la arquitectura que, a día de hoy, no asumen con naturalidad que en ciertas actuaciones arquitectónicas es necesaria la intervención del arqueólogo, sobre todo, en aquellos casos en que se actúa directamente sobre un bien patrimonial. Muchos de ellos, asumiéndolo como un “mal necesario”; no tantos, como una oportunidad de enriquecimiento científico tanto del proyecto de actuación como del desarrollo y resultado final de la intervención arquitectónica.
Afortunadamente, comienzan a ser incontables las experiencias de colaboración entre arquitectos y arqueólogos, que han demostrado que las aportaciones de estos últimos al proceso constructivo es fundamental, y no sólo en fase de intervención, sino también, en la de elaboración del proyecto arquitectónico. Esta evidencia, cuando se interviene sobre bienes integrantes del patrimonio histórico construido, es especialmente importante, pues no debemos olvidar que toda actuación patrimonial supone un proceso de conocimiento, una oportunidad única de desentrañar el complejo proceso histórico que desemboca en el estado actual del edificio analizado.
El conocimiento que posee el arqueólogo del desarrollo histórico de un territorio, así como de sus registros subterráneos, permite evaluar de un modo más preciso su potencial arqueológico, ajustando de este modo, los plazos de ejecución y los costes que tendrá el mismo en las fases iniciales. Es decir, contribuye de manera muy notable a la mejor gestión del presupuesto de la obra, disminuyendo considerablemente los frecuentes incrementos de costes, no sólo materiales sino también derivados de los retrasos en los plazos de ejecución, que devienen de inexactas evaluaciones del potencial histórico-arqueológico del área a intervenir.
Por tanto, el arqueólogo que se integra en el equipo técnico del proyecto como una pieza más del engranaje del proceso arquitectónico (como geólogos, urbanistas, delineantes o documentalistas), bajo las órdenes de la Dirección Facultativa, colabora eficazmente en la mejora de la calidad, la gestión y la eficiencia del diseño de dicho proyecto.
Posteriormente, ya en fase de ejecución, la intervención arqueológica aporta valiosa información del edificio objeto de actuación, así como de su interacción con fases históricas precedentes, enriqueciendo de este modo el proyecto de rehabilitación, ya que se obtiene una visión más completa y precisa del desarrollo y la evolución histórica del mismo, sirviendo de base, por ejemplo, para la elección de soluciones y acabados. Incluso, informando de patologías del edificio, lo cual permite solucionarlas en su origen. Es decir, nuevamente, contribuye de manera esencial a la calidad del resultado final de la actuación de rehabilitación ejecutada.
Experiencias de este tipo, como las que se están desarrollando en el Convento de San Antón de Granada, al amparo del Plan Director de dicho conjunto monumental, dirigido por el Estudio de Arquitectura García de los Reyes, vuelven a demostrar la idoneidad de conformar equipos multidisciplinares, entre cuyos integrantes se cuenta el arqueólogo, para el correcto análisis y actuación sobre bienes integrantes del patrimonio histórico arquitectónico, contribuyendo de esta manera a su mejor conservación, protección y puesta en valor, y basadas en una actuación arquitectónica cuyos criterios de intervención están regidos por el rigor científico, y la obtención de la eficacia y la calidad constructivas.
María Isabel Mancilla Cabello
Julio M. Román Punzón
Queremos agradecer a estos dos grandes profesionales la impartición del foro sobre las intervenciones arqueológicas en el Convento de San Antón que tanto nos ilustró.