No hará ni un año que visité Campo de Criptana (Castilla-La Mancha. España). ¿Por qué? Pues vaya usted a saber… pero a mí me parece que fue “porque estaba de Dios”…
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Por la Noche de San Juan unos habréis quemado recuerdos y soltado lastres… y yo, que soy más pegado a la tierra, he preferido llenarme luz “encalando” o “blanqueando” mi casa-Molino en Ferreira. Un bello lugar donde su paisaje me ayuda a acercarme a mí mismo…
El territorio es fuente de sabiduría y por eso hay que pararse a conocerlo y a vivirlo. Este pasado domingo estuve andando por los Tajos de Alhama, catalogados como monumento natural, junto a la ciudad monumental del mismo nombre. No era la primera vez que iba, y por supuesto lo recomiendo a todo el mundo, pero esta vez descubrí los molinos harineros.
Esta maravilla de la naturaleza alberga en su interior los restos de la agroindustria de la comarca de mediados de siglo XX, los molinos hidráulicos harineros, ubicados en la orilla del río Marchán, y que son una muestra de la arquitectura industrial del siglo XIX.
Los restos de la historia viva de mediados del siglo XX, y que por desgracia están en ruinas, excepto uno, La Fábrica de Harinas de la Purísima. Este molino ha sido recuperado gracias al esfuerzo, ilusión y trabajo de la familia Castro Valladares, que ha puesto en valor un trocito del patrimonio etnológico e histórico de Alhama, y por supuesto su trabajo es digno de mención.
Los molinos que salpican las orillas del río tienen su origen a principio del siglo XX. La industria ligada al trigo era de suma importancia en España y en concreto en la comarca de Alhama, dónde llegaron a existir un total de 22 repartidos entre los diversos ríos. En este contexto se construyó el molino de la Purísima. Estos molinos se surtían de la zona triguera de la comarca, donde se explotaban grandes extensiones de trigo y cereal.
Aprovechaban la existencia de la fuerza motriz del agua del Marchán, la cual era canalizada a través de acequias y distribuida por los molinos, que hacían mover las turbinas y poner en funcionamiento el mecanismo para moler el trigo.
El declive comienza en los 60 y a partir de ahí comienzan a abandonarse los molinos de Alhama. En la actualidad el paisaje es de antiguos molinos harineros, que se salpican por la rivera abandonados, en los que se puede todavía apreciar en muchos de ellos el antiguo mecanismo de funcionamiento.
La fábrica de Harinas la Purisma es el único que ha sido restaurado, tanto su fachada como el interior, pudiéndose apreciar todo los elementos que participaban en la producción harinera. Para todos aquellos que les interese el tema, pueden obtener más información en http://www.fcalapurisima.com.
Natalia Palomares Aliaga. Geógrafa e Historiadora de GRarquitectos y Desarrollo de Ciudades Comprometidas
«La Arquitectura Comprometida»
En el municipio granadino de Nigüelas, en el Valle del Lecrín, se conserva una de esas antiguas almazaras de antaño. Siglos de historia y un conjunto arquitectónico en el que se pueden observar piezas de un molino aceitunero de los que quedan pocos en España por no decir que ninguno. La antigua almazara de Nigüelas ahora convertida en Museo de Agricultura Tradicional, es un auténtico legado de cómo funcionó este negocio y cómo se ha podido conservar, no todo por supuesto, pero si gran parte de máquinas y utensilios.
El edificio nazarí, construido entre los siglos XII y XIV, alberga una de las almazaras más antiguas de España, y que según cuentan los abuelos del pueblo, estuvo funcionando hasta uno o dos años después de la guerra civil. Este molino es propiedad de la Fundación Zayas Osorio-Calvache.
Está dividido en cinco dependencias, empezando por el patio de acarreo de aceituna, terminando en el despacho, con sus grandes tinajas donde se almacenaba el aceite, y pasando por el pequeño molino de tracción animal, la alberca y el propio molino movido por agua. Aperos de labranza, enseres campesinos y todos los utensilios necesarios para la obtención del aceite completan la exposición.
El recorrido por la almazara es un auténtico viaje al pasado, pero en el que algunas personas mayores descubren aún muchos de los utensilios que ellos han utilizado. En el exterior se pueden observar aún como eran los «almacenes». En el patio de acarreo, donde hay unos pequeños cubiles para la aceituna -(a)trojes o arrojes-. Estaban numerados y eran asignados a los cosecheros que por orden iban aportando su aceituna por «cargos», cantidad que se prensa en una sola vez. Un cargo o «viga» es aproximadamente 250 Kilos o cinco fanegas de aceituna.
El funcionamiento del molino es el siguiente:
– El entrojado o almacenamiento de la aceituna: el patio de acarreo está formado por varios trojes (compartimentos) en los cuales cada propietario depositaba su aceituna para luego llevarse su propio aceite. En estos trojes la aceituna esperaba su turno para ser molida y prensada, esto se hacía por riguroso orden de llegada.
– La molienda: antes de prensar la aceituna, hay que molerla, esto se hacía en los dos molinos existentes, el de sangre y el hidráulico.
El molino de sangre es de tracción animal, de origen romano, movido por la fuerza de una bestia (mulo o asno) que con los ojos tapados, giraba en sentido contrario a las agujas del reloj, mientras el molinero iba echando delante de ella la aceituna, de esta forma se creaba la pasta, que no es otra cosa que aceituna triturada.
El molino hidráulico cumplía la misma función, crear la pasta con la aceituna, para ello se utilizaba la fuerza del agua de la acequia del Canalón, con la cual se crea un chorro a presión, chorro con el que se hace girar el molino gracias al rodezno (especie de turbina situado bajo el molino) al que está unido el eje que arrastra la piedra.
– El prensado: Una vez molida la aceituna se pasaba a realizar su prensado para obtener el aceite, esto se hacía en las dos vigas, de casi 12 metros, que hay en la Almazara. Se realizaban dos prensados, uno en frío o temperatura ambiente del cual se obtenía el aceite de mejor calidad para alimentación y otro posterior en caliente del cual se obtenía aceite de peor calidad que se utilizaba para hacer jabones o para iluminación.
Los aceites se recogían en pozuelos comunicados entre sí, con los cuales se separaba el aceite del alpechín por la diferencia de densidad.
Enlaces de interés: http://www.adurcal.com/mancomunidad/guia/niguelas/almazara.htm
Santiago Salas Martín, arquitecto de Grarquitectos