Si le digo que aparte de los comercios, sus decisiones de compra son de gran interés para mí y su vecino, tal vez me tache de exagerado y conspiranoico. No lo crea. Aunque no se dé cuenta, cada vez que toma un café o compra en una tienda, su gasto nos interesa a todos porque suma para medir la evolución de los precios de un mes a otro. Sin que se dé cuenta, es posible que su próxima adquisición la haga en algunos de los establecimientos que están monitorizados por el Instituto Nacional de Estadística (INE); o lo mismo y sin saberlo, aquella cerveza pendiente, la page un amigo que dio consentimiento para hacer pública su “cesta de la compra”. Con los precios, (cifra), y las cestas, (relevancia), el INE elabora el Índice de Precios de Consumo, más conocido por sus siglas IPC.
De un modo u otro, sus compras y la de todos, influyen en el bienestar económico y social de nuestro país. Por ello es de vital importancia que el Banco Central de Europa pueda contar con una herramienta que mida las variaciones positivas, (inflación), o negativas, (deflación), para adoptar medidas de política monetaria que garanticen la estabilidad de los precios y del euro. Si no fuese así, si los precios estuvieran descontrolados al alza, el valor de su dinero se quedaría en papel mojado, o lo que es lo mismo, sus ahorros se volatizarían de un día a otro. Así ocurrió en la Roma imperial, en la Alemania de Weimar, o más recientemente en Zimbabwe, donde se llegó a emitir un billete de cien trillones de dólares. Por el contrario, si los precios encadenaran una espiral bajista, el valor de su dinero sería mayor pero con toda seguridad le bajarían el sueldo o acabaría en el paro, dado que los bajos precios obligarían a las empresas a ajustar sus márgenes productivos.
Queda claro que controlar la evolución de los precios a través del IPC es fundamental para garantizar a lo largo del tiempo la estabilidad de nuestra capacidad de compra o “poder adquisitivo”. De ahí la relevancia económica de este índice que, además, sirve como referencia estrella a la hora de actualizar salarios, pensiones, contratos y, sobre todo, el “precio del dinero” o interés con el que paga sus compras a crédito o su hipoteca.
Pero ¡será capaz el Gobierno de Rajoy este año de tener superávit en todo !!!, y hasta la aclaración total del asunto Bárcenas???