Una correcta planificación de sus gastos es vital para llegar a fin de mes. :: AGENCIAS
Una correcta planificación de sus gastos es vital para llegar a fin de mes. :: AGENCIAS

Llegar a fin de mes es uno de los retos más sufridos por cualquier mortal que esté en nómina o viva de su trabajo como autónomo. Si no es de los que almuerzan en la intimidad de un lujoso restaurante con el director de su entidad financiera, le interesa saber unos prácticos consejos para gestionar correctamente sus finanzas y evitar que cada primero de mes su cuenta se quede tiritando.

Empezaremos con la vivienda, el principal y más importante gasto, independientemente de que se opte por un alquiler o por comprar una propiedad. Para ambos casos, la recomendación de la máxima autoridad monetaria, el Banco de España, es que no se dedique a la misma más del 30 % de los ingresos netos – impuestos descontados -. Por tanto, para una nómina anual neta de 15.000 euros que se cobra en doce mensualidades de 1.250 euros, lo correcto sería no pagar más de 375 euros en la letra de una hipoteca o en el alquiler de la vivienda.

Evidentemente, si se opta por la opción del arrendamiento, no habrá problema para buscar un apartamento y comenzar a vivir sobre la marcha. Si se cuenta con una pareja que contribuya económicamente, las opciones de acceder a un piso decente se incrementan notablemente en cualquier capital, sin condicional la movilidad laboral y la capacidad financiera ante posibles adversidades económicas, además de contar con una predisponibilidad inmediata.

Vivienda en propiedad para ‘vivir’

Sin por el contrario, se inclina por la compra de una vivienda, deberá empezar por someter su viabilidad económica futura a una prueba de estrés financiero en diferentes entornos favorables y adversos, teniendo en cuenta las variables determinantes que van a influir en el pago futuro de las cuotas de la hipoteca como el tipo de interés, la evolución de su salario y los posibles gastos futuros, (automóvil, familia, salud…). Todo ello con una perspectiva acorde a la vida del préstamo: quince, veinte o treinta años.

Una vez analizada la capacidad de apalancamiento de la que dispone, la segunda tarea es determinar qué inversión inicial puede realizar dado que, siguiendo las recomendaciones del Banco de España, lo deseable sería realizar una entrada entre el 20 o 30 por ciento del valor de la vivienda. Si no dispone de ese margen o el tiempo que le dan para la entrega de la vivienda no es suficiente para llegar a él, no lo dude, la vivienda no está indicada para su capacidad financiera. Incluir la entrada en la hipoteca es un grave error que comprometerá su viabilidad económica futura.

Siguiendo el ejemplo de sueldo mensual de 1.250 euros netos, la hipoteca máxima que un banco estaría dispuesta a conceder no superaría los 90.000 euros a 30 años. Si el periodo se acorta, las cuotas serán más elevadas y posiblemente no quede otra opción que reducir el montante principal para conseguir respetar la regla del 30 %.

El sueldo de un año para el coche

El siguiente gasto más importante que se hace después de la vivienda, es el automóvil. Para este caso y al igual que en la vivienda, bastaría con aplicar las recomendaciones del Banco de España para realizar una buena compra. No obstante, en el mundo de las financieras automovilísticas existen unas reglas básicas para no gastar más de lo que uno debe en un automóvil.

La primera regla es que no debe gastarse en un coche más de lo que ganaría en un año, descontando las letras que ya se tengan, (hipotecas, plan de pensiones, préstamos…). Para el ejemplo que tenemos aquí y si no existiera ninguna carga financiera, no debería gastar más de 15.000 euros en la adquisición de su vehículo. Si dispone de ese dinero, no opte por la financiación y pague el coche al contado.

Si como es previsible en la mayoría de los casos, no le queda más remedio que pedir un préstamo, tenga en cuenta la segunda regla del 20/4/10: anticipe el 20 por ciento de la entrada del vehículo. Si no puede pagarla, no compre ese coche. No se endeude en más de 4 años. Y evite que la cuota a pagar supere el 10 por ciento de sus ingresos mensuales. Si el vehículo elegido supera estos requisitos, es que puede permitírselo.

Ahorre para jubilarse

El tercer gasto más importante al que debería prestar especial atención no es otro que el destinado a garantizar una retirada laboral holgada. Hablamos de planes de pensiones, de compra de acciones, fondos o cualquier modalidad de inversión que se le reporte dividendos o se beneficie de las virtudes del interés compuesto a largo plazo.

Con el actual panorama demográfico, muchos son los españoles que creen que el actual sistema público de pensiones no podrá hacer frente a la jubilación de todos sus cotizantes en el futuro, tal y como se presta hoy. O bien no todos podrán cobrar, o lo que se cobre será una renta bastante reducida. Por ello es vital que tenga un sistema de pensiones que complemente dicha renta para no recortar drásticamente su nivel de vida.

Lo mejor es empezar cuanto antes a invertir para su jubilación. Si opta por un plan de pensiones por las bonificaciones fiscales que tiene, sepa que no debe superar los 8.000 euros al año en aportaciones. Evidentemente, con el sueldo de nuestro ejemplo, sería un suicido económico aportar dicha cantidad, por ello lo recomendable es dedicar entre un 5 o 10 por ciento de los ingresos mensuales para no comprometer el resto de compromisos de pago en el presente. Eso sí, hay que ser constantes y, en la medida de lo posible, incrementar cada año la aportación en función del IPC. En este caso, si se empieza a aportar a partir de los 30 años entre 50 o 100 euros mensuales, sería suficiente para garantizar un complemento en la pensión entre 200 o 350 euros mensuales. A más tiempo o más cantidad, mayor será el dinero a recibir en el futuro.

Por tanto, después de hacer frente a estos tres gastos indispensables, la nómina de 1.250 euros se queda en 750 euros. Posiblemente no dé para muchos caprichos, pero sin duda alguna podrá ‘sobrevivir’ sin una losa económica que condicione su futuro y su capacidad de pago ante posibles imprevistos.

 

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