Susana Díaz y Juanma Moreno ya pueden wasapear, aunque la gran incógnita es el nombre con el que cada uno habrá añadido al contrario a su agenda.
-“Susana, no me mandes más chistes de Rajoy :))
-Perdona, Juanma, quillo, es que me he confundido con Paco Conejo.
-¿Conejo? Pero si mi apellido empieza por ‘m’”.
Ahora entiendo a qué se referían cuando hablaban de una nueva forma de oposición. Se ve que Juan Ignacio Zoido venía de la era del fax y del telegrama y lo más parecido a un emoticono que había visto era un pin con la cara de José María Aznar. La comunicación resultaba imposible.
En cambio, con el guasa es otra cosa. Ahora ya pueden espiar a qué hora se acostó cada uno o crear un grupo para criticar a María Dolores de Cospedal, por ejemplo.
Guasas a parte, es positivo que dos líderes de una misma generación abran una nueva etapa de diálogo e intenten hacer política de otra manera. Y que busquen oportunidades en una tierra que también tiene que renovarse; donde -como siempre- a unos les va mejor que otros. Los políticos le llaman plan de empleo; pero lo que hace falta es trabajo.
Y a propósito de trabajo. Me cuentan que una institución granadina ha contratado una aseguradora para llevar las “contingencias” de sus funcionarios -las comillas son de quien me lo dice-. La compañía, que como se puede imaginar no esperaba ni por asomo tener tanta suerte, ha tenido que ampliar su plantilla de médicos. Y según la leyenda que circula, hay uno -un político, para más señas- que se ha puesto la bata blanca por primera vez desde que dejó la facultad.
Estas son las cosas que me mandan a mí por whatsapp.
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