Tres faltas de ortografía en una sola palabra

La consejera Adelaida de la Calle ha sugerido a los profesores andaluces que empleen un lenguaje con distinción de género, como si las palabras -igual que ocurre con los ángeles- no tuvieran sexo.

Así, la exrectora plantea que se distinga entre alumnos y alumnas y, en lugar de hablar de políticos, se utilice la ‘clase política’; aunque eso de suponer ‘clase’ de forma genérica a nuestros dirigentes sea un pelín pretencioso.

Según estas recomendaciones, el apellido de la consejera también podría resultar un tanto discriminatorio y quizás fuese más apropiado sustituirlo por Adelaida de la Vía Pública. Lleva razón la titular de Educación, porque hay palabras que en su tránsito del masculino al femenino cambian radicalmente su significado. Ya se sabe que no es lo mismo ser un ‘cargo público’ que una carga.

Sin embargo, quizás los políticos -incluso alguna política- tendría que preocuparse menos de adoctrinar al alumnado y enseñar a los propios políticos algo de ‘letras’ para que no terminen montando el ‘número’.

Alguien todavía debe pensar que la diéresis es una enfermedad de la familia de la psoriasis.

Para muestra este cartel que la Diputación ha instalado a la entrada del pueblo de Güevéjar. Según el actual gobierno provincial, fueron sus antecesores los artífices. Aunque no les debe desagradar el resultado cuando así luce todavía.

(Al final resultará que lo ha puesto el periodista).

Hasta ahora se había dado el caso de quien prescindía por error de la tilde sobre la ‘e’. O el que olvidó los dos puntitos encima de la ‘u’. Pero no se había detectado una grafía de este tipo. Con tres faltas de ortografía en una sola palabra.

Al menos, no escribieron Gúevejar y Gúevejor.

gúvejar

10 Comentarios

  1. Algunos y algunas (que es peor), piensan que la igualdad es pegarle patadas al diccionario. Me pregunto por que no se esmerarán en sacar leyes de verdad, tales como igualar los salarios para puestos iguales, destinar mucho más dinero a la violencia de género, formación de verdad, etc…. Estamos gobernados por……. (no acabo de encontrar el adjetivo adecuado…..) algúnos/as parecen haber salido de un pudriendo intelectual.

  2. Hace tiempo escuché que cierta “clase política” catalana estaba intentando crear un “lenguaje de signos en catalán”, o sea: que los sordos o mudos catalanes, que hablan un lenguaje internacional de signos y pueden no sólo hablar con los españoles sino también con gente de otros países sin problemas… ya no podría hacerlo. No sé si finalmente habrán realizado esta estupidez. Aquello me preocupó pero soy de los que piensa que cada uno debe de defender su libertad y no sentarse a esperar que otro le proteja, así que deberían de ser los propios catalanes los que se quejaran y si no, entonces es que eso es lo que querrían.
    Debo de estar haciéndome viejo, o vago, o cobarde; porque ya me importan bien poco las estupideces que intentan hacer con nuestro español los politicuchos andaluces. Por suerte llegaron tarde para adoctrinarme a mí y todavía puedo escribirme con gente de América sin que tanto cambio en el leguaje nos impida una comunicación fluida.
    La mayoría de la gente que quiero y vive fuera de España tiene su vida en Miami, y allí todavía el 80% de la población habla español, no “andaluz adoctrinado”.
    (Y por si alguno todavía no se ha dado cuenta: me siento orgullosísimo de mi tierra andaluza. Una pena que haga falta hacer esta aclaración).

    1. No se si sabes que la lengua de signos también tiene sus variantes y que no toda es la misma.
      No es lo mismo lengua de signos española que lenguaje internacional de signos. De nada.

  3. Hace poco salió en los medios que la Junta de Andalucía había aprobado un Proyecto de Escelencia (sic) para estudiantes. Se veía la falta de ortografía en la documentación entregada a la prensa, en fin…

  4. «que empleen un lenguaje con distinción de género, como si las palabras -igual que ocurre con los ángeles- no tuvieran sexo.»
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    Creo que lo criticable es exactamente lo contrario: la señora consejera cree que las palabras tienen «sexo», cuando lo que tienen es «género gramatical», que es una cosa muy distinta. Con independencia de su sexo, una «persona» es de género gramatical femenino, y esta misma «persona» pasa a ser de género gramatical masculino cuando se describe como «ser humano», sin que este cambio gramatical suponga ningún cambio en sus gónadas. Muchos doctos varones han sido «autoridades» (en su campo de conocimiento o en la administración pública) sin que el género gramatical femenino de este titulo los haya dotado de ovarios, así como la señora consejera es «miembro» del gobierno autonómico, sin que ello suponga el más mínimo riesgo para su aparato genital femenino. Pero no busque tal aparato genital en una «mesa», por más que tenga género gramatical femenino, y si esta mesa resulta ser un «escritorio», el género gramatical masculino tampoco la dota de pene ni de testículos.
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    La confusión entre género gramatical y sexo le viene a nuestras feministas de traducir literalmente del inglés, lengua en la que el mecanismo gramatical del género funciona de una forma totalmente distinta al español: allí sólo tienen género gramatical los pronombres singulares de tercera persona (he/she/it) y el posesivo (her/his/ist), todos los cuales, en efecto, tienen una casi perfecta identificación entre sexo y género gramatical. Pero esta identificación no existe en español (ni en las otras lenguas románicas), por lo que aplicar sin más las recetas inventadas para el inglés sólo se explica por una combinación de ignorancia y colonización cultural.

  5. Llevo años estudiando lenguas extranjeras para mi profesión. El español tiene una de las ortografías más simples. Hace 6 años que estudio el croata y eso si es difícil de escribir bien. O el francés, con una transcripción sólo parcialmente representativa del idioma hablado. Y aún así, y sobre todo en los comentarios en prensa, pero también en los propios artículos, es imposible no pasmarse.

    La gente no quiere invertir ni un rato en aprender. Lo de la corrección política es la última pseudoidea que nos quieren colar, sucedáneo de ningún cambio serio y de verdad, de ningún proyecto que ponga en peligro el cómodo estatus del que goza esa caterva de mediocres, que todo y a todos bloquean.

    Las faltas en panfletos, folletos, diarios, carteles, son algo tan habitual que ya intento no hacerme mala sangre, porque son omnipresentes.

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