Otro regalo para recordar el Corpus de antes. Un grupo de amigas se dirigen al ferial del Paseo del Salón para disfrutar de una tarde de feria. Quizás camino de algún baile en la caseta de la Real Sociedad de Tenis, que era de lo más elitista, o a la del Centro Artístico que se extendía desde la Biblioteca hasta el puente del Genil, o quizás subieran a la verbena de la Asociación de la Prensa… Puede que tan solo se queden paseando por la Gran Vía para ver ‘la salida de los toros’, el desfile de coches de caballos al terminar la corrida del día…   Poco sé de la imagen. En su reverso no encuentro ni una fecha, ni ninguna pista que me permita saber más de estas amigas. Quizás la chica del centro acaba de prometerse, pues enseña orgullosa su anillo de compromiso. Una vez leí en un artículo de Juan Bustos que las novias lucían un coqueto  sombrero… puede que como el que lucen dos de las amigas ¿no les parece?

Al elegir esta foto, he recordado una pastoral del arzobispo Balbino Santos Olivera, publicada en el periódico durante el Corpus de 1952. En ella  recordaba a sus feligreses que en estos días de festejos, hay que divertirse, ¡cómo no! pero no hay que descuidar la moral. «Deben evitarse los espectáculos indecorosos» y «declarar la guerra sin cuartel a la inmoralidad y al impudor», «que no os absorba lo profano, que no se reproduzcan en estos santos días del Corpus y su octava, las comedias lascivas, bailes deshonestos y representaciones profanas».

6 comentarios en Un grupo de amigas en el ferial y las pastorales del arzobispo

  1. Hace mucho tiempo, tanto como quince a veinte años menos de los que tengo, que el Corpus era para mí, una puerta abierta a miles de sorpresas, por las que había proyectado abrir, desde muchos meses antes. El día comenzaba desde el balcón de mi casa. Si, porque mi casa estaba y sigue estando en la calle Doctor-Oloríz. Era impresionante el lujo de colores en gentes que gozosas procesionaban hacia la plaza de toros. Mozas con mantilla, en coche tirado por corceles airosos en su piafar elegante, y casi podía imaginar danzante, que abrían camino entre el asombro y algún piropo de los viandantes, que con su puro, aun sin encender, y la garrafilla de vino acompañado de un buen bocadillo de chorizo, todo ello para en el descanso, darle buen ataque entre chistes y saludos a gritos hacia aquel amigo del tendido de sol, quizá para hacerse ver que el tenia sombra. Eran tiempos del Litri, Aparicio, Diego Puerta, Montenegro y Mariscal, y otros más. Entonces yo, mozalbete que solo tenia unas perras para las maquinas eléctricas o posiblemente para entrar en el baile del SEU o del casino del teatro Cervantes, no tenia para entrar en aquel lugar de jolgorio y aplausos al ritmo de un largo “olé”, por lo que mi disfrute, era oír el alegre murmullo puertas fuera, sufriendo tanto, que aun me duele.
    De manera, que llegadas las diez de la tarde, de esa tarde calurosa de junio, me lanzaba a la aventura en compañía de amigos sin rumbo previsto. Primero era un largo paseo arriba y abajo, por el ferial que estaba a orillas del Genil. Un cortejo a chavalas por aquí, un juego a la maquina de bolas laberínticas, un vistazo al Circo Americano ¡carísimo para comprar una entrada!, dos o tres fichas en los coches de choque …y al final, alguien dice que en los jardines de los Mártires podíamos intentar “colarnos”, y así fue, porque a la entrada del piano, le ofrecimos a quienes cargaban con el, que le ayudaríamos para así dejar el piano en su lugar, ponernos nuestras chaquetas recién estrenadas “para fiestas” …y bailar. Bailar toda la noche, con las niñas bonicas de Graná. Pero años mas tarde con mi carné de Periodismo-Universitario, pude entrar gratis y airoso sin problemas, recordando alegre tiempos pasados.
    Eran tiempos en los que ser estudiante, era un coste para cortos sueldos paternos y un acicalamiento materno para que el niño fuese bien trajeado y bien atusado su pelo de brillantina. Pero eran días llenos de ilusión, que se magnificaba cuando esa niña de ojos tiernos, te ponía el brazo en el hombro y con palanca en el pecho mío, te miraba con sonrisa y mofletes rojillos como una amapola triguera. ¡Que hermosa noche la de aquel día!
    Sin olvidar que todo comenzaba con la procesión entre mastranzo y toldos por la calle Reyes Católicos del desfile civil con la Tarasca, el pendón de los RR.CC, el cofre de algo que nunca supe lo que contenía y la Custodia que siempre con nuestra devoción, salía de la catedral entre toda la curia y monaguillos, al sonoro volteo de campanas. Era una estampa de color y alegría del pueblo, que por mucho tiempo que ha pasado, conservo en mi memoria sin que me falten detalles, que omito por no hacerme extenso. ERAN OTROS TIEMPOS.

    • Muchas gracias por este comentario. Es lo más bonito de hacer este blog, que los recuerdos se cuenten con los sentimientos de los que los han vivido.
      Gracias de nuevo

  2. Pues si, don Alberto Granados. Cuatro o cinco años después de tu primera papilla que se indigestó ante tan escandalosa misiva de don Balbino, yo por aquellos días, en mis años de pubertad, hacia malabares amorosos para conseguir que una bambina aceptara mis galanteos, para poder coger la mano en el cine, o en el baile rozarle sus tiernas carnes. Y mira que mi “bien-pensancia” tenia recursos de los que hoy nadie necesita. Aquellas bestias-negras de curas y obispos, ya diezmados durante los años treinta del pasado siglo, nos advertían de las maldades del pecado y la lascivia, pero la juventud era atrevida y luchaba sin conseguir nada en ello y el tiempo y las buenas maneras hacían lo imposible y se llegaba a “casi todo”, incluso “al altar”. ¡Fíjate como pasan los años! ¡Las vueltas que da la vida! En tanto tu, aun te escuecen esas seis décadas pasadas. ¿Qué has hecho en tanto tiempo? No te amargues la vida en tus sanas intenciones de la “memoria histórica”. Hoy en día tenemos otros problemas por los que emplear tanta intención. Atiende a los políticos y cercenarles sus opíparas cenas en Marbella o “los despidos improcedentes a su familias con opíparos dispendios vitales”.
    En aquellos tiempos siempre estaba la madre y sus consejos. La cultura no estaba como el NODO, “al alcance de todos los españoles”, y siempre se necesitaba de alguien que te advierta de los engordes inoportunos. Hoy la cultura en esta piel de toro, sigue sin alcanzar los niveles europeos y todavía hay muchos que por miedo a mirar hacia adelante, sigue entreteniendo a los demás, mirando atrás. ¡Eso si!, sin perder nuestras propias posiciones éticas. La ética y la estética, son dos gracias que poca gracia prodigan. GRACIAS

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