«Dios Mío, ¿qué hemos hecho?»

El 6 de agosto de 1945, las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos lanzaron el primer ataque nuclear de la historia contra la ciudad japonesa de Hiroshima

Dios mío, ¿qué hemos hecho?», escribió precipitadamente en una página de su diario el copiloto del Enola Gay, Robert Lewis, cuando la primera bomba atómica comenzó a desfigurar la ciudad costera de Hiroshima. Eran las nueve y cuarto de la mañana del día 6 de agosto de 1945. La explosión acabó de manera inmediata con la vida de ochenta mil personas pero, a finales de aquel año, los muertos se elevaban a unos ciento cincuenta mil. El 8 de agosto, IDEAL publicó la información en su portada con el titular «Los yanquis utilizan con éxito la bomba atómica por primera vez en la historia». «La energía atómica puede destruir el mundo», añadía el subtítulo.
Muchos años después, Estados Unidos justificaba que las masacres atómicas de Hiroshima y Nagasaki habían servido para acortar la guerra y que, en consecuencia, habían salvado muchas vidas. Era mentira. Cuando Truman tomó esta cruel decisión, Japón estaba al borde de la derrota, una rendición que se hizo oficial el 15 de agosto. Sin embargo, en la información del día de la masacre, la prensa internacional hablaba de «su aprovechamiento para la paz».

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En su edición del 9 de agosto, IDEAL ampliaba la noticia: «Toda señal de vida extinguida en Hiroshima», se lee en la portada.
Aquel día, este periódico informaba además sobre el extraño suceso del «bólido caído en Diezma». «Se le vio cruzar el espacio en dirección norte dejando tras sí estela de brillante dorado, que aumentó al aproximarse al suelo. Al caer produjo una fuerte llamarada de humo y desapareció». Quizás para tranquilizar a la opinión pública, conmocionada por los terribles acontecimientos históricos, se aseguraba que el fenómeno no tenía nada de extraño, ya que se esperaba para el diez de agosto las «terceidas», las lágrimas de San Lorenzo, lluvia de estrellas que ya era popular observar. Unos días más tarde, el suceso volvió a repetirse y una partícula que cayó del cielo quemó el brazo de una mujer que se encontraba en el patio de su casa del Cerrillo de Maracena. Se descartó que la chispa pudiera proceder de su cocina o que se tratara de una chispa eléctrica.

Madrugar en la playa para ver sacar ‘el copo’

A primera hora del día, cuando el frescor de la mañana ensancha los pulmones, un grupo de curiosos rodea a los pescadores en cualquier playa del litoral. Los marengos se afanan en la sacada del ‘copo’, y arrastran hasta la orilla las redes con la captura del pescado más pequeño que ronda la orilla al amanecer. Es temprano y todavía no hay sombrillas en la arena, pero ‘el copo’ es casi una atracción turística. Varios pescadores se dirigen mar adentro en una pequeña barca de remos. copo

 

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Andrés Segovia ‘descubre’ el Patio de los Leones

La noche del 24 de junio de 1955 Andrés Segovia comenzó su actuación en el Salón de Reyes de la Alhambra, pero hacía tanto calor que, en la segunda parte, el maestro decidió continuar en el Patio de los Leones. Las crónicas cuenta que, además del calor, el reducido espacio del Salón impedía a los espectadores ver bien las manos del maestro, así que ordenó que llevaran su silla y su taburete al templete y el público lo siguió hasta el patio, aunque parte del auditorio se conformó con un hueco en el bordillo.

Un acalorado concertista le comenta al promotor del Festival, Antonio Gallego Burín, que se sale al patio a terminar su actuación
Un acalorado concertista le comenta al promotor del Festival, Antonio Gallego Burín, que se sale al patio a terminar su actuación

Así, de esta manera improvisada, el Festival descubrió uno de sus escenarios más emblemáticos, un lugar que estos días habría cumplido 60  años de conciertos. Las notas sublimes del ‘Bourree’, la exquisitez del ‘Preludio’  o el sabor medieval de la famosa ‘Gavota’ de Bach, fueron las primeras que se escucharon en este marco privilegiado. Nunca más volvió a utilizarse el Salón de los Reyes, estrenado para estos menesteres por el ‘Cuarteto Vegh’ en 1953, y fue sustituido por el Patio, lugar imprescidible de los recitales alhambreños hasta hasta el año 1974. Por entonces el Patronato de la Alhambra llevaba varios años intentando devolver al recinto su antigua fisonomía y plantar un jardín. Ya no había espacio para el público y el Festival dejó de programar conciertos junto a la Fuente de los Leones.

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Concierto a cargo de la Agrupación Nacional de Música de Cámara.

El último tuvo lugar un año antes, el 2 de julio de 1973 con el Cuarteto Festival de Granada como protagonistas. Esta y otras anécdotas las cuentan José Luis Kastiyo y Rafael del Pino el libro de la historia del Festival Internacional de Música y Danza de Granada.

Para el calor, melón y agua de la Fuente de la Bicha

Vendedores de melones y aguadores volvían a las calles de la ciudad cuando llegaba el calor. Personajes de la Granada de ayer, tipos que permanecen en el recuerdo de los más mayores

Este artículo publicado en la sección Puerta Real de IDEAL en julio de 1965 recuerda uno de los populares puestos de melones de la plaza de los Lobos, pero también los había en San Isidro, la Mariana, el Campillo, la Trinidad el Albaicín o el Realejo. Eran unos puestos miserables y harapientos, cuyos vendedores dormían sobre sacos.

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Recuerdo que Juan Bustos escribió en alguna ocasión que había quien compraba un melón en alguno de estos puestos callejeros y le inyectaba un poco de aguardiente dulce. Se dejaba enfriar y se lo comían en un banco del Salón, de la Mariana, la Trinidad o el Camino de Ronda. Saborear sin prisas aquellas ‘tajás’ dulcísimas que sabían a gloria era un auténtico placer.

En la calle Mesones, un puestecito ofrecía agua fresca de la Fuente de la Bicha. Mariana Lemús llevaba desde 1951 vendiendo el codiciado líquido tan preciado por los granadinos. Junto a las damajuanas, una coplilla animaba las ventas
«¿Quiere tener buena salud
y ser un roble en la tierra?;
beba agua de la Bicha
y el corazón de una piedra»

 

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Carlos Gardel, el dios del tango

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Murió hace 80 años y se convirtió en un mito. Carlos Gardel perdió la vida en un accidente de avión en Medellín hoy hace 80 años. Hay quien dice que era francés, otros que uruguayo y no falta quien asegura que en realidad era argentino y que se hizo pasar por emigrante para ocultar su origen humilde. Granada no tiene argumentos para ser cuna de Carlos Gardel, pero recupero del archivo de IDEAL una noticia publicada el 20 de agosto de 1969 en la que, como en el caso de otras grandes leyendas de la música, se asegura que el Zorzal no murió en aquel fatídico accidente, sino que continuaba vivo, aunque desfigurado, en una hacienda de Medellín.

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La noche de San Juan

Era una noche de leyendas, misterios y ritos: el trébol, el huevo estrellado, el baño al filo de la media noche y las hogueras. En Granada el fulgor provenía de la Sierra o de las caserías de la Vega, donde los pastores y cortijeros celebraban con fuego la noche mágica. También se encendían hogueras en la Alhambra, majestuosas luminarias que alumbraban el cielo de la ciudad y, en el mismo momento en el que repicaban doce campanadas en la Torre de la Vela, los granadinos refrescaban su rostro con las aguas purificadas del Darro o del Genil.

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El sortilegio para convertir el agua en milagrosa obligaba a incluir en la pócima tréboles de cuatro hojas recogidos en las márgenes del río y recitar el conjuro:
«La mañana de San Juan
cuaja la almendra y la nuez.
Así cuajan los amores
cuando dos se quieren bien».
El paseo del Salón, decorado con adornos venecianos, era uno de los lugares preferidos para la celebrar la fiesta y para cumplir con el rito había que lavarse en las fuentes de la Bomba y la Ninfa. Al llegar a casa, una clara de huevo dormía en un vaso de agua junto a la ventana.
En los primeros años del siglo XX, el Liceo o el Centro Artístico organizaban animadas veladas en Los Mártires o en la popular Caseta del Genil.

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Pero las costumbres de la noche de San Juan, cargadas de tipismo y de ritos ancestrales fueron desapareciendo.

[*] En ‘Miscelánea de Granada‘ César Girón dedica un capítulo a la celebración en Granada de la noche de San Juan.

La ‘elegancia’ masculina veraniega

Este diario estaba convencido de que la elegancia masculina navegaba a la deriva. El incipiente turismo acercaba hasta la ciudad a extranjeros con atuendos que se consideraban  verdaderamente estrambóticos y de «una audacia sin precedentes», tal y como describía a estos modelos un artículo de IDEAL publicado en junio de 1950.

Uno de los aspectos que más preocupaban era el de la corbata «cada día más llamativas las hay de tres clases -continuaba el redactor- las que recuerdan una experiencia bacterológica al microscopio con hemoglobina, estafilococos y danza de bacilos luminosos. Las que reflejan asuntos emocionantes y sentimentales (generalmente pintados sobre la corbata): puestas de sol, góndolas venecinas, paisajes marinos, molinos de viento, etc.. y las corbatas ‘ligeras’ con dibujos de mujeres fosforescentes».

Para resumir estas nuevas tendencias, el periódico incluye una ilustración, un ejemplo de elegancia, buen gusto y distinción. Modelo ideal para las veladas del Festival. 1950_elegantes

Los reyes de Jordania visitan Granada

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El 13 de junio de 1955 los reyes de Jordania, Hussein I y su esposa, acompañados por un séquito de catorce personas,  visitaron Granada. Les recibió el alcalde Manuel Sola, cicerone en su paseo por la Alhambra. El joven rey, que apenas había cumplido los veinte años, tan solo conoció la Alhambra y el Generalife. La reina Dina (la primera esposa del monarca que se casaría cuatro veces),  también quiso visitar la Capilla Real. (más…)

Comienza el derribo de La Manigua

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El 4 de junio de 1940, el alcalde de Granada, Antonio Gallego Burín, con impecable traje, rodeado de concejales y con el indispensable sacerdote, en este caso les acompañaba Gregorio Espín, iniciaba la demolición de la antigua Casa de Socorro en el Campillo, la primera en ser derribada para el saneamiento de la Manigua, el barrio rojo de la capital granadina, zona de juergas, tabernas, de gentes de vida alegre y desvergonzada, «de vicio y degeneración». Un lupanar que, como decía una nota de la alcaldía, había hecho que la ciudad «se deshiciera material y espiritualmente». Contaba Juan Bustos («El nacimiento de la calle Ganivet» IDEAL, 18 de septiembre de 2004) » (más…)

Flores para Gerardo Diego

La celebración del IV centenario de la muerte de San Juan de Dios sirvió de excusa para organizar en Granada unos Juegos Florales. Tuvieron lugar el 12 de junio de 1950 en el Palacio de Carlos V. Los Juegos consistían en la lectura y entrega de unos premios de poesía, pero con una pomposa puesta en escena. Se concedían tres galardones, un mantenedor leía el discurso principal y se elegía a una ‘reina de los Juegos’, que encarnaba el ideal femenino de la época. En aquel homenaje a San Juan de Dios, José María Pemán, actuó de mantenedor. La ‘flor natural’, el máximo galardón del concurso, se entregó a Gerardo Diego por el poema ‘Amor de caridad’ y Manuel Benítez Carrasco y el canónigo de Zamora, Romero López, conseguían sendos accésits. La elegida como ‘reina’ fue la hija del ministro de Educación José Ibáñez, que a su vez actuaba como presidente del concurso, y que posaba (la chica, no el ministro), rodeada por la ‘Corte de amor’, un séquito de compañeras ataviadas con pomposos vestidos de baile.

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