«El Territorio Comprometido»
El paisaje rural se diferencia de otros tipos de paisaje en el hecho de que el territorio que ocupa se desarrolla una actividad rural, esto es, básicamente agrícola, ganadera o forestal, implicando por lo tanto una presencia activa del hombre. Esto representa por un lado un elemento alterador del paisaje (no necesariamente negativo), pero por otro lado aumenta la importancia del mismo. La relación existente entre el hombre y el medio natural en el que desarrolla sus actividades le convierte no sólo en usuario del entorno, sino también en encargado de modelarlo y adaptarlo a sus necesidades.
El patrimonio de los paisajes agrarios tradicionales, creado con el esfuerzo milenario de agricultores y pastores mediterráneos como las vegas, las dehesas, los bancales y las terrazas en laderas o las huertas, representan una de las expresiones más importantes de la diversidad y riqueza paisajística de Andalucía.
La conservación de paisajes en su conjunto o de determinados elementos del paisaje (setos, bosquetes, vegetación de ribera, cercas, paredes de piedra, etc.) no sólo mantiene la riqueza y diversidad paisajística de Andalucía sino que al mismo tiempo contribuye a la preservación de otros valores o bienes ambientales (biodiversidad, ecosistemas, hábitats de la fauna y flora, y corredores biológicos).
El mayor inconveniente en la conservación es la viabilidad económica de los productos obtenidos, situación que podría cambiar si se logran aplicar mecanismos que valoren sus aportaciones al ocio, recreo, uso didáctico y científico y, en general, al disfrute del ciudadano. En definitiva, que definan el beneficio de la producción de bienes públicos no valorados todavía lo suficiente por el mercado, pero sí y cada vez más, por la sociedad.
Fuente: ‘Manual para la diversificación del paisaje agrario’.
Por Gosia Janusz. Paisajista de GRarquitectos
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