Hoy hemos abierto el diario Ideal con el ‘Gran Premio de Andalucía’, una magnífica portada con una no menos magnífica ilustración en la que los dos candidatos, Griñán y Arenas, se muestran como pilotos de sus escuderías.
La campaña electoral en Andalucía va a ser de aúpa. Para muestra el botón de hoy aquí mismo, en Ideal.es:
.-‘San Telmo, en la meta’, por María Dolores Tortosa.
.-Griñán en Atarfe, Granada: ‘Hay que frenar esta marea conservadora’.
.-Javier Arenas en Jaén:‘«Destinaré lo robado con los ERE a familias sin recursos»
Cabe rescatar, en este momento, dos imágenes de ambos candidatos, que como llevan toda la vida en política, nos arroja luz y memoria y taquígrafos. La pirmera no le hace mucha gracia a Javier Arenas, al aparecer, en el retrato, encarnando todas la acusaciones que le llegan desde hace lustros de la izquierda española. Es el ‘señorito’ sonriente en el Hotel Palace de Madrid en el momento en el que el limpiabotas le lustra los zapatos.
La segunda fotografía se le atraganta especialmente a José Antonio Griñán. Han pasado dos años desde la imagen del Hotel Palace y Aznar ha ganado sus primeras elecciones generales. Felipe Gonzalez deja la Moncloa. Javier Arenas es nombrado ministro por Aznar. Poca gente recuerda que fue ministro de Asuntos Sociales. Y, menos gente todavía, recuerda a qué ministro socialista sustituyó Javier Arenas.
La fotografía es la de la clásica ceremonia transparente y democrática de traspaso de poderes y de carteras ministeriales. En ella aparece un jovencísimo Javier Arenas junto a José Antonio Griñán, el ministro de Asuntos Sociales del Gobierno de Felipe González que sustituyó Javier Arenas con la llegada de José María Aznar a la Moncloa.
Una foto que ahora cobra toda su fuerza, al ser un traspaso de poderes que supone urticaria en las filas del PSOE andaluz y esperanza en las del PP también andaluz.
Queden estas fotos ‘malditas’ para la memoria colectiva de los lectores y comentaristas de este blog, que por su poder evocativo, entendemos modestamente que vienen al caso. Y también, por su fuerte componente histórico.
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