Las fiestas del Albaicín, si se hace un completo y no se falla ninguno de los tres días, permiten recorrer el histórico y bello barrio desde una perspectiva completamente diferente: jarana, bullicio y arte.
El mismo programa de fiestas lo deja claro. El pregón se ofrece en el centro cívico de la Plaza Aliatar, las actuaciones y el ambiente se asientan en Plaza Larga, las misas en la iglesia de El Salvador y para terminar la ruta no hay que dejar de subir en romería al Cerro del Aceituno, en San Miguel Alto, donde habrá paella para los vecinos.
Vivir las fiestas del Albaicín a tope también nos habrán permitido nadar en espuma en la fiesta celebrada en la Plaza de Fátima, divertirnos con la gincana en el Huerto del Carlos y, por supuesto, deambular por las calles y cuestas, rincones y plazas de un barrio único que ha conjurado la lluvia grave y húmeda del viernes para poder celebrar sus fiestas.
Este fue el sentido del pregón de Federico Baeza Sáez, albaicinero desde hace dieciséis años cuyos hijos “entraron en El Salvador con el pecado original y salieron bautizados albaicineros”, compartió no sin emoción, ante el centenar de vecinos que se congregaron en el centro cívico de la Plaza Aliatar.
Fue su pregón breve tal y como prometió, pero no por ello falto de pulso y vibración. Ante la plana mayor de concejales del Partido Popular, alcalde incluido, Federico Baeza Sáez pregonó su personal paseo por su Albaicín desde El Salvador a El Salvador, recitando con voz queda pero impresionada sus encuentros con las gentes, las plazas, los comercios: desde la Puerta de las Pesas y Casa Pasteles hasta la calle Pagés y el que fuera insigne albaicinero y alcalde Kiki Díaz Berbel.
Terminó su recorrido “con seis vinos en el cuerpo” y con una disculpa porque con las tapas “no podré comer lo que me hayan preparado”, pero a cambio se le dibujó una sonrisa y se le encendería también el alma al recibir la cálida ovación de los vecinos cuando terminara su pregón. Sin embargo, quedaba un regalo de esos que se saben apreciar. Fue Chavalote, el presidente de la Asociación de Vecinos del Albaicín, quien le dijo desde el estrado: “Pero qué bien se te ha pegao el asento del Albaisín”. Y se fundieron en un abrazo.
Tras el pregón se inauguró una maravillosa exposición de grabados que tuvo una notable afluencia de público. El concejal de participación Ciudadana, Vicente Aguilera, explicaba que “va a recorrer todos los distritos de la ciudad. Estamos muy contentos y seguro que a los vecinos de toda Granada les va a encantar”.
A la salida de la exposición, que puede verse en el centro Cívico de Aliatar, parte de la junta directiva vecinal se reagrupaba para seguir la fiesta. Era el grupo englobado en torno al movimiento SOS Albaicín, que ganaron las últimas elecciones de la asociación y ofrecieron a Chavalote mantenerse en la presidencia para asegurar el trabajo por el barrio.
De hecho, no tuvieron empacho en reconocer “que sin Chavalote no sería posible celebrar estas fiestas. Cómo se mueve, convence, saca los cuartos y se trae al aclade y a los concejales, sube a la gente a tocar y cantar y se organiza el programa de fiestas él solito. Hay que reconocérselo que sin dinero pero con su arte lo saca todo adelante en estas fiestas”. Queda dicho.
La noche del viernes continuó en Plaza Larga con las actuaciones previstas que, sobre las diez de la ncohe, tuvieron que suspenderse por la lluvia. No pasa nada. Se tiró de música grabada y las barras y bares del lugar funcionaron a tope bajo el encanto mágico de un lugar único.
El sábado, se disfrutaron las fiestas mirando al cielo y el domingo siguió igual, mirando al cielo y entre un mar de lágrimas, conjurando la lluvia que no dejaba de caer.
Las fiestas salían el domingo puertas afuera del barrio y tras la misa en la parroquia de El Salvador a las diez y media de la mañana, a las once y media salía la romería hacia el Cerro del Aceituno, la procesión en honor del Patrón del Albaicín, San Miguel Arcángel, y a las dos de la tarde se tenía previsto ofrecer una paella para los vecinos en la explanada junto a la ermita de San Miguel.
Todo quedó suspendido por el agua que caía. Por segundo año consecutivo, la imagen de San Miguel tuvo que quedarse en El Salvador. El año que viene, se intenta de nuevo y no pasa nada. Sin embargo, queda una espina clavada de algo que podía haber salido bien y, al contrario, se quedó en un mero espejismo.
PIES DE FOTO
1-Un toldo y los paraguas permitieron seguir la fiesta el viernes pese a la lluvia.
2-Plaza Larga estaba de bote en bote con motivo de las fiestas.
3-Actuación en Plaza Larga el viernes, que tuvo que suspenderse por la lluvia
4-Tres jóvenes disfrutan de la exposición de grabados.
5-Pregón de Federico Baeza Sáez en el centro cívico del Albaicín en la plaza Aliatar.