«Tía». «Tía». «Tía». «Tía». «Tía». «Tía». «Tíaaaaaaaaaa». «Tía». «Tía». «Tía». «Tía». «Tíaaaaaaaaaa». «Tía». «Tía». «Tía». «Tía». «Tíaaaaaaaaaa». «Tía». «Tía». «Tía». «Tía». «Tíaaaaaaaaaa». «Tía». «Tía». «Tía». «Tía». «Tíaaaaaaaaaa». «Tía». «Tía». «Tía». «Tía». «Tíaaaaaaaaaa». «Tía». «Tía». «Tía». «Tía». «Tíaaaaaaaaaa». «Tía». «Tía». «Tía». «Tía». «Tíaaaaaaaaaa». «Tía». «Tía». «Tía». «Tía». «Tíaaaaaaaaaa». «Tía». «Tía». «Tía». «Tía». «Tíaaaaaaaaaa». «Tía». «Tía». «Tía». «Tía». «Tíaaaaaaaaaa». «Tía». «Tía». «Tía». «Tía». «Tíaaaaaaaaaa». «Tía». «Tía». «Tía». «Tía». «Tíaaaaaaaaaa». «Tía». «Tía». «Tía». «Tía». «Tíaaaaaaaaaa». «Tía». «Tía». «Tía». «Tía». «Tíaaaaaaaaaa». «Tía». «Tía». «Tía». «Tía». «Tíaaaaaaaaaa». «Tía». «Tía». «Tía». «Tía». «Tíaaaaaaaaaa». Se ha abierto la puerta y los actores actúan. Se mueven. Interactúan. Corren. Fabrican. Crean. Generan. Cranean. Atardece en jueves y la suave noche cae sobre Granada. El Gato Gordo y naranja del Barrio de las Maravillas observa,…