Hoy toca escribir corto porque emana vergüenza por la tierra que amas. Hoy toca darse cuenta que el Milenio como símbolo de Granada es una desgracia, una plaga. Y que el logo diseñado acertó: es una lágrima.
Dos compañeros de la Redacción ya han escrito y bien escrito sobre el abandono de Paca Pleguezuelos como lideresa del Milenio. Quico Chirino, certero, dice en su post titulado ‘El ridículo del Milenio’: «Paca Pleguezuelos podía haber quedado como la persona que se comió el marrón, como alguien que hizo lo imposible por dignificar una celebración que ninguna administración apoya, como una dirigente que se comprometió por su provincia para lograr que, al menos una vez cada mil años, viviera algunos minutos de fama. Sin embargo, ha preferido garantizarse tres años de sillón y sueldo en Bruselas». Y, Quico Chirino, ha escrito comedido, pero certero.
María Victoria Cobo cuenta en su artículo ‘Trece eventos para conmemorar el Milenio’ que «a pocos días de que empiece 2013, el calendario de actividades incluye tres congresos, cinco exposiciones, un macroconcierto -en el que no se sabe quiénes actuarán-, dos ediciones ‘especiales’ de festivales que ya existían -el de Música y Danza y el de Cines del Sur-, la competición ciclista Milenio Titan Desert y un itinerario por el Albaicín». Y se barajan 3,5 millones de euros de presupuesto.
Si el Milenio nace como símbolo de Granada habrá que decir que la han clavado. Lo atesora todo en su breve existencia: Incumplimientos, promesas rotas, sueños huecos, espantás, dimisiones, recortes, cancamusa, catrasca (cagada tras cagada), errores, grandielocuencia, fanfarria, canapés, promoción baldía, despendole y miseria, que también empieza con la letra eme de milenio. Se me ocurre otra palabra clásica que empieza por la letra eme.
EL Milenio ha caído así, si nadie lo impide a falta de veintipocos días para que empiece 2013, en un nuevo objeto en mal estado para almacenar en el cajón donde se encuentra la autovía de la Costa, el AVE, la estación de la Renfe, el centro García Lorca y paro, que me brotan los logos de los ojos, perdón, las lágrimas.
Y, ahora, en este post inconexo escrito desde la más profunda decepción, manteniendo la confidencialidad, contaré lo que ayer me transmitieron los compañeros de Paca Pleguezuelos, militantes socialistas de Granada y cargos diversos en las instituciones.
-«Se ha ido porque le garantiza tres años hasta la jubilación».
-«Luego dicen que siempre pegamos la espantá y tenemos que aguantar los que nos quedamos aquí»
-«Si me preguntan responderé que al menos no se pierde por las calles de Bruselas»
-«Habrá que pedir cuentas en el Provincial (se refiere al Congreso)»
-«Ahora que lo vamos a tener a huevo cuando en el PP comiencen a canearse por la sucesión de Torres Hurtado nos echarán en cara el Milenio».
-«Luego te dirá que es catedrática de instituto…. y lo dejó en los ochenta…»
Es decir, que la mayor de las decepciones y las más agrias críticas le están lloviendo a Paca Pleguezuelos desde su propia casa.
El problema es que Paca Pleguezuelos no hace sino lo que han hecho todos antes que ella: Largarse.
Un repaso exprés nos permitirá recordar que ya lo hizo Jesús Quero cuando perdió la alcaldía frente a Gabriel Díaz Berbel y le llevó a Sierra Nevada, la delegación del Gobierno de la Junta y al Campus de la Salud. Moratalla, a quien guardo aprecio infinito por cuestiones personales, no dio mejor ejemplo y también partió al ser derrotado por Torres Hurtado, al igual que lo hizo Torres Vela, que ni tan siquiera dimitió como diputado durante la campaña, por si acaso, le acusaban en el PP.
El problema de los socialistas granadinos es que solo pintan en las cuotas de la Junta con una consejería o dos y algo más. En Moncloa, cuando toca, no pintan nada.
Y más. El problema del PSOE de Granada es que sus dirigentes provinciales se han puesto de perfil ante la que ha caído y la que está apunto de caer cuando la militancia, la ciudadanía y los votantes les pide trabajo y compromiso.
El gesto, que aprendieron con Zapatero, como bien explica el periodista Ignacio Escolar, es apretar los puños, cerrar los ojos, y esperar a que la cosa se solucione por sí sola. Mientras, repiten el mantra «Hay partido» como si sirviera para ganar elecciones.
Así espantan hasta el voto y luego se quejan de que han perdido, madre, hasta la Diputación.
Anda, dime cómo lo ves