La peor cacería

Mucho se ha hablado de cacería esta semana. La peor y más dramática ha sido la que ha tenido como víctimas de la violencia de género a tres mujeres y dos niños. No parecen suficientes las iniciativas puestas en marcha para su erradicación, por lo que deberían intensificarse y dotar de más medios personales y económicos todo aquello que concierne a esta lacra: ámbitos judiciales, policiales, asistencia social y educativos. Sobran los motivos para que el próximo 25 de noviembre, día internacional contra la violencia de género, todos tomemos una mayor conciencia para que desaparezca. Sobre esa fecha, precisamente, se especula en Andalucía como jornada electoral para las autonómicas. Como le corresponde exclusivamente a Susana Díaz tomar esa decisión y es hipersensible al problema de la violencia machista, no creo que haga coincidir un día de ‘lucha y movilizaciones’ con una cita en las urnas.Sea diciembre o hasta marzo, la legislatura andaluza está agotada. La tan famosa inestabilidad no ha llegado al gobierno de la Junta salvo para los próximos presupuestos, ya que no contaría con el apoyo de Ciudadanos. Díaz sabe que Juan Marín es su único socio viable, desde un pacto investidura, como el concluido ahora, hasta la coalición, escenario más que probable tras los próximos comicios. El ejemplo de Sánchez e Iglesias en Madrid a ella no le sirve con Teresa Rodríguez ni Antonio Maíllo, emparejados en la confluencia de izquierdas radical. El ‘pasito a pasito’ que ofrece ‘Adelante Andalucía’ sólo daría esa inestabilidad tan temida por Díaz.
La otra cacería es la que dice sufrir el gobierno socialista de España. No entraré en muchos detalles, pero ahí está el dicho: No la hagas y no la temas. Lo que es un grave despropósito sería matar al mensajero, intentar poner límites a la libertad de expresión. Socavar a la prensa es socavar a la democracia.
La ministra Dolores Delgado era muy libre de almorzar con quien quisiera y hablara lo que le apeteciera. Lo malo es afirmar que con el excomisario que grabó aquellas conversaciones «nunca había tenido relación de ningún tipo» y luego admitiera que se vio tres veces con él. Hay gran distancia, como entre verdad y mentira. Lo mismo le ocurre a Pedro Duque con la sociedad patrimonial que creó para gestionar sus casas. De ser todo legal, al principio, a arreglar los errores que hagan falta, también hay un buen trecho. Me imagino que tanto la fiscal como el astronauta de haber sabido que pasarían por el trance actual, no hubieran aceptado el cargo de ministro. Si Sánchez tiene que buscar recambios le resultará más complicado, salvo entre aquellos que estén impolutos y sean ejemplares, algo que debería haber sido el primer filtro para no llegar a donde estamos en materia de corrupción. Pablo Casado ha salvado su responsabilidad penal sobre el máster, aunque el Supremo apreciara indicios de trato de favor. Pone fin a otra supuesta cacería en la que la opinión pública tiene el derecho de valorar y enjuiciar los hechos, como que en este caso el líder del PP no haya mostrado todavía los trabajos correspondientes y otras alumnas en su misma situación continúen imputadas. Bienvenida la transparencia, que sepamos el patrimonio de quienes nos gobiernan, porque aquellos que quieren mantener oculto algo suele ser noticia.
Y sobre el personaje siniestro que intenta el chantaje y la desestabilización no sólo merece la condena sino también los que le aplaudieron, auparon y condecoraron. Siguieron las prácticas de Felipe González sobre que «el Estado de derecho también se defiende desde las cloacas y desagües» en referencia a los GAL, un lamentable capítulo impropio en una democracia. Los que se mueven en aguas turbias, como fue entonces Amedo y ahora Villarejo, saben perfectamente lo que es la extorsión y el beneficio propio. Luego está que los partidos se aprovechen para atacar al contrario sin fundamento, con las consecuencias perversas que supone degradar el sistema, pero no olvidemos que una oposición temible hace sólido a un gobierno, como sentenció Disraeli. En eso aplaudo a Sánchez frente a los independentistas. La firmeza es imprescindible ante una minoría que quiere imponerse y no duda en utilizar la violencia, como ayer en Barcelona. ¿No les parece?