La dificultad no reside en comprender las ideas nuevas sino,
por el contrario, en escapar de las antiguas,
J.M. Keynes
Recuerdo que, hace casi tres décadas, un profesor de un curso de experto en imagen corporativa nos decía (en relación con los sistemas de diseño asistido por ordenador) que los avances en esa tecnología nos los iban a ir entregando con cuentagotas, que las grandes empresas tenían una planificación a diez años vista sobre las actualizaciones y nuevas versiones que irían introduciendo en el mercado. De esa manera, nos mantendrían cautivos de los sistemas y de las marcas.
Algo de cierto hay en ello, aunque probablemente esos plazos se han acortado mucho más por la vertiginosa evolución de la tecnología y de los materiales que la soportan. Y el concepto de cautividad ha sido substituido por el de fidelidad a la marca o por el de mejora de la experiencia de cliente, ya que éste es el que ha impuesto realmente el ritmo de la innovación.
Uno de los sectores que más rápido está evolucionando es el relacionado con la tecnología móvil y el universo de aplicaciones que tratan de hacernos la vida un poco más fácil. Aunque habría que analizar con detalle a lo que nos referimos con “vida” y con “fácil”, pero eso sería objeto de otro análisis.
Ahora, si me permiten, nos vamos a centrar en una de las soluciones para Smartphone que ha venido a quedarse entre nosotros: el pago móvil.
Diariamente podemos leer noticias relacionadas con nuevas formas de pagar en los comercios mediante el teléfono móvil. Operadoras de telefonía, proveedores de medios de pago, entidades financieras y organizaciones de servicios web están promoviendo acuerdos entre ellas para lanzar al mercado soluciones de diversa índole que permitan al usuario realizar sus compras de forma segura y cómoda.
Son muchos los estudios (Ipsos, IAB, Tecnocom, MMA, Deloitte, PWC, KPMG, Fundación Telefónica, comScore…) a los que podemos recurrir para intentar adivinar lo que serán las próximas tendencias en este ámbito, pero curiosamente ninguna de ellos profundiza en un aspecto fundamental: la necesidad real del usuario de cambiar su habitual forma de pagar (dinero efectivo o tarjeta) por una nueva que, por ahora, no substituye notoriamente a aquéllas.
La timidez con la que diversas empresas han irrumpido en el mercado, y la laxa respuesta de éste, obedece también al interés de algunas compañías en introducir sistemas seguros pero caros o complejos como el NFC, o incorporar un hardware adicional como los adaptadores para la lectura de tarjetas. Pero pocos tienden a valorar y anteponer la visión del usuario y de los comercios en la implantación de este innovador sistema.
Así, marcas como Kuapay, iZettle, Flashiz, Mymoid, Google Wallet, Level Up, Square, Paymet, My Taxi, ePOMo…, están ofreciendo soluciones atractivas, aunque la mayoría están condicionadas por los sistemas operativos del móvil sobre el que se puede descargar la aplicación, o por las alianzas estratégicas con una emisora de tarjetas o con una operadora de telefonía móvil en exclusiva. Restricciones que a buen seguro serán solventadas con el tiempo y por la interacción con los usuarios, si están abiertos a implementar sus sugerencias.
En ese océano que aún permanece azul (C. Kim & R. Mauborgne), la pasada primavera surgió una “start-up” malagueña, Momo Pocket, que lo ha tenido claro desde el principio: ofrecer una app gratuita de monedero electrónico que puede ser usada en cualquier Smartphone, que no depende de operadoras de telefonía y que puede ser recargado con cualquier tarjeta de crédito, sin dispositivos adicionales ni sistemas complejos que requieran nuevas inversiones por parte de los comercios. Una aplicación que ha superado con éxito la prueba piloto realizada en Málaga y que está esperando a que el Banco de España autorice su constitución como Entidad de Dinero Electrónico para dar el salto a nivel nacional e internacional.
En este escenario, hay analistas que aventuran que serán billones de € los que estas soluciones de pago móvil moverán en todo el mundo en un futuro muy cercano. Pero lo más conveniente es aterrizar en el momento actual. Pensemos que, sólo en España, son más de 22 millones las personas que tienen Smartphone y que el 10% de ellos ya realizan compras desde su dispositivo. Y que el 25% de estos lo han hecho directamente en el comercio con una de las soluciones comentadas más arriba.
Es sólo el principio de un modelo de negocio que ya está aquí. Sin ir más lejos, en Málaga ya hay más de 200 comercios adheridos a Momo Pocket y casi 10.000 usuarios se han descargado la aplicación. Muy cerca de usted.
Generar confianza, mejorar la usabilidad de los sistemas, provocar la complicidad de los comercios y propiciar la satisfacción del usuario son los retos que esperan a estas compañías. Sólo es cuestión de aunar las voluntades de las partes que intervienen en el proceso de compra para obtener beneficios comunes.
José Manuel Navarro Llena.
@jmnllena