Este principio fue utilizado por Einstein para fundamentar su teoría de la relatividad (1915), revolucionando la cosmología de Newton, anclada aún en el heliocentrismo de Copérnico. La idea de trasladar un observador de un centro llamado Tierra a otro denominado Sol, ya supuso un avance importante para la configuración y conceptualización de nuestro sistema solar, pero el principio de equivalencia da un salto más atrevido: el observador puede estar en cualquier lugar y en cualquier estado de movimiento. Con ello, los sistemas de referencia o centros privilegiados dejan de existir (J. Wagensberg).
Imaginemos saltar desde un avión varias personas a la vez, quien se erija en observador comprobará que la situación del conjunto, en cualquier momento, es invariable ya que todos caemos a la misma velocidad como si no fuéramos atraídos por la gravedad. De la misma forma, extrapolándolo a otros modelos, si asumimos el papel de observadores de un acontecimiento dentro de un mismo sistema que tenga una traslación en el tiempo y en el espacio, perderemos la referencia de las fuerzas que influyen en los cambios de estado dinámico de sus elementos protagonistas. Aunque sólo tenemos que cambiar de posición, observarlo desde el exterior, para comprobar su aceleración y determinar las causas que la originan.
Valga este símil para hacernos una idea de lo que sucede en los medios de pago en general y dentro de cada sistema (efectivo, transferencias de dinero, tarjetas, dinero digital, etc.) en particular. Cuando nos aproximamos a uno de ellos para analizar su evolución histórica en cualquiera de sus variables (sociodemográficas la mayoría de las veces) y para establecer comparaciones entre los diferentes medios, siempre lo hacemos como observadores externos, determinamos los cambios de tendencia, justificamos las variaciones ascendentes o descendentes en función de las reglas del mercado o de la irrupción de las nuevas tecnologías, vaticinamos cuáles serán las reglas que influirán en el comportamiento de los usuarios, … Es decir, intentamos calcular la aceleración de cada elemento, y su posición futura, sabiendo que la “gravedad” es la que actúa.
Tomemos como ejemplo los recientes estudios sobre los pagos en comercio electrónico y móvil. En el primer caso, según el último barómetro eCommerce en España -2016-, la compra por internet se está consolidando como hábito de consumo al haberse incrementado el ticket medio un 24.5% y un 39.04% en relación con 2015 y 2014, respectivamente. Los sectores de electrónica y de ocio/turismo acaparan la franja más alta en cuanto a importe, y los de comida rápida y cuidado personal lo hacen en la más baja. Lo más interesante es que el número de transacciones de importes elevados, más de 500€, dejan de ser la excepción para ser habituales debido al incremento de reservas de viajes y alojamiento. El factor inseguridad empieza a dejar de ser un agente condicionante.
Estos datos positivos también se repiten en el crecimiento de las empresas exportadoras españolas. En 2016, según el estudio realizado por FedEx, el 86% de las pymes exportadoras españolas cuenta con una importante vía de ingresos a través de eCommerce. Un 33% más que en 2015 como consecuencia de la facilidad de acceso a los mercados de exportación y a usar medios de pago más seguros, tanto en plataformas web como en aplicaciones para dispositivos móviles.
Esta última razón está refrendada por el estudio de UniversalPay en el que se destaca que el 22% del comercio electrónico en España ya está realizado a través del canal móvil, considerado por el 53,2% de los usuarios como el método más innovador y el más reclamado para hacer pagos en el comercio físico. Testigo que han recogido los empresarios del sector retail preparándose (34,1%) para mejorar su tecnología en la aceptación de pagos vía móvil.
No obstante, los medios de pago tradicionales (efectivo y tarjetas) siguen copando el mercado, constatándose un crecimiento significativo del dinero plástico en el último trimestre de 2016, efecto del aumento de operaciones en eCommerce y mCommerce mediante tarjeta de crédito, con una participación importante de las nuevas “contactless” (49,2% de los usuarios manifiesta disponer de una de este tipo).
A pesar de que toda esta información parece revelar que los usuarios españoles somos firmes candidatos a adoptar el móvil como substituto del efectivo y de las tarjetas para hacer compras en comercios físicos, el último estudio de PwC descubre que el 77% prefiere seguir pagando con dinero y sólo un 8% con el móvil, a pesar de que el 70% del sector de retail ya ha adaptado sus sistemas para los denominados mPayments (informe GFT 2016).
Sorprende constatar que mientras los pagos por internet (desde cualquier dispositivo) ganan terreno y confianza entre los usuarios, el pago en comercio físico con el móvil se resiste a pesar de la implantación de los sistemas y marcas más relevantes del mercado, intuyéndose –paradójicamente- detrás de esta situación desconfianza y sensación de poca transparencia en estas operaciones (HelpMyCash).
Por todo ello, quizá sería más interesante cambiar el punto de observación y pensar que los centros del universo no son la Tierra (proveedoras de medios de pago) ni el Sol (mercado), o viceversa.
José Manuel Navarro Llena
@jmnllena