Otro “Hype”: ahora el de Vox

Hace veinticinco meses publiqué en esta columna el artículo titulado «El Hype de Trump» con ocasión de los resultados de las elecciones norteamericanas de 2016. Iniciaba aquel texto resumiendo lo que, en marketing, significa ‘hype’ como estrategia de comunicación: un término utilizado para enfatizar una oferta (producto, servicio o marca) que provoque el irresistible deseo de consumo en los clientes. El anglicismo ‘hype’ significa literalmente ‘bombo’, aunque proviene de hipérbole o exageración. Y en eso consiste, en lanzar mensajes grandilocuentes que reclamen la implicación del cliente a través de sus ideales y expectativas. Una promesa de obtención de una serie de beneficios relacionados con sus deseos y necesidades.

Resultado

Tras las recientes elecciones andaluzas, frente a los vaticinios de partidos, analistas, agencias de demoscopia y medios de comunicación, de manera igualmente sorpresiva ha irrumpido en el arco parlamentario un partido -Vox- al que el resto de formaciones le han estado haciendo campaña mediática, subrayando y magnificando sus mensajes (ya de por sí bastante desalineados del relato democrático liberal) en la confianza de descalificarlo y de insuflar el miedo en los votantes. Incluso Podemos ha caído en la misma trampa de señalar “al lobo” sin haberse desprendido ellos mismos de los comprometedores fantasmas que persiguen a sus líderes desde Venezuela o Irán.

Me remito a aquel artículo sobre Trump porque, tanto Abascal como Serrano, han repetido el mismo juego de mensajes obsesivos, más emocionales que racionales, sobre la unidad nacional, la prevalencia de lo propio frente al migrante extranjero, la superioridad moral de ser los elegidos para salvarnos de la corrupción y de la crisis…, para llamar la atención de los ciudadanos desencantados con décadas de postergación de Andalucía, amarrada a la cola de Europa. Así, han conseguido movilizar a una parte importante de electores de la derecha y de la izquierda, ya que no han apelado a la ideología sino al hartazgo de la población.

Con anterioridad, Vox replicó el eslogan de Trump en su polémico “Hacer España grande otra vez”, y en estas convocatorias ha enarbolado un “Andalucía por España”… ¿qué himno les recuerda?. En cambio, el resto han usado unos insulsos “Con Susana más Andalucía” (PSOE), “Garantía de cambio” (PP), “Ahora sí Ciudadanos” (C’s) y “Adelante Andalucía” (Podemos). Poca imaginación y escaso compromiso en el mensaje principal que debería resumir y centrar el discurso y programa de cada uno de ellos. Lo que significa la ausencia real de un relato o argumento creíble, diferenciador y esperanzador para los ciudadanos, que les ilusione para afrontar un nuevo futuro. Al menos Vox, voluntaria o casualmente, ha vinculado con acierto su eslogan de campaña al himno andaluz, uno de sus elementos identitarios.

Resultado

A posteriori, el mensaje de los partidos perdedores no ha sido el de hacer “acto de constricción”, de reflexión profunda y de renovación, sino el de “no pasarán”. No se dan cuenta de que ese “latiguillo”, además de trasnochado frente al advenimiento de un fascismo de “palabras” que aún está por demostrar con hechos, refuerza la posición ganadora de Vox porque quienes lo lanzan no se han liberado de las miasmas por las que han sido castigados en las urnas. Se alzan frente a la voluntad de cuatrocientas mil personas, seguramente tan normales como ellas, en un heroico mesianismo asimétrico con el que quieren volver a imponer su pensamiento único. Algo que es propio del fascismo, por lo que terminan estando en la misma posición dictatorial que critican.

A los humanos nos gustan más las historias que las estadísticas, más los mitos que las cifras y las ecuaciones, por eso nos hemos aferrado a relatos que pretendían explicar el pasado y predecir el futuro. Durante el siglo XX se consolidaron los relatos fascista, comunista y liberal, aunque tras la segunda guerra mundial y la caída del muro de Berlín solo quedó el último, que celebra el poder de la libertad. La mayoría de los regímenes opresores dieron paso a la libertad de movimiento de individuos, ideas y bienes. Libertad para las personas y libertad de empresa en un marco democrático que ha venido sustentando la vida de una parte importante de naciones. Al menos, hasta la crisis financiera global (Y.N. Harari).

Desde entonces, los ciudadanos se han visto defraudados por la deriva que ha tenido ese relato liberal por la instauración de comportamientos corruptos, las injerencias en el sistema judicial, el control de los medios de comunicación, el desequilibrio en la posesión de la riqueza, el mayor valor otorgado a las transacciones financieras y comerciales que al bienestar de las personas, la exclusión de las ideas diferentes, etc. Por ello, no es raro que muchas personas añoren otro modelo de democracia, aunque ello les suponga establecer otras jerarquías sin renunciar a los privilegios de lo propio frente a lo foráneo.

Resultado

Como ya no tienen relato alguno al que aferrarse al cuestionar también el liberal, necesitan que alguien les muestre un nuevo camino. En su momento fue el movimiento “15M” (tergiversado, devaluado y manipulado por Podemos) y ahora Vox consolida el que muchos ciudadanos estaban esperando que hiciera el PP.

¿Qué esperaban que sucediera?

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