¿SIGUEN TENIENDO SENTIDO LOS CONCURSOS DE ARQUITECTURA?

«La Arquitectura Comprometida»

Los concursos de arquitectura han cambiado de manera radical en los últimos años, en paralelo a la profesión en sí. Sobre este tema, Stepien y Barno,(Arquitectos cofundadores de SINERGIA SOSTENIBLE y redactores de LA CIUDAD VIVA) han publicado en su blog un interesante artículo del que pasamos a destacar algunos fragmentos:

Hoy no toca entrar en bases, jurados, posibles tongos o plazos, sobre ello ya han escrito, excelentemente, otras publicaciones digitales como n+1 o CCAD . Así que, si os parece bien, mejor nos centraremos en las consecuencias de la participación en los mismos y cómo afecta este hecho al colectivo de arquitectos de manera determinante. Si os animáis podéis acompañarnos en este apasionante viaje.

Por cada concurso de arquitectura que se convoca se están presentando no menos de cien propuestas, de las cuales una gran parte pertenecen a estudios de escala media o pequeña. Vamos a suponer que por cada propuesta se ha destinado una media de un mes, con un mínimo de tres personas, durante media jornada, trabajando en el concurso. Recordemos que la media jornada de los estudios de arquitectura no suele ser  de 4 horas, sino cuando menos (y seguro que nos quedamos cortos) de  5 horas por persona. Así que, 5 x 5 (nos tememos que los sábados debiéramos contarlos, pero vamos a ser generosos) son 25 horas por persona y semana. Así que, si hacemos la cuenta del mes, nos salen 100 horas por persona, por lo tanto, tenemos un total de 300 horas invertidas por cada oficina.

FUENTE: stepienybarno.es
FUENTE: stepienybarno.es

Si multiplicamos estas horas por cada una de las 100 propuestas presentadas, nos dan la friolera de 30.000 horas dedicadas por unos 300 profesionales. Por lo tanto, habíamos quedado que eran 30.000 horas las invertidas, que multiplicadas por un precio módico, digamos de 20 euros la hora (ya veis que no estamos tirando la casa por la ventana), obtenemos 600.000 euros invertidos en cada concurso de arquitectura. ¡600.000 euros! que regala el colectivo de arquitectos a lo sociedad para que puedan disponer de las mejores ideas y profesionales para llevar a cabo el soñado proyecto cada vez que alguien organiza un concurso.

Una de las consecuencias inmediatas es que, por mucho que se empeñe, cada estudio no podrá hacer más de 15/20 concursos al año e independientemente de su calidad (ser un buen estudio para nada garantiza que se pueda ganar el concurso), el 80% de ellos no habrá ganado ningún concurso cuando finalicen los doce meses.

Pero claro, alguno pensará “!qué poco hablan estos de lo bien que les va a aquellos de ellos que sí que  ganan alguno de esos concursos!”. Pues sí, efectivamente. No era un mal plan, hasta hace poco tiempo. Había algunos concursos que eran limpios e, incluso, contaban con un buen jurado, donde a la propuesta ganadora (de las diez o quince propuestas que se presentaban, no más) se le respetaban unos honorarios dignos. Pero a día de hoy, la realidad ha cambiado radicalmente.

Así que, si  alguien tiene la inmensa fortuna de ganar ante esas más de 100 propuestas, se encontrará con que para hacerlo, además de tener un buen proyecto que convenza al jurado, casi seguro que ha tenido que hacer una bajada desproporcionada de los, ya de por sí, bajos honorarios que ofrece la administración. A ello, tenemos que añadir que los plazos en los que se ejecutará el proyecto, también habrán tenido que ser menores de lo deseable.

Por lo tanto, con semejante panorama, ¿qué puede hacer el ganador? Pues de momento, ir pensando en ver cómo con tan poco dinero es capaz de subcontratar parte del trabajo y apañárselas para entregar a tiempo. De hecho, lo que tocará, casi seguro, será comer tortilla de patata como plato único y rezar para que todo vaya bien y no tener la mala suerte de que te toque una constructora que para acceder a la construcción del edificio haya hecho una bajada del 40% del presupuesto. Si es así, con las plegarias no será suficiente.

Esta es la triste realidad que nosotros vemos. Pensar que alguien puede sobrevivir ganando concursos, salvo honrosas excepciones, lo vemos complicado. Aun así, quedamos expectantes por saber si vosotros encontráis sentido a seguir concursando tal y como está el patio.

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6 Comentarios

  1. Se me ocurre… ¿Y si toda esa energía se empleará en hacer algo productivo?. Por ejemplo en plantear la restauración de uno de esos múltiples bienes patrimoniales que a diario vemos caerse, no porque la mano de obra sea muy cara, sino porque el proyecto sale por un pico. Qué os parece si por cada proyecto de restauración que se ofreciera gratuítamente a las administraciones responsables se obtuviese una determinada puntuación que luego contase para otros concursos, junto al resto de baremos al uso y por venir. La Humanidad no puede permitirse el lujo de desaprovechar partículas de talento sólo por el mero hecho de haber complicado sus trámites organizativos, y mucho menos en estos tiempos de estrecheces. Competir está bien y es una buena criba para enaltecer los mejores, pero en esta relación simbiótica sería mucho mejor que apostásemos por una relación mutualista, en la que unos y otros saliesen beneficiados, más que por una del tipo comensalística, en la que ante el beneficio de unos pocos, los demás permanecen impasibles.

  2. Juan, dejando de lado lo complicado (legalmente, responsabilidad…) que sería «ofrecer» los proyectos no premiados en concursos, los proyectos cada vez mas son una parte mínima del total del presupuesto. No son nada despreciables la mano de obra, ni que decir materiales, seguros…etc, mientras que los honorarios, como dice el artículo, cada vez son más ajustados con lo que ello implica para el resultado final.

  3. Reconozco que lo esencial de la idea de Juan estaría bien… La mayor participación en concursos se entendería como un servicio publico que se reconocería con puntuación en los mismos!’puede ser justo… En todo caso es urgente una legislación especifica que racionalice los concursos públicos, que garantice trasparencia e igualdad, que enmarque los baremos a considerar, que determine cuando serán las ideas o cuando la experiencia las que primen, que fije como valorar los precios base del concurso, que limite las bajas… La necesitamos y debemos exigirla!

  4. Esta realidad no es exclusiva de los concursos de arquitectura, también ocurre con los concursos de ingeniería, tanto en obras como en proyectos. Y me imagino que también en otros sectores que desconozco.
    La verdad se desperdicia mucha energía, buenas ideas… Y muchas veces parece una lotería. Pero suponen un tanto por ciento importante del trabajo de estudios de arquitectura e ingeniería, y en muchos casos el único.

  5. Hace no demasiado me presenté a un concurso del cual tras hacer un análisis rápido determiné que si lo ganaba perdería 15000 € antes de finalizar la obra, dado que sólo el seguro de responsabilidad civil suponía aproximadamente el 35% de los ingresos totales.

    Cuando transmití este hecho al responsable de la administración, éste me dijo que conocía a otro técnico que lo haría por esa cantidad (evidentemente sin SRC), y estoy seguro que era verdad.

    Es una realidad. los honorarios son cada vez más ridiculos (acompañados de los plazos de entrega), pero cada vez se nos pide una mayor implicación y responsabilidad.

    A veces da la impresión de que siempre ganan los mismos los concursos,pero es que cada vez son menos los que pueden acometer estos trabajos (financieramente hablando) de una forma solvente y con un baremo mínimo de calidad.

    Mientras sigamos presentandonos en tropel y nadie (nisiquiera los colegios profesionales) haga nada útil, la administración seguirá tomandonos el pelo.

    No quiero dejar de comentar que algunos responsables de la administración con los que he tenido de compartir trabajo o café han declarado y demostrado que no están de acuerdo con esta política de aprovecharse de la crisis y apretarnos los tornillos a los profesionales. Como me dijo uno de ellos, quizás el problema es que han olvidado precisamente eso, que somos profesionales.

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