«El Territorio Comprometido»
Los hilos del destino me llevaron recientemente a la ciudad peruana de Chiclayo, al norte del país. Donde sus lugareños se sienten especialmente orgullosos de ser herederos de culturas prehispánicas cuyos tesoros aún no están totalmente desvelados… pero yo les he valorado sobretodo que hayan sabido desarrollar bellísimos valles agrícolas enmarcados por agrestes montañas de perfiles maravillosos… o por la paz que pude respirar mientras trotaba por la arena, levantando el vuelo de cormoranes y gacetillas, en el estuario del río Reque…
Quizás ya sepáis de nuestra costumbre, en justa correspondencia con lo que cada territorio nos entrega también a nosotros, de identificar alguna buena práctica local para que al difundirla vayamos tejiendo una inmensa red con lo mejor del ser humano que nos alumbre el camino y nos aporte esperanza. Recordaréis algunos artículos publicados en nuestro blog como «Es tiempo de chan chan…« o «Lecciones en los manglares de Tumbes«
Y para mi satisfacción (y la vuestra espero!) os narraré cómo también esos hilos del azar de los que hablaba me permitieron conocer una extraordinaria iniciativa que está desarrollando la Comunidad Campesina de Santa Catalina de Chongoyape, administrando la RESERVA ECOLÓGICA CHAPARRÍ, destinada a la conservación de los bosques secos y su biodiversidad… Pero, como dijo mi ilustre paisano P.A. de Alarcón “principiemos por el principio”:
Pude conocer CHAPARRÍ por pura casualidad, o quizás fue más bien por mi olfato, ya que la oferta de museos, sitios arqueológicos o playas era variada y muy atractiva… y no solo no me equivoqué sino que la jornada me tenía reservada una reconfortante noticia…. Os cuento:
Al llegar a la reserva ecológica nos fue asignado como guía Pedro Cáceres, un lugareño veterano y encantador, con la sabiduría que dan los años cuando se sabe mirar y se es inquieto. En seguida me embaucó por el rigor y el fervor con el que nos narraba las singularidades de aquél lugar en el que confluyen los ecosistemas del bosque seco litoral y el de la ceja de sierra andino… pero también un lugar cargado de historia y leyendas, ya que según nos explicaba Pedro “las dos montañas más majestuosas del lugar encierran el espíritu de los hermanos Chaparrí y Yanahuanca, que en vida no dejaron de litigiar… a la espera de que serenen sus almas y vuelvan a caminar juntos… ”
Enseguida pregunté a Pedro sobre el origen de su gorra en la que con los colores del arcoíris rezaba “ANDALUCÍA”, y ya fue un no parar: Resulta que la cooperación andaluza ha venido prestando durante los últimos quince años fondos y apoyo científico para la creación de esta reserva ecológica autogestionada por la propia comunicad local, en una experiencia sin duda pionera a nivel latinoamericano… Y en apenas este tiempo, donde antes había deforestación, caza furtiva y degradación, hoy hay un bosque regenerándose mágicamente, lleno de vida animal y vegetal, en el que se están consolidando hábitats muy amenazados (Oso de anteojos, Cóndor Andino, Pava Aliblanca, Puma, Tigrillo…) en el que sus habitantes en bloque, como Pedro, son hoy fervientes activistas para la defensa de este legado natural… que no es sino un pequeño eslabón que ya está empezando a tener continuidad territorial más allá de Chaparrí…
Y ya todo fueron referencias por su parte al apoyo que incluso en estos tiempos difíciles les sigue aportando Andalucía… Pedro primero y más tarde Betty y otros miembros de su comunicad estuvieron ávidos de conocer otras experiencias exitosas en las que desarrollo y conservación fuesen de la mano… Y, claro… nos embaucamos juntos y nos prometimos que mi visita no quedaría en flor de un día… Y yo creo que en efecto que pronto quizás pueda compartir con ellos lo mejor que pude observar por aquí y por allá, para que se sientan reconfortados al ver que en su titánica iniciativa no están solos y que, en efecto, están, estamos, tejiendo una inmensa red de solidaridad y de acción positiva y responsable… desarrollando sociedades y territorios comprometidos.
Y es que la vida, complicada tantas veces pero también llena de sorpresas cuando se quiere escuchar, me regaló la dicha de ser considerado embajador de mi tierra, y me regaló también el inmenso abrazo de mi nuevo amigo Pedro Cáceres… y ambos auguramos que nos deberíamos ver pronto…