Comentaba el domingo en mi crónica política de IDEAL que alguno dentro de la Universiada tiene la sensación de que alguien está colando palos en las ruedas del carro -o en la escoba del curling, según prefieran-.
¿Quién puede ser? Una cosa es no hacer nada por favorecer el evento -que es la actitud adoptada por la mayoría- y otra bien distinta esquiar en contra.
Lo que parece es que el interlocutor -o interlocutora- que tiene Luciano Alonso no transmite el mensaje tal y como sale de Granada.
La explicación es que la Junta está convencida de que tarde o temprano se le volverá en contra el asunto de La Ragua. Y hace bien en tener ese resquemor.
Recientemente hubo una reunión en Guadix con los alcaldes de la comarca y quizás pronto les veamos a buena parte de ellos presionando al gobierno andaluz para que autorice las obras en aquel puerto.
Y mientras nos perdemos en estos asuntos, en realidad ha sido la concejala de UPyD, Mayte Olalla, la que -consciente o no- ha puesto el acento en el talón de aquiles de la Universida: el estudio de impacto económico.
Tal vez la Junta podría explicar por qué no se ha hecho.
La rentabilidad del evento empezó en negativo desde el momento en el que, aunque no existía ningún otro candidato, alguien -quizás por hacer méritos- firmó un contrato que supone, de entrada, pagar tres millones de euros a la Federación (FISU) en concepto de canon.
Y aún así, mucho peor sería renunciar a estas alturas al evento. Mariborg lo hizo y le reclaman 4,7 millones por daños de imagen.
Pero el personal no anda preocupado por estos asuntos de la Universiada. Porque desde que empezó el año en la calle solo se habla del Milenio.
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