Los veranos de su vida

En la edición impresa de IDEAL estamos recordando anécdotas y curiosidades de los veranos de antaño. Este fin de semana, lo dedicaremos a los años 60. ¿Los vivió? ¿Qué recuerdos tiene de aquellos años?

Aquí les dejo un regalo en forma de foto. Se trata del paseo de Almuñécar en una imagen de esa década.

Almuñécar

El quiosco de la plaza del Ajibe

Quiosco de la plaza del Aljibe

 

Durante los meses de verano estamos publicando en la edición impresa de IDEAL una serie de reportajes sobre los veranos de antaño. En uno de esos veranos, se publicó la fotografía que acompaña a este post. José García Tojo, un lector de este periódico, me ha escrito un e-mail en el que me da una información tan curiosa sobre el quiosco de la imagen, que me gustaría compartir con todos. Además, aprovecho para agradecer públicamente al sr. García Tojo su aportación. Jose recordaba que estaba situado justo sobre el aljibe de la Alhambra y que servía gratis agua a todo el que lo solicitaba. Los vasos de cristal muy gruesos,  que se aprecian en la foto, evitaban roturas indeseadas.


A voluntad y por pocas pesetas, se podían adquirir azucarillos y aguardiente, que se aprecian tambien en el lado derecho de la foto y que mezclados con el agua se convertia en un refresco muy apreciado.

En el interior del Kiosco pentagonal, se encontraba el pozo que comunicaba con el aljibe y del que se extraía el agua fresca con ayuda de una polea y cubos amplios de madera. El agua extraída se vertía en un deposito de piedra con grifos de los que manaba el agua directamente a los vasos.

Al ser un servicio gratuito, el kiosco gozaba de gran aprecio.

Érase una vez el barrio de San Pedro

Hace mucho tiempo, incluso antes de la guerra, amanecía el día de San Pedro con las orillas del Darro llenas de curiosos que miraban con picardía las curvas que se insinuaban a través de los vestidos mojados de las «pasaderas» que se caían al agua intentando cruzar el río. Las del Rey Chico eran las más atrevidas, y levantaban descaradas sus faldas por encima de las rodillas, para no mojarse. La víspera, el Paseo de los Tristes se iluminaba con bombos venecianos que alimentaban su luz con candilejas de aceite, y se animaba con puestos de refrescos de limón y sangría, rosquillas de canela y garbanzos tostados. Mientras, como cada mañana, José Trapero, remendaba zapatos en una cochera junto al puente de las Chirimías mientras su esposa, furibunda republicana, menuda y parlanchina, despachaba unas verduras al dueño de la taberna vecina, que además de vino, en su bar vendía por tres reales los conejos que criaba en las madrigueras del extenso huerto de la casa. «Una mañana excelente» dijo el señor Bonilla a las puertas de su casa de la calle Candil. El magistrado jubilado, era un ejemplo de elegancia y pulcritud. De bigotes y perilla blancos, se había hecho famoso en el barrio por su extravagante afición a coleccionar bastones. Le contesta con un gesto don José Millán, mientras se dirigía a su próspera fábrica de sombreros. En el camino se cruza con»Mariquita Gómez», la abuela que vivía en la casita moruna de la calle Gumiel, muy popular por las curas que realizaba a base de ungüentos vegetales y la protección de Santa Rita. Y así transcurrían los días en el encantador barrio de San Pedro que, un junio más, se convertía en el centro de la ciudad durante sus animadas fiestas.

Celebración de las fiestas de San Pedro y San Pablo en el Paseo de los Tristes. 29/06/1948 Torres Molina/Archivo de IDEAL
Celebración de las fiestas de San Pedro y San Pablo en el Paseo de los Tristes. 29/06/1948 Torres Molina/Archivo de IDEAL

En el lado opuesto del río, en la bifurcación de la Cuesta del Rey Chico y la fuente del Avellano, había un paseo con una hermosa arboleda y asientos de piedra. Al fondo, una casita que pertenecía a un pequeño carmen que tenía un aljibe con agua de nacimiento, que nunca se agotaba y del que se surtía el vecindario. En la cuesta del Avellano, el carmen de los Chapiteles, vivienda que fundó uno de los capitanes de las tropas de la Alhambra, y la entrada de la cuesta del Chapiz, en el solar del derruido convento de San Francisco de Paula, estaba la huerta del Azafrán por lo mucho que se sembraba en ella dicha planta.  Su dueño era el cirujano José Enrique Pérez Andrés,  un médico muy popular, que había encargado los cuidados de la huerta a Miguel Plaza, padre de un muchacho llamado Ramón. Ramón quería ser cura y don Enrique le costeó la carrera. Quería que se convirtiera en un orador de categoría, pero el chico siempre dijo que no tenía condiciones. Tanto insistió su padrino, que se decidió a hacer un ensayo en la iglesia de San Pedro. Allí acudió don Enrique con su señora y ocuparon los sillones frente al púlpito. Y subió el joven Ramón, vestido de roquete y nervioso como un flan. Comenzó con la cita latina y las frases del ritual: «Hermanos míos». Después de una larga pausa, el doctor, convencido de la inutilidad de su pupilo,  se levantó de su asiento y le dijo enérgicamente:»¡Ramoncito, bájate!»

[*] Este texto está extraído del artículo de Eduardo Hernández Gómez publicado en IDEAL el 29 de junio de 1948

 

Correos estrena casa

El 15 de junio de 1958,  el servicio de Correos y Telégrafos de Granada comenzó a prestarse desde el flamante edificio alzado en Puerta Real.

Antigua Casa de Correos en Reyes Católicos
Antigua Casa de Correos en Reyes Católicos. Torres Molina/Archivo de IDEAL

 

Atrás quedó el viejo y angosto inmueble de la calle Reyes Católicos, frente a la Gran Vía, que había prestado este servicio desde hacía más de cincuenta años, cuando se trasladó desde la plaza del Carmen esquina con la calle Navas. En 1908 el gobierno de Antonio Maura formuló un ambicioso proyecto de reorganización del servicio de Correos en el que se planteaba la necesidad de la construcción de nuevos edificios.

Vallado del solar donde se construirá la Casa de Correos y Telégrafos en Puerta Real. 20/07/1949 Torres Molina/Archivo de IDEAL
Vallado del solar donde se construirá la Casa de Correos y Telégrafos en Puerta Real. 20/07/1949 Torres Molina/Archivo de IDEAL

 

 

Obras de construcción  Casa de Correos y Telégrafos de Granada en Puerta Real. Fecha desconocida. Torres Molina/Archivo de IDEAL
Obras de construcción Casa de Correos y Telégrafos de Granada en Puerta Real. Fecha desconocida. Torres Molina/Archivo de IDEAL

Las Juntas locales constituidas a tal efecto en todas las capitales de provincia, mandaron al gobierno las propuestas de solares donde podrían ser levantados. En Granada se ofrecieron dos solares, uno, en la esquina de Zacatín, donde se estableció más tarde el Banco Hispano, el segundo, donde se alzó el Instituto Nacional de Previsión. Entonces se calculó que el coste de la nueva sede, incluida el solar, sería de unas 400.000 pesetas. El proyecto se fue abandonando hasta que años después compró un edificio de la calle Duquesa que nunca llegó a ocupar y que más tarde sería la Comisaría. Años estuvo dando vueltas la búsqueda de una nueva ‘casa’. Hasta se le dedicó una caroca:

“Por fin se pudo encontrar

Solares que no son feos

Muy cerquita de Alfacar,

Para poder instalar

Nuestra casa de Correos”

Como los servicios que ofrecían iban en aumento, los departamentos de Giro y Caja Postal de Ahorros pasaron a los bajos del Banco de Bilbao, y más tarde, a un piso del edificio del Instituto Nacional de Previsión. El negociado de Impresos, con paquetes postales, paquetes-muestra, etc… que por el volumen de envíos no cabían en el viejo local de Reyes Católicos (además, una plaga de ratas provocó importantes daños en los paquetes), pasó a la calle Ballesteros, esquina a la Plaza de los Tiros.

Por último, recuerda IDEAL en su ejemplar del 15 de junio de 1968, antes de decantarse por la ubicación que ahora ocupa, se presentó un proyecto para que el edificio fuese erigido en la calle Reyes Católicos, a continuación de Telefónica.

Obras de reforma de la Plaza Isabel la Católica de Granada. 13/02/1964 Torres Molina/Archivo de IDEAL
Obras de reforma de la Plaza Isabel la Católica de Granada. 13/02/1964 Torres Molina/Archivo de IDEAL

 

Espectacular incendio en la Plaza del Carmen

El 26 de junio de 1943 se declaró un espectacular incendio en el arco monumental levantado en la Plaza del Carmen durante las fiestas del Corpus. La causa fue el estallido de las lámparas eléctricas que adornaban el altar. El fuego comenzó a las 11 y media de la mañana y, en pocos minutos, adquirió proporciones aterradoras que hacían temer que las llamas acabaran con varias manzanas de casas. El pánico cundió entre los comerciantes y vecinos de la hilera de casas continuas al Bernina, que comenzaron a desalojar los artículos y líquidos de fácil combustión y a lanzar agua desde los balcones. La casa del número 18 de la calle Reyes Católicos fue la que sufrió más daños. Los pisos primero, segundo y tercero, estaban ocupados por la agencia de publicidad ‘Alas Azules’,  que perdió todo el mobiliario de sus oficinas.  En el edificio también había una barbería, la de don Luis Felipe, y el segundo piso lo ocupaba la matrona municipal Rosario Negro. Las cortinas del Ayuntamiento se chamuscaron y  también sufrieron daños el café Royal, que estaba en obras, y la confitería Bernina. La rápida actuación de los servicios de emergencia, cuyo número, el 1643, no dejó de sonar, evitó daños mayores y solo cuatro bomberos sufrieron heridas leves.

El arco de la plaza del Carmen, de unos quince metros de altura y construido con maderas viejas procedentes de derribos, se derrumbó en quince minutos. Los daños se valoraron en 150.000 pesetas.

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Los 35 años del Auditorio Manuel de Falla

Se inauguró el sábado 10 de junio de 1978. Diseñado por José María García Paredes, sobrino político de Falla, se construyó en tiempo récord y su espléndida sala de conciertos se consideró una de las mejores de Europa.

Auditorio Manuel de Falla

La Orquesta Nacional dirigida por Antoni Ros Marbá, interpretando la música de Manuel de Falla estrenó el auditorio. Al acto acudió el ministro de Cultura, Pio Cabanillas y la duquesa de Alba.

Inauguración del Auditorio Manuel de Falla

El Auditorio empezó a acoger actividades no sólo del Festival de Música sino que se utilizó en numerosas ocasiones para las representaciones del desaparecido Festival Internacional de Teatro de Granada. Por sus salas comenzaron a aparecer las figuras del momento con conciertos memorables, con una programación para el centro cultural diseñado por quien fue su primer director, Antonio Navarro Linares. Esto no evitó, como recuerda el crítico y periodista José Luis Kastiyo, que nada más y nada menos que a un concierto de Zubin Mehta «sólo asistieran tres filas de público», comentó.

El lunes 11 de agosto de 1986 el Auditorio es destruido por un incendio, que posteriormente se demostró que había sido intencionado.

Incendio en el Auditorio Manuel de Falla

Se reinauguró en 1987 con un concierto de la Orquesta de la RTVE dirigido por Miguel Ángel Gómez Martínez y con la participación de la pianista Maribel Calvín.

La curiosa historia del guardia Castillo

Acababa de llegar a la ciudad y ya era una de las figuras más populares. Fue uno de los primeros guardias de circulación de Granada y la expectación que despertaba en el público se debía a que fue el primero que comenzó a ordenar la circulación utilizando los brazos para indicar a vehículos y peatones cómo debían circular, igual que en las grandes capitales. El interés era tal, que durante su turno en Puerta Real eran muchos los que se sentaban alrededor para mirarle, con los consecuentes problemas para el tráfico que esto ocasionaba.
Pero la historia del guardia de circulación número 28, señor Castillo, era muy curiosa. Había nacido en Granada y al morir su padre se vio obligado a interrumpir sus estudios para mantener a su familia. Trabajó como telegrafista en la compañía de ferrocarriles hasta que se marchó a América «en busca, no solamente de dinero –dijo a IDEAL en una entrevista–, sino de otra cosa que no sabría explicar, seguramente ilusiones de juventud». Allí fue maestro de escuela, jefe de estación y, por último, guardia urbano en Montevideo. También fue periodista. En 1920 fundó el semanario ‘La nueva aurora’ y colaboró con las revistas taurina ‘El Chiquero’ de Zaragoza y ‘La Semana Taurina’ de Madrid, con el seudónimo de Curro Verdades.

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«El servicio en Granada es más duro que en Madrid –continuaba Castillo– pues allí los peatones y conductores obedecen las indicaciones de los guardias y éstos están ayudados por los indicadores eléctricos». Faltaban unos veinte años para la instalación de los primeros semáforos en Granada. En la época en la que el periódico reproducía esta entrevista (junio de 1932), el guardia estaba a la espera de la concesión de un premio donado por Obras Públicas por la agresión que sufrió en acto de servicio, cuando acudió a auxiliar a la víctima de un hurto, en la taberna ‘El aeroplano’, que estaba cerca de Puerta Real, y allí sufrió una agresión por la espalda. Antes de despedirse le pidió al periodista de IDEAL que recordase al público que no estacionase ni se parase a mirarle, «pues no sale muy bien parado el prestigio de Granada como ciudad de primer orden».

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Muerte en el Circo Trébol

El Corpus de 1953 fue lluvioso. La tradicional exhibición del Real Aeroclub en el aérodromo de Armilla se había aplazado debido al mal tiempo que también deslució la fiesta de las Espigas que se celebraba en Cartuja y el paseo de las parejas de jinetes ataviados a la andaluza por el ferial ganadero. Así que el mejor plan que se presentaba era llevar a los niños al circo. Afortunadamente había para elegir. El Circo Price, en la plaza del Humilladero, presentaba al ‘Mago Chuleta’; el Circo Americano, instalado en la Acera del Darro, traía como principal atracción a ‘Los Cosacos del Zar’ y en la plaza de la Mariana, el Circo Trébol anunciaba a más de “200 artistas” en un espectacular escenario. Entre estos artistas, el número más esperado era el del trapecio de ‘Los Lawins’. El sábado 6 de junio, en la sesión de las ocho de la tarde, con el circo lleno, la pareja, formada por Luis Martínez y su joven esposa Luisa Martínez Bono, de veintidós años, ejecutaron el peligroso ‘torbellino dental’. La chica sujetaba con la boca un aparato asido por el hombre, que, boca abajo, se sostenía en el vacío agarrado por un cable, mientras hacía girar el cuerpo de su compañera. En ese momento la joven se soltó y cayó al suelo desde una altura de ocho metros. No había red. Un grito de estupor se escapó entre el público. La chica fue trasladada al hospital de San Juan de Dios donde murió dos días después. Allí se instaló la capilla ardiente que se llenó de flores y fue velada por su público y por todos los artistas de los circos que actuaban en la ciudad.

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Tras la familia granadina de ‘El Lute’

El 2 de junio de 1973 los periódicos abrían sus ediciones con la detención de Eleuterio Sánchez, ‘El Lute’. Llevaba desaparecido desde 1971, año en el que se escapó del penal del Puerto de Santa María. Así se cerraba otro de los capítulos de la vida de uno de los delincuentes más famosos de la España del franquismo, cuya carrera delictiva comenzó en 1965 con el asalto a una joyería de Madrid en la que falleció, abatido por un disparo, el guarda que la custodiaba.
IDEAL, tras conocer la noticia de la detención, envió a su redactor Antonio Ramos y al fotógrafo Torres Molina, a Domingo Pérez. Buscaban a Francisca Fernández, una joven de 15 años con la que ‘El Lute’ se había casado en el Albaicín en marzo del 71. La chica pertenecía al ‘Clan de los Gatos’, una extensa familia de más de sesenta miembros que vivían en ocho casas blancas en la calle Alhambra del municipio granadino. La prole recibió a los periodistas entre damajuanas de vino y torreznos. Para ellos ‘El Lute’ era Manolo, y lo conocieron en Granada unos meses antes, cuando vivían en un descampado detrás del Camino de Ronda y buscaban jornales en la Vega. ‘El Lute’ tenía treinta años. El matrimonio vivió en un piso en La Redonda, luego se trasladó al Albaicín y de ahí a Sevilla, donde se alojaron en una vivienda de la barriada Juan XXIII donde finalmente fue detenido. Rodeado por los miembros del clan, el redactor leía las últimas noticias sobre el detenido, que había sido trasladado a la cárcel de Cartagena. Le preguntaron si el marido de Frasquita volvería pronto, «más que ná por curiosidad».

El 'Clan de los Gatos' rodea a Antonio Ramos

 

Recuerdos de la Tarasca

Les dejo unas imágenes del desfile de La Tarasca para disfrutar recordando aquellas fiestas.

¡Feliz Corpus!

Fecha desconocida. Torres Molina/archivo de IDEAL
23 de mayo de 1951. Torres Molina/archivo de IDEAL
Fecha desconocida. Aproximadamente de finales de los años 50.- Torres Molina/archivo de IDEAL
Fecha desconocida. Aproximadamente de finales de los años 50.- Torres Molina/archivo de IDEAL

 

En el desfile de la Tarasca. Fecha desconocida. Torres Molina/Archivo de IDEAL
En el desfile de la Tarasca. Junio de 1950. Torres Molina/Archivo de IDEAL