Juan Carlos García de los Reyes

 Blog de Juan Carlos García de los Reyes

«El Territorio Comprometido»

Por Miguel Ángel Sánchez del Árbol. Geógrafo y Urbanista. Colaborador de GRarquitectos & Gosia Janusz. Paisajista de GRarquitectos

Ejemplo de paisaje agrario con viviendas.
Ejemplo de paisaje agrario con viviendas.

Como es bien sabido, la revolución neolítica significó el aprovechamiento intensivo y selectivo del mundo vegetal, lo que dio lugar a la –por algunos autores denominada– “primera de las artes”: la agricultura; una actividad que, según las condiciones del entorno natural, de las adaptaciones humanas, de la presión demográfica, de los avances técnicos y otros aspectos ha ido generando un sinfín de espacios agrícolas, con diversas modalidades de cultivo, intensidades, formas de aprovechamiento y modos organizativos. La consecuencia paisajística de todo ello ha sido una enorme panoplia de paisajes agrarios que representan, en muchos casos,  interesantes valores productivos, estéticos y ambientales.  

Los elementos destacables e identitarios de estos espacios son muy diversos y complejos. Como ejemplo cabe mencionar el mosaico de cultivos, praderas, árboles, parcelaciones, cercados, edificaciones más o menos vinculadas o un elemento tan fundamental como el agua, tanto por su presencia (en caso de estar regulada permite la creación de espacios agrícolas de regadío) como por su escasez; en definitiva, manifestaciones de paisajes agrarios como composiciones formadas por los cultivos o pastizales, por una determinada retícula (caminos, parcelas, infraestructuras de irrigación en su caso, etc.) y por una serie de construcciones que se identifican por el estilo arquitectónico, frecuentemente propio o vernáculo de la región en que se encuentran.

UNESCO ha reconocido el valor de algunos paisajes agrarios por constituir ejemplos  representativos y genuinos, si bien cabe pensar que la lista se ampliará en el futuro dada la importante diversidad de composiciones paisajísticas de espacios agrarios, a la vez que es creciente la consideración del valor patrimonial de los mismos.

Así, en Francia, en Saint-Emillion encontramos el testimonio de la viticultura que fue introducida en esta fértil región de Aquitania por los romanos y que se intensificó en la Edad Media. Se trata de un paisaje excepcional, totalmente dedicado a la actividad vitivinícola y donde destacan muchos monumentos históricos procedentes del siglo XI. Además está situado en la ruta de peregrinación a Santiago de Compostela.

El paisaje cultural de Tokaj, en Hungría, demuestra gráficamente la larga tradición de producción de vino en esta región de suaves colinas y valles. El intrincado diseño de los viñedos y el salpicado de granjas, pueblos y pequeñas ciudades, con sus redes históricas de bodegas soterradas, muestra todas las facetas de la producción de los famosos vinos de Tokaj, cuyas calidades y gestión han sido estrictamente reguladas desde hace casi tres siglos.

Entre las estribaciones del volcán de Tequila y el profundo valle del Río Bravo, en México, se encuentra un territorio extenso de plantaciones de agave azul, que fue utilizado desde el siglo XVI para producir tequila y tela. Hoy en día, la cultura del agave se considera parte de la identidad nacional. La propiedad es también un testimonio de la cultura Teuchitlán que dio forma a la zona entre los años 200 y 900, en particular mediante la creación de terrazas para la agricultura, viviendas, templos, túmulos ceremoniales y juegos de pelota.

En la región del Caribe y de América Latina están presentes los testimonios de las plantaciones de café del siglo XIX que constituyen el ejemplo más antiguo de una forma pionera de la agricultura en un terreno difícil, donde la selva virgen fue convertida en un terreno agrícola. La producción de café en el sector oriental de Cuba durante los siglos XIX y XX dio lugar a la creación de un paisaje cultural único, lo que ilustra una etapa significativa en el desarrollo de esta forma de agricultura.

Cabe concluir que los paisajes agrarios, en muchos casos, forman parte de la identidad de un país o una región; se erigen en expresiones de un medio natural transformado en mayor o menor grado por la cultura humana a lo largo del tiempo; pueden constituir reductos de formas etnológicas de diversa índole en entornos más intensamente transformados y donde aquéllas puedan haber quedado diluidas o perdidas; pueden jugar una relevante función ambiental, además de la productiva, ya sea para la subsistencia, ya sea para obtención de beneficios en el mercado, etc. Es por todo ello que los paisajes agrarios, sobre todo aquellos que mantienen su carácter paisajístico, son progresivamente reconocidos como bienes de interés patrimonial y, en tal medida, toda iniciativa orientada a su valorización y conservación (necesariamente compatible con la explotación socio-económica) debe ser bien recibida.

Galería fotográfica de los Paisajes Agrarios


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