Lo que son las cosas, toda la vida caminando, o a lo más, a lomos de burro, como bien describiera Cervantes a Sancho, y ahora Francia decide dar los caballos a los pobres. Y no para montar. No, se los da para que se los coman. Esa carne, que algunas multinacionales de la nutrición hacían pasar por ternera, ha sido retirada de las estanterías de las otras grandes multinacionales que las vendían. Ahora, en lugar de destruirla, cosa absurda si se considera que toda la vida se comió caballo y nunca pasó nada, se las entregarán a los pobres para que se alimenten. Y es que los Bárcenas se multiplican por el mundo, aunque siempre estuvieron ahí, y casi siempre fueron cazados, aunque ahora se les quiere meter en la cárcel. Dan gato por liebre, o caballo por ternera, y cuando llegan a una empresa enorme, saben que si los pillan no pasará nada, porque los mejores abogados también se nutren de ellos, que no de caballo, porque no hay gobierno que le meta mano a una multinacional, Salvo Evo Morales; porque esta sociedad ya solo se conforma con la información, y mientras más escandalosa mejor, los temas de conversación así lo demandan, pareciendo que ha claudicado al conocimiento. Porque, dígame usted, de qué estaríamos hablando ahora si no existiese el caso Urdangarín, o el de la princesa Corinna, o de los sobres del PP, o de Luis Bárcenas, o la ministra Mato, o de los ERES, o de los trajes y palacetes de los del PP en las costas mediterráneas, o las indemnizaciones en diferido del PP… Solo hablaríamos de la crisis, originada por los cuatro dioses económicos de este mundo, echándole la culpa a los parados, porque no trabajan, y a los políticos porque no saben gobernar, y a los que trabajan por trabajar, y a los jóvenes por nacer tarde, y a los mayores por querer cobrar pensiones, y a los maestros por protestar de verde, y a los médicos por quejarse de blanco, y a los periódicos por dar malas noticias, y a Ronaldo por estar triste, y a los bancos por ladrones, y al final terminaríamos culpándonos a nosotros mismos por no habernos ido a una isla desierta. Sin embargo, mire usted por donde, estos secuaces del siglo XXI, estos bandoleros, nos facilitan un entretenimiento que nos cuesta una pasta, pero que como nos la roban poquito a poco, casi ni lo notamos. Es como pagar por una entrada de cine, pero en la realidad y tridimensional, y además, si cunde el ejemplo de Francia, Rajoy acabará ordenando que nos den los caballos de estos bandoleros para que nos los podamos tapear mientras nos deslumbran con sus historias cada jornada. Pero ojo, que con lo que son estos, a poco que nos descuidemos nos cambian los caballos por mulos y se llevan los beneficios, y ya sabemos lo que les pasa a los mulos.
Se me antoja, que eso de dar carne de caballo a los pobres es como suvizar el bocado con el que han de pasar un sapo como Bárcenas. Y que los sapos me perdonen.