Encarni Barrera acaba de ver publicada su primera novela, Las manecillas del reloj, uno de sus sueños hecho realidad. Publicar un libro es, lo definía, como un parto, es como un amor más que añadir a su vida. Pero, como todo, cada cual se enfrenta a sus retos de una manera diferente, única. Barrera es de uno de esos pueblos pequeños que jalonan nuestra provincia, es una de esas personas que tuvo que emigrar para poder enfrentarse a una realidad que le ofreciese algo más que ver el devenir de los días sin más asunto que liquidarlos en sí mismos y aguardar a los siguientes. Rutina rota. Ella se marchó lejos para poder trabajar, hace alrededor de treinta años, como se ven obligados a hacer ahora nuestros jóvenes. Y la vida fue enriqueciendo su alma, ampliando las paredes de su espíritu, y acrecentando su mente. Los libros la hicieron recorrer miles de kilómetros desde una silla, y aprender experiencias que hubiese necesitado diez existencias para conocerlas. Es la riqueza de la lectura, tan poco practicada en tantos ámbitos.
Mientras las lentejas se cocían en la olla, ella escribía en la cocina; mientras los demás refrescaban sus cuerpos en el agua, ella tomaba el teclado; mientras las historias bullían en su mente, ella ordenaba las faenas de la casa, una tras otra. Y, como mujer, capaz de ordenar los espacios de su alrededor y además generar nuevas virtudes, fue creando línea a línea su primera novela, con Montejícar y Granada al fondo, con Huelma de testigo. Y ahora, en plena y cruel crisis, ella aporta un halo de luz y felicidad con su obra, demostrando a quien quiera escucharla que siempre hay otros caminos, otras salidas, que lo mejor de nosotros mismos lo llevamos dentro, y solo hemos de dejarlo salir, aunque solo sea un poquito, aunque sea con grandes sacrificios. Al final, la sonrisa llena el rostro, y las emociones se adueñan de quienes consiguen romper con lo que otros pretenden de uno, y cada cual es la máxima expresión de sí mismo, ya sea con una novela, con un cuadro, con un trabajo bien hecho, con una olla de lentejas o simplemente con una sonrisa que provoque otra sonrisa en quien tenemos cerca.
A pesar de lo que dicen los noticiarios, de lo que publiquen los periódicos, de lo que quienes están interesados en hacernos sentir como auténticos culpables, para así creerse ellos más grandes, a pesar de eso, cada uno de nosotros podemos conseguir todavía alcanzar nuestro sueño, porque es algo que solo nosotros llevamos dentro, como Encarni Barrera, que ya está manos a la obra con su segunda novela, criatura de ella misma, lentejas que alimentan mucho más que esos platos de nombres tan sofisticados que solo los exquisitos toman, que no comen. El próximo martes, por mor de Cervantes, de Shakespeare y de sor Juana Inés de la Cruz, es el día del Libro, es cosa de ponerse a leer.
Un articulo precioso sobre nuestra querida paisana a quien desde aqui le deseo todos los exitos del mundo,y sé que conseguirá porque ademas de buena escritora y mejor persona se sabe rodear de muy buena gente que la apoya