Ha causado impacto el caso de esta maestra a la que no se le va a permitir presentarse a las oposiciones para ejercer con niños de Educación Infantil y sí de Primaria. Ella tiene una discapacidad. Es cierto, la tiene. La tenía desde que nació, y continuaba con ella cuando cursó todos sus estudios, incluidos los universitarios, concretamente Magisterio, en la especialidad de Educación Infantil. Teresa es una mujer alegre, motivada, con un elevado concepto de la enseñanza, del papel del docente. Lo ha demostrado a lo largo de tres años tanto en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Granada como en el colegio en el que ha desarrollado sus prácticas. Pero ahora parece que eso no es suficiente. Ella ha superado todo lo que se puede superar, y lo ha hecho con éxito. Su vida no ha sido fácil, pero hay quien se empeña en hacérsela más difícil aún. Hay muchas discapacidades en la persona, y es complejo encontrar a alguien que no arrastre alguna, la clave está en poner en valor, en el mejor uso posible el resto de capacidades que cada cual posee, y ahí está la esencia del ser humano, en superar las discapacidades con las capacidades, de tal forma que aquellas queden absorbidas en el desarrollo vital. Pero eso hay que saber hacerlo, como Teresa ha demostrado con la suya. Nuestra sociedad ya posee los mecanismos suficientes para soslayar en gran parte todos los inconvenientes derivados de las discapacidades. Esto no es Esparta, aunque a veces lo parezca. Precisamente, la capacitación para cada tarea no la da la tarea misma, sino la realización de esa tarea, la forma, el método son los caminos, alcanzar el objetivo precisa de capacidad para ello, y siempre será posible paliar cada necesidad si el conjunto del resto de capacidades lo permite, como es el caso que nos ocupa, y que viene demostrándolo a lo largo de toda su vida. Entiendo, desde mi conocimiento del caso, y desde el sentido común, que hoy sí se puede, y por tanto nuestra sociedad debe permitirlo facilitando que cada uno de sus miembros alcance el máximo desarrollo posible con las ayudas pertinentes. Para eso se supone que hemos estado avanzando durante todo este tiempo, de lo contrario que los perfectos se ocupen de lo importante, los demás nos limitaremos a seguirlos si nuestras capacidades nos lo permiten.
Teresa tiene derecho, formación, capacitación, motivación, amor a la enseñanza, titulación. Llegado el momento, ella pueda hacer mucho mejores a sus alumnos y alumnas, y mostrarles el camino del trabajo, de la superación, de la responsabilidad, del sacrificio, del aprendizaje, porque ella ya es experta en todo eso, y además sabe.
Es incomprensible, a la luz de un enfoque de derechos, que esto suceda en el campo de la educación. ¿Acaso, es posible educar en la diferencia cuando esta se excluye del ámbito de la vida cotidiana de los niños de la primera infancia? Sin Teresa en la Educación Infantil, me atrevo a pensar que la escuela tiene una discapacidad enorme. La discapacidad de comprender que somos iguales en la diferencia.
Claro que somos tolerantes, tan tolerantes como para permitir que ciertas personas lleguen a tener puestos de trabajo sin la formación exigida para ello, pero cuando tenemos a alguien que demuestra una gran capacitación y profesionalidad, preferimos apartarla de la sociedad y negarle a esta última la oportunidad de disfrutar y aprender de personas como Teresa.
Es vergonzoso hacer uso del concepto de tolerancia en nuestra propia Constitución y luego ser anticonstitucionales negándole la posibilidad de dedicarse a aquello con lo que sueña y para lo que está totalmente capacitada.
Lo mismo hacemos con los jóvenes emprendedores, con los investigadores, con todos aquellos que pueden dar esperanza a este país y que se encuentran subidos en un avión rumbo a paises donde los tienen mejor valorados que en el suyo propio.
En nuestra sociedad es más fácil que los que se creen poderosos apliquen sus dosis de «poder» con quienes ellos creen que lo son menos. Mientras, el silencio de los demás es su principal aliado. Y esto ocurre en tantas situaciones que es una vergüenza lo que está ocurriendo: solo gritamos cuando alguien marca un gol.