Cada año los corredores toman las calles durante un par de horas. La ciudad se ve invadida por un ejército de gentes que corren, cada cual con objetivos dispares, cada cual con sus convicciones. Los coches pierden su protagonismo y, aunque Granada no es ciudad muy dada a los aplausos, al aliento, al menos en esta actividad la gente anima buscando insuflar un poco más de aire a esas personas que disfrutan recorriendo los más de veintiún kilómetros que conforman la prueba. La Concejalía de Deportes de este ayuntamiento parece estar por la labor de ir elevando poco a poco la calidad de esta carrera, cambiando el recorrido, mejorando los apoyos técnicos y dando de sí todo lo que puede para la prueba. Faltan aún muchos aspectos por mejorar, y sin duda se echará de menos no poder entrar en el polideportivo Núñez Blanca al finalizar, pero aquí las cosas nunca son completas. Los importantes por un rato serán los corredores, miles que buscarán ganar, porque en este tipo de pruebas todos los participantes ganan, aunque no lleguen a la meta, aunque lleguen los últimos, porque aquí, salvo quienes están incentivados por motivos económicos, cada cual compite contra sí mismo, a veces para rebajar los tiempos, a veces para igualarlos, a veces para demostrarse que aún puede, que su mente tiene la fortaleza suficiente para vencer esos momentos de debilidad, de ganas de abandonar, de pararse y no seguir. No son las piernas las que suelen fallar, porque correr no es algo que consista solamente en echar pasos, es el corazón, son los pulmones, es el cerebro, es el organismo en su conjunto dirigido por una mente que se libera con este ejercicio, que planifica los espacios y los tiempos a la par que vuela libre, porque es libertad en movimiento lo que empuja a dar un paso más cuando parece que ya no puedes más. O ese otro corredor que te anima a seguir, que te alienta para que no abandones, porque así es la carrera de fondo.
Es difícil que se comprendan estas sensaciones si no se ha participado nunca, estas experiencias, que si se toman como rutinas concluyen dando fortaleza a la voluntad de la persona, espíritu de sacrificio y superación personal, además de ganar vida a la vida, son de aquellas de la existencia que no se pueden compartir, y que están al alcance de todos, sin importar edad, ni clase. María, con más de setenta años, no se pierde ni una carrera del circuito de fondo de la Diputación de Granada, ella es claro ejemplo que debería empujar a la gente a ponerse las zapatillas y moverse. Ella seguramente estará el domingo recorriendo las calles de Granada, a su paso, con su corazón, con su eterna sonrisa, y con ella cada uno de los tres mil quinientos participantes. Sería hermoso que la meta de los cinco mil se alcanzase el año próximo, y a seguir creciendo, y corriendo.
Excelente artículo!