Las citas electorales son periodos de inauguraciones. Hace ya décadas al aproximarse las municipales algunos candidatos hacían sus campañas con tantas inauguraciones que les faltaban días. Algunos llegaban a inaugurar señales de tráfico. No hace mucho se inauguró una rotonda, los políticos que acudieron no cabían en la isleta. A veces las fotografías de estos actos resultan cómicas, dan ganas de darle pico y pala a cada uno de los fotografiados para que sigan con las obras, se inauguran trocitos de carreteras, asfaltos de calles, plantaciones de árboles, con traje y corbata, o con tacones cercanos. La inauguración del tramo de la autovía de la Costa que va desde el kilómetro uno a la rotonda de Carchuna es prueba de ello. Ese tramito podría haber sigo inaugurado hace años, pero se ha esperado hasta el límite de las próximas elecciones europeas por aquello de la foto. No he tenido la dicha de estrenarlo, pero me dicen que es como una autovía de Pin y Pon. Paras en una rotonda, subes, atraviesas un túnel, bajas, y de nuevo en la carretera. Seis kilómetros. Una circunvalación para Torrenueva. Y para eso han venido Ministras, Senadores, Diputados, Parlamentarios, Alcaldes, Concejales… (con mayúscula, no se entienda falta de respeto). No sabemos lo que nos queda hasta las próximas generales, pero entiendo que es tratar a los ciudadanos como auténticos idiotas con estas prácticas. Imagine que en todas las profesiones se hiciera igual, la sociedad se paralizaría si las decisiones, si los avances dependieran de que el personal tuviese que ir a elegir, a votar. Entiendo que la foto es importante, fundamental para esta clase política que nos gobierna, pero es más importante el resultado de las acciones de gobierno. Hemos llegado a inaugurar planos, lo que resulta un auténtico paradigma de desnortación (permítame el palabro). Pero la gente al final dice que bienvenido sea, aunque tarde, sin considerar el hurto que esto supone. Imagino que en este próximo año el silente Rajoy desbloqueará el acceso a la función pública, y maestros, médicos, enfermeros, policías, bomberos… podrán aspirar a trabajar. Las carreteras que están paradas, los metros que no circulan, las calles que están sucias… buscarán la normalidad para la que están pensadas. Y todo parecerá entonces normal, y la gente nos alegraremos y olvidaremos tantos meses o años de retrasos, como si no hubiese pasado nada. El tramo recién inaugurado de autovía lleva más de veinte años dando vueltas. Recuerdo que en aquellos entonces, antes de que Aznar comenzara con su primer gobierno, los propietarios de los terrenos por los que ya se había diseñado que pasaría, estaban preocupados por sus propiedades. Han pasado veinte años (quienes nacieron en aquellos tiempos están ya en la universidad) y esos kilómetros aún no están en marcha, solo una circunvalación. ¿Quién nos va a devolver el tiempo, la vida perdida? Todos los implicados deberían al menos pedir excusas y no buscar más justificaciones. Solo hay una.