En todos los rincones granadinos se habla de lo mismo, tema principal en calles y plazas, a falta de la selección en el mundial, Granada tiene motivo de conversación para este verano. Los autobuses de Granada. La ciudadanía está redescubriendo su ciudad. El turismo nos ha llegado de forma activa hacia nosotros mismos. Hoy me lo decía Antonio en el autobús, con los recorridos, cortes, bajadas, subidas, formas de pago, de acceso, multas, tiempos… ya tenemos la novedad de esta legislatura de Torres Hurtado. Ni peleas con la Junta, ni retrasos del metro, ni el nuevo hospital… Telesfora Ruiz lo ha conseguido. Solo falta que la megafonía de los buses incorpore mensajes turísticos, promocionales y culturales de nuestra ciudad, de sus empresas y comercios. Sería un puntazo, para quienes aquí somos paganos de impuestos (la primera parte del IBI acaba de caer), podremos conocer en directo e in situ los aconteceres pasados y presentes de la capital del reino Nazarí. No es broma. Además de los tiempos, con los que se ha conseguido una sustancial rebaja en el precio por minuto al paciente usuario, dada la extensa duración del trayecto (tardamos mucho más por el mismo precio), los viajes en bus urbano por Granada ayudan a estirar las piernas, a tomar el aire mientras llegamos a nuestro destino final. Los fumadores pueden echar un cigarro entre bus y bus, con lo que viajarán más relajados. Quienes están en rehabilitación también lo tendrán fácil, porque las articulaciones las ejercerán varias veces en los trasbordos. Incluso los desarrollos cognitivos mejorarán aprendiendo los nuevos nombres de los buses, las paradas y la forma de usarlos. Pero tiene más ventajas, como que aprenderemos a viajar con los transportes urbanos europeos, en los que se entra y sale por cualquier puerta, y sin picar billete en el interior si usted ya llega picado (su billete). Además, aprenderemos a no subir sin pagar, pues los inspectores se encargarán de recordárselo a quienes lo hagan con sensibles multas. Todo son ventajas, y la Gran Vía casi libre de polvo y humo. ¿Y los de los pueblos? Mejor callar, y de las personas mayores, también. Falta comprobar el engranaje entre este nuevo sistema y la entrada del tranvía. Paso a paso, el año que viene, cuando el personal conozca tiempos, paradas, recorridos y consecuencias igual a alguien se le ocurre volver a cambiarlo. Granada, ciudad en la que las cosas siempre cuestan mucho más, en la que quienes gobiernan se empeñan en alejarse de los gobernados, en la que la gente habla, pero todo queda en murmullos de palabras en círculo. No pondré en duda la efectividad del nuevo sistema hasta que esté completado con la segunda parte, con el tranvía. Ahora me gustaría ver a diario a nuestros políticos usando los autobuses, lejos de los coches oficiales. Algo bueno hay, los taxistas verán aumentado su trabajo, la gente caminará más, las bicicletas saldrán a la calle.