Dice Rajoy, quien sigue aun siendo presidente del gobierno, y callado y tranquilo, que va a convocar trescientas plazas de jueces para luchar contra la corrupción, como si se las sacara de la chistera. Así, y se queda tan fresco, estado al que está acostumbrado (así se quedó tras decir que lo del Prestige eran unos hilillos como de plastilina que no iban a ninguna parte), estado que tiene muy practicado en su vida pública. Habría que decirle a Mariano que estas plazas ya estaban preparadas hace mucho tiempo, claro que esto a él no le sorprende, porque ya lleva mucho tiempo con esto de la corrupción, no hay más que ir a las hemerotecas, y nos daremos cuenta de que unos casos vienen a cubrir otros, que hay un rosario, no de rezos sino de nombres, que llena de vergüenza todavía a los que pagamos impuestos, y de indignación a quienes han de hacer las europas y las américas para encontrar un trabajo (según datos oficiales, más de 135.000 en los últimos dos años), jóvenes titulados universitarios que después de pasar por un piso patera, en esos otros países que los acogen sin que tengan que saltar vallas ni les peguen cuatro tiros para asustarlos, buscarán lo que sea. Indignación y vergüenza por venir a poner sobre la mesa las plazas que ya estaban preparadas con esto de la corrupción, plazas de jueces que tal vez no tengan ni ordenador para cumplir su trabajo. Pero esa es otra copla. La corrupción no se acaba en este país mientras no se marchen quienes llevan años practicándola a la par que salen con caras de pesadumbre por el paro y la crisis, con sueldos millonarios, con sobresueldos de las empresas públicas, y con las manos llenas de basura, pero eso sí, con la manicura perfecta, y dando discursos que dan ganas de llorar. Pero no se van, y siguen con la misma sonrisa de cartón piedra, entre brillantinas y maquillajes, entre cinismo y arrogancia, y pretenden acercarse al pueblo con fastuosas palabras y pidiendo perdón, dándose golpes de pecho y jurando por sus muertos. No hay forma, más jueces, y funcionarios de prisiones; y también más maestros, que hacen mucha falta para intentar educar a las generaciones venideras, pues ya que no van a tener trabajo al menos que tengan competencias que les permitan buscarse la vida por ahí, idiomas incluidos; y que inviertan en investigación, que a este paso vamos a tener que pagar hasta por hacer jabón de aceite; y todo eso que ellos parecen no saber, porque solo hablan con los que están a su altura, o bajura, y se ríen y abrazan solo a ellos, aunque algunos se tapen la nariz, como si vivieran cerca de los parques de Granada, donde gracias a la maravillosa gestión de nuestro alcalde, ahora huele a estiércol como jamás olió. Pero él no lo nota, ¿por qué será?
Sigue denunciando la corrupción, Juan de Dios Villanueva Roa, la indeferencia de muchos hace posible que estas cosas sucedan en España, en México, en Colombia… Por acá los hermanos latinoamericanos estamos adoloridos del corazón por los crímenes de estado ocurridos en México.