Acaba el año como empezó. Aventuro que el siguiente y el otro y el otro serán parecidos. Esta ciudad está llamada a moverse en un bucle de dormideras, personajes resabiados y anquilosamiento que mira aún al siglo XVI con ánimos vengativos. Granada despide el año sin un solo avance significativo. Todos están a punto. El 2015 podría ser glorioso, como lo podía haber sido cualquier año si los responsables de la cosa pública miraran más a la ciudad que a sus propios intereses. Parece que aquí todo está en estado latente, pero nada avanza. El único cambio significativo experimentado ha sido la LAC, revolución en transporte urbano, la más desastrosa aplicación en movilidad, unos cambios con recambios, inversiones desorbitadas que lo único que han conseguido ha sido fastidiar a la población hasta el punto de que disimuladamente, y atemorizados por las consecuencias electorales, van restituyendo los antiguos itinerarios, eso sí, atascando el Camino de Ronda como lo estuvo siempre, adormeciendo los recorridos públicos y privados, eternizando desplazamientos, perjudicando a la ciudadanía que precisa atravesar la ciudad. Pero analice quiénes han de recorrerla y verá que siempre serán los mismos, dejando un centro de exposición, para el paseo de políticos en coches oficiales. Yo les diría que se igualen a los demás, que bajo ningún concepto transiten el centro en ningún transporte que no sea público, que echen su tiempo como lo hacemos los demás, andando o apretujados en los autobuses lentos, o buscando taxis fuera del centro de la capital, y que lo paguen de su bolsillo, que la ciudadanía ya está cansada de pagar caprichos y coches oficiales, y soportar que se muevan por aquí como si de su finca se tratara. Ya sabemos que algunos que los votan lo harán hasta la muerte, hasta que la muerte los separe, porque los intereses los tienen protegidos, pero es mucho mayor el número de personas que están viéndose agraviadas un año sí y otro también con estas políticas de multas, restricciones, atascos, de enfrentamientos ficticios con la Junta para desviar miradas, con chulerías y rapapolvos al personal… Quién ha dicho que la razón está siempre en el mismo lado, quién ha dicho que los equivocados son siempre los contrarios. Al final la sonrisa hipócrita y unas ínsulas de superioridad que surgen de la tradición blanquean las calles granadinas. Este año acaba como empezó, aunque la ciudad esté bastante peor que antes. El 2015 nos traerá museos, metros, hospitales, calles asfaltadas…, pero dudo que traiga equilibrio en las mentes que deciden, equilibrio para que nadie haga con la ciudad lo que le dé la gana, y si no hay capacidad para alcanzar acuerdos hablen con la gente, caminen por las calles, vivan esta ciudad y permitan que despegue de una vez por todas o márchense a sus casas ya, todos. Sus traseros en los sillones impiden que pueda volar desde hace muchos años.