El domingo es el día de la Mujer. En estos días los escolares andaluces han celebrado el del docente. Unir docencia y mujer es ineludible. Desde siempre el papel de la mujer en la enseñanza ha sido fundamental, primero como transmisora natural de la cultura y de las esencias de las civilizaciones. La mujer ha tenido un papel fundamental para que la humanidad haya llegado a los niveles en los que estamos; sin el desarrollo de esa función primordial el ser humano estaría seguramente todavía subido en las ramas de los árboles Ella, desde las primeras horas de existencia de los niños, comienza a transmitir las bases de supervivencia, pero también las bases de las relaciones sociales y de las conexiones entre los iguales. Cuando la fuerza bruta era la temida debía aposentar la inteligencia para perfilar los cambios precisos que diferenciaran poco a poco lo humano de lo animal. Y ahí estaba ella, modelando, perfilando y transmitiendo la evolución que hasta aquí nos trajo. La mujer siempre trabajó, y la tribu lo fue gracias a ella. La sociedad lo es gracias a ella. Los tiempos la postergaron a funciones básicas en el interior de las casas, en el campo, en los trabajos más duros, que no necesariamente han de ser los que más fuerza requieren. La civilización avanzó en los campos de la medicina, de los artilugios que favorecían los trabajos, y era a la mujer el último beneficiario al que llegaba esa evolución, a ella llegó tarde la medicina especifica de sus males, sobre las tareas que se veía obligada a desarrollar, en las aspiraciones económicas, laborales, políticas…, en todas aquellas hechas a la imagen y semejanza del varón. Parece que comienzan a cambiar las cosas, sin embargo la crisis puede ser, si no lo está siendo, una excusa perfecta para empujar a la mujer de nuevo hacia atrás, incluyéndola en los colectivos más desfavorecidos, donde la historia, escrita y gobernada por los hombres, siempre intentó colocarla. Es hora de avanzar, de mantener lo que bien está, pero lo que bien está para todos, sin discriminaciones por razón de sexo, y de apartar a aquellos que siguen obstruyendo la libertad y la igualdad en una sociedad que no puede estar construida para la mitad. La educación es la base, y el papel de la mujer en esa educación ha de ser también asumido por el hombre, en igualdad, permitiendo, también en esto, dejar el tiempo preciso a ellas para que puedan empujar en otros sectores. Las instituciones centenarias han de facilitar esos cambios: gobiernos, iglesias, universidades…, y también grandes empresas, que lo son porque se les facilitó el camino desde los espacios más duros, menos valorados. Sin la función básica no hay funciones estelares, y las estrellas no tienen distinción de sexo. ¿Dónde están los intereses para que eso no cambie? Siglo XXI, años de cambios. Hoy ya la sociedad es otra, ignorarlo no supone que no sea así.
Merecida mención de la mujer en la educación de las nuevas generaciones. No obstante, las mujeres son discriminadas en el contexto de la educación, los esterotipos de género que nos han impuesto intentan relegarnos a las labores de cuidado, mientras los varones tienen los cargos administrativos y de poder. Un saludo a todas las mujeres y hombres, maestras y maestros que día a día hacen su aporte en la búsqueda de una sociedad más igualitaria.