Juana no pudo acogerse a la amnistía fiscal que Montoro puso en marcha hace años por órdenes de Rajoy. No lo hizo porque no le llegaban sus cuentas. Tampoco le salían. Ella miró por las Islas Caimán, Gibraltar, Suiza, Andorra y demás espacios donde hay más bancos que habitantes, y no le salía nada. No pudo traerse herencias ni réditos de capital. Se quedó en blanco, como había estado casi toda su vida. Le habría gustado poseer unos cuantos millones de dólares y otros tantos de euros para regularizar su situación. Pero mirando papeles en casa, solo encontró los recibos de los muertos que llevaba pagando desde hacía unos cuarenta años, algunas facturas de la compañía de la luz, recibos del agua y basura y el del IBI. También encontró una cartilla de su caja de ahorros, aquella General que pasó a mejor vida, y encima estaba cortada por un pico. Su capital ascendía a una cantidad que le hizo suspirar. Ahora valora cuando puede ahorrar treinta euros al mes, por lo que no le llega a trasladar el capital a ningún paraíso fiscal. El único paraíso al que aspira conocer es ese que le hablaban de chica, cuando el cura les decía que también había un limbo. Reflexionando (cosa que aunque los gobernantes no lo crean, también lo hacen los contribuyentes paganos), no acaba de hacerse una idea de los dineros que son tantos millones como dice la radio que tienen esos señores expolíticos. Le cuesta comprender cuántos pañuelos necesitaría tener en su mesita de noche para guardar esos billetes, e incluso no sabría qué hacer con ellos de tenerlos. Ella, que votará en mayo, no entiende cómo se puede obtener tanto dinero con el trabajo, porque lleva trabajando toda su vida y apenas le llega para poder hacer un viaje del INSERSO al año, darles a sus nietos unos euros de vez en cuando, aunque sabe que siempre hubo ricos y pobres. Los ricos siempre mandaban, en aquellas épocas, y los pobres trabajaban y se divertían los días de fiestas señaladas, después de haber cumplido con los preceptos. No entiende nada, sobre todo cuando esos que han aplaudido, alabado y tirado de la levita a Rato, Bárcenas y demás, ahora no piden perdón ni se van a su casa. No entiende cómo pueden volver a mandarle cartas pidiéndole que los vote y que los otros más. Porque ella mira a su vecino, que si le pagaran todo lo que debe podría llevar su situación de parado con dignidad sin tener que aceptar cada dos por tres el plato de comida que ella le acerca para que tome algo caliente. Ni a sus nietos, que no encuentran trabajo por ningún sitio porque les exigen tener experiencia laboral además de ofrecerles un salario que no alcanza los quinientos euros mensuales. Ella no entiende estas modernuras, aunque sabe que siempre hubo tres mundos, el de los ricos, el suyo y el de los que vienen en pateras.
Cada vez que leo tu blog, encuentro que por allá las cosas no van muy bien con esas políticas de apropiación de lo público por parte de los adminsitradores y los políticos. Aquí en Colombia estamos igual o peor, los niños de la Guajira han muerto de hambre, los campesinos cada día más pobres, los estudiantes de los colegios públicos no tienen opción de ir a la educación superior y los maestros estamos en huelga indefinida, etc. Pero el gobierno dice que toda va bien y que en el 2025 vamos a ser los más educados del planeta.