El Parque Tecnológico de la Salud comienza en el próximo septiembre una nueva y definitiva etapa en su consolidación como una de las principales áreas de actividad en nuestra provincia. Las facultades de medicina y de ciencias de la salud traerán un movimiento que puede llegar a ser espectacular, y para el que deberán prepararse los transportes precisos que resuelvan las necesidades que se avecinan. El metro llega con retraso a este inicio; más de uno haría bien en ser cauto a la hora de exigir, si no se hubiesen puesto tantos obstáculos en su desarrollo estaríamos hoy hablando de otra situación, pequeñas y sucesivas piedras se han ido colocando en su camino con fines electoralistas, buscando dejar mal parada a la institución que lo asume en su construcción. Es el fruto de la mediocridad que lastra a esta provincia, en la que todo vale por tal de que el otro quede mal, sin capacidad de consenso, pues los intereses se centran en los objetivos de quienes militan más que en el bien general. El Partido Popular ha frenado hasta límites insospechados el desarrollo de esta infraestructura, con el alcalde a la cabeza, y con ayudas evidentes desde instituciones en las que gobiernan. El retraso en autorizar las obras en la estación de ferrocarril es el último, por ahora, de los frenos colocados en unas vías que debieran haber sido prioritarias para el conjunto de los partidos de esta provincia. Ahora llegan las quejas (si es que en algún momento dejaron de producirse), sobre un retraso en el que algunos debieran callar, la memoria social existe, y la impunidad sobre los hechos debe dejar de existir. No estaría mal que se elaborara una memoria y se hiciese pública sobre lo acontecido durante esta enormidad de años que está durando la obra. Toca ahora que se acabe ya, pues se antoja imprescindible para el nuevo modelo de transporte que hay que poner en marcha en la ciudad; un modelo que vuelva a comunicar los barrios de siempre, y que acerque de forma operativa las nuevas zonas de actividad, como el campus de la salud. Si esto no se produce, el caos de tráfico que es habitual en nuestras calles y vías será absoluto, y la ciudadanía se levantará contra la incompetencia de unos gestores a quienes parecen importarles tres pitos lo que sucede fuera de sus despachos, unos despachos que pagamos quienes sufrimos durante diez meses cada año las nefastas planificaciones que se antojan más pensadas para enervar a la población, tener armas para enfrentamientos políticos, y si no es así serán solo muestras de mala fe o de ineptitud en su gestión pública. La situación política en el ayuntamiento ha comenzado a cambiar; ahora la alcaldía está obligada a negociar y a consultar todos sus movimientos. Esperemos que esta nueva forma de gobierno genere mayor participación en los 27 concejales del municipio, y al menos en los tiempos venideros se desbloqueen y mejoren los temas pendientes, fundamentales para entrar ya en el siglo XXI.