La Junta de Andalucía acaba de aprobarlo. Tras una inversión de más de quinientos cincuenta millones de euros y casi diez años después, el metropolitano de Granada comenzará su andadura en las postrimerías de 2016. Han sido tantos los obstáculos que se han debido superar, tantos los palos puestos en las ruedas, tantas las incomodidades sufridas por la ciudadanía durante estos años que ya solo cabe alegrarse de que esta obra concluya y podamos al fin beneficiarnos de su puesta en marcha. No olvidar el pasado es fundamental para no repetir errores, pero toca ya mirar el futuro, y en él llega el momento de una seria reestructuración de los medios de transporte en una ciudad que tiene en sus comunicaciones uno de los principales lastres para el desarrollo. Cientos de miles de personas viven en el área metropolitana, hombres y mujeres que a diario precisan llegar hasta la ciudad para sus menesteres, y que hasta este momento solo pueden hacerlo por carretera, inundando entradas y salidas de la ciudad, con un verdadero caos en los aparcamientos, dejando miles de horas de sus vidas en estos trayectos, cortos, pero de duración absurda. El metro ha de venir a resolver en parte esta situación, con el recorrido que tiene, pero no tanto por sí mismo cuanto por la reestructuración que debe conllevar en lo referente a líneas de autobuses, en facilitar aparcamientos en las proximidades de sus paradas fuera de la ciudad, y en el impulso para dar ya el siguiente paso, que no es otro que la construcción de forma total de una red de vías o líneas que faciliten los movimientos entre el área metropolitana, de tal forma que las zonas que ahora quedan fuera de esta línea puedan conectarse a ella con otras anejas que acerquen a sus habitantes hasta este nervio de transporte dentro de la ciudad. Y así, entiendo que no es disparatado proponer que una línea cierre los municipios de Huétor Vega, Cájar, La Zubia y los Ogíjares, conectándose con la actual en la zona del Campus de la Salud. Esta actuación debería ser acompañada lo antes posible con una segunda que recorriera la Vega desde Las Gabias, una vez unido este municipio con Armilla, hasta Albolote, creando así un cinturón de movilidad que absorbería un enorme porcentaje de habitantes de esta área granadina. Ya sé que se puede pensar que aún no hemos acabado con la primera y ya estamos planteando dos más, pero este es el momento de dar el empujón definitivo, con una red que tendría su fundamento en la realidad de los desplazamientos del personal, abriendo la ciudad a los pueblos de alrededor y facilitando que estos movimientos fuesen rápidos y económicos. A partir de ahí, Granada podría comenzar a pensar en claves del siglo XXI, se abrirían unas oportunidades de toda índole que ahora son impensables. Voluntad y raciocinio, miras hacia adelante y consenso político son las premisas necesarias. Todo lo demás es seguir sentados en el vagón de cola.