Septiembre ya está aquí, con sus calores, acentuadas por el cambio climático del primo de Rajoy, con las escuelas a punto de abrir sus puertas librando a padres y madres de las manifestaciones infantiles en casa, recordando a tantos abuelos una obligación tal vez no abandonada en las vacaciones. Septiembre, que igual trae al mismo presidente de gobierno, o no, porque aquí nadie sabe, como decía la copla. Este mes en el que las calles de la ciudad volverán a verse sin aparcamientos y con coches por todos lados, y obras sin terminar, porque aquellos polvos han traído estos lodos; con un botellódromo que se inventó Torres Hurtado cerrado a cal y canto, y cuando los universitarios y los que no lo son se vuelvan a adueñar de las aceras, con esa costumbre de beber en la calle por los bestiales precios de las consumiciones en el interior y la cultura imperante, veremos las respuestas que nos encontraremos. Y es ahí donde el gobierno socialista municipal y sus socios encubiertos sin responsabilidades de administración tendrán que comenzar a dar el do de pecho, a sabiendas de que se van a encontrar con todas las trabas posibles por parte de quienes no encontraron solución en casi tres lustros de gobernanza.
Septiembre, mes en el que la calor aprieta y las puestas de sol sobre la ciudad y la vega que la rodea, cada vez con más timidez, iluminarán los atardeceres, y vendrá a sentirse el bullicio de las gentes por las calles, cada cual a lo suyo, y algunos a lo de todos, y las costumbres de siempre, que por eso son costumbres, regresarán, y quienes pudieron marcharse de vacaciones contarán sus idilios y sus inversiones en esos cuerpos que comenzarán a perder el bronceado dañino para la piel, sin que las tripas cerveceras y las lorzas desaparezcan a la par, por más que los gimnasios se empeñen en sesiones de succiones grasientas. Ahora ya los horarios serán los de siempre, y las gentes sonreirán mientras recuerdan, o no, porque cada cual guarda sus recuerdos y muestra aquellos que le interesa en cada momento; y cuando las novedades hayan sido contadas, y oídas las de los demás, comenzará entonces la otra costumbre eterna, el análisis de la realidad presente, y de ahí cuando ese análisis se haya agotado se pasará entonces al chismorreo destructivo, virtuosidad granadina, a cargarse todo lo que se menea, de dentro claro, que lo de fuera siempre es más sagrado e invulnerable. Y ya estarán las cosas en su sitio. Para entonces, que será sobre final de mes, Torres Hurtado comenzará su larga caminata por juzgados y declaraciones y demás cosillas que parece que presuntamente tiene pendientes con la justicia. Y ya el debate estará abierto de par en par en una ciudad en la que cuando no existen las debates se inventan. Y todos tan felices, bueno, todos no, algunos estarán un pelín fastidiados. Pero todo pasa, menos este gobierno rajoniano que quizás se convierta en eterno.